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Muda presencia

Se aproxima el Día del Amigo y, aunque a diario me veo con él, deseaba poner en palabras lo que hoy hago aquí, lo que hoy significa para mí y quizás para otros tantos anónimos que tenemos iris y venires por Besares, entre calles Loria y Delhez.

Allí está, fui presentada, aunque lo había advertido sin advertir, por otra amiga y vecina, Martha, quien le tiene un cariño especial; igual sentimiento despertó en mí.

Es para todos, allí está, uno de esos “caramelitos” con que Dios nos endulza el alma de tanto en tanto y que la naturaleza nos brinda para solaz de aquellos que vemos y sentimos su presencia.

El agua, precioso líquido a nuestro cuidado, baña la tierra que lo alimenta y ayuda a crecer y sostenerse.

Allí está, con su tronco escamoso, levantando sus ramas al cielo, su frescura que ampara al transeúnte, participando con otros congéneres de un tramo de “calle túnel”, verdadero regalo natural para los ojos. Sosteniéndose con valentía ante los embates del Zonda, luciendo con orgullo un diámetro inusual en su tronco, verdadero deleite para los que solemos mirar y ver.

Su verde esplendor atisba en la primavera, se consolida en veranos, se llena de ocres, dorados y marrones en otoño y esparce sus frutos en el invierno.

Amigo mío, amigo de todos, árbol donado y amado, quedate ahí siempre, como un ícono escrito –no pintado- por la naturaleza para los chacrenses.

Gracias, verde amigo.

Nidia Dupré

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