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¿Por qué lloramos?

Alguna vez, como estudiante en la carrera de Medicina, me realicé la siguiente pregunta: ¿por qué lloramos?.

En principio, parece sencilla la respuesta, pero basta profundizar en ella para comprender la complejidad y variedad de circuitos neuronales involucrados en la generación del llanto.

Toda persona, fuera cual fuera su edad, ha llorado ante diversas y diferentes circunstancias en el transcurso de su vida. Por otra parte, sería irreal pensar que alguien nunca hubiese vivido dicha emoción. De todas las especies, la nuestra parece ser la más propensa a las emociones, es decir, somos seres meramente afectivos. El llanto, como emoción, se genera y expresa tras la combinación de una serie de elementos dependientes entre si.

Toda emoción involucra fundamentalmente tres aspectos: funcional, que refiere todas las modificaciones fisiológicas de nuestro cuerpo; cognitivo, es la capacidad para prestar atención, identificar y dar una respuesta ante estímulos externos o motivaciones internas; y conductual, es la forma con la que nuestro cuerpo expresa lo que sentimos.

El observar a una persona llorando puede tener uno de dos significados. Tal es así, que no es lo mismo llorar ante el recuerdo de la pérdida de un ser querido, que el llorar tras el encuentro con un ser que amamos. El primer sujeto, expresa una profunda angustia, mientras que en el segundo caso es totalmente lo contrario, el individuo se halla desbordado de una intensa alegría. Esta afirmación, nos revela un segundo aspecto del comportamiento del llanto.

Por ejemplo, el traer al presente los recuerdos de mis padres fallecidos, involucra desde el punto de vista funcional, la participación de estructuras cerebrales diferentes de aquellas que se activarían ante el reencuentro con un hijo, que ha llegado desde lejos, tras seis meses de ausencia. A nivel cortical, los dos hemisferios cerebrales difieren en su gobierno de las emociones, siendo más importante la participación del hemisferio derecho que la del izquierdo.

Finalmente, quien se encarga de generar el despertar emocional es una parte del sistema nervioso denominado sistema nervioso autónomo. El mismo, se caracteriza por ser de carácter involuntario y de regular importantes funciones orgánicas. La activación de este último sistema, le otorga a las emociones la capacidad de adaptar nuestro cuerpo ante diferentes desafíos. Por ejemplo, el llorar por estar tristes, produce una serie de cambios fisiológicos como el aumento de los valores de glucosa en sangre, aumento de la frecuencia con la que late el corazón, aumento del diámetro pupilar, disminución de los movimientos y secreciones digestivas, entre otras.  

Es válido preguntarnos qué ocurre con aquellas personas que por diferentes afecciones de su cuerpo, son incapaces de expresar lo que sienten. Es decir, lo que uno vive, siente o experimenta cuando llora, ¿es igual si no lo pudiéramos expresar?.

Al respecto, existen ciertos experimentos de naturaleza psicológicos, en los que un número reducido de veteranos de la Segunda Guerra Mundial que habían vuelto de la misma con parálisis de todo su cuerpo o parte del mismo, fueron expuestos a diferentes ensayos con la finalidad de demostrar que su despertar emocional era diferente al de antes de irse a la guerra. Las conclusiones fueron las siguientes: la expresión comportamental de las emociones es de vital importancia para la sensación completa de las mismas, es decir, los soldados afirmaban que su despertar emocional y la vivencia de las mismas, eran diferentes al momento previo de sus lesiones corporales.

Por otra parte, son comunicaciones no verbales, que asemejan nuestros rostros a un libro, el cual puede ser leído por las personas y de esta manera, saber lo que nos sucede internamente.     

Finalmente, les dejo a los lectores algo para reflexionar: las inyecciones de Botox, terapéutica muy difundida para el tratamiento de las arrugas, tiene como finalidad paralizar los músculos faciales involucrados en la generación de las mismas causando su relajación y secundariamente alisando la piel que se encuentra por encima de ellos. Dado que este procedimiento borra las sutiles expresiones del ceño fruncido, ¿podría esconder o modificar las emociones?.

Dr. Sebastián Marcelo Casas

         M.N.: 128.811

Doctorado Instituto de Investigaciones Biomédicas

Universidad de Mendoza

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