La señorita Elina Maiale, la Escuela Teresa O’Connor, Chacras de Coria en el recuerdo
La Unión Vecinal de Chacras conformó su nueva comisión con varios vecinos conocidos en el pueblo.
Entre ellos el ingeniero José Fara cuyo perfil solidario lo mantuvo integrado a una larga lista de necesidades que necesitaban ser satisfechas en el pueblo que amaba desde chico.
De carácter apacible, sereno, con un texto donde el sentido común se imponía por sobre toda riesgosa y apresurada determinación, José moderaba todas la reuniones de la Comisión.
Había sido alumno de la escuela primaria Teresa O’Connor.
Y si bien había hecho sus estudios universitarios en Córdoba, Chacras lo tuvo de regreso y lo albergó con su familia y su profesión.
La conexión que sintió desde siempre con el pueblo que lo vio crecer, lo fue mimetizando con el mismo hasta sentirse fundido en lo que se convirtió “su” lugar en el mundo.
La Señorita Elina Maiale fue su maestra en la escuela del pueblo., la escuela de la magnolia grande en el patio de las galerías anchas.
Elina tiene 90 años.
Ella lo recuerda como el alumno ideal, inteligente, prolijo, cariñoso, bueno, con una mamá totalmente dedicada a sus hijos, quien visitaba la escuela muy a menudo para constatar el rendimiento y conducta de sus dos hijos.
Elina sospechó siempre que estas visitas eran un regalo que la mamá se hacía a sí misma para escuchar las felicitaciones renovadas que recibía de la maestra en cada encuentro.
Era el seguimiento que cosechaba triunfos.
Hace poco tiempo Elina y José se encontraron con un abrazo emocionado en el homenaje que el pueblo organizara para el Dr Amado Elaskar, cuñado de Elina.
Esa reunión-homenaje resultó una integración de emociones de un rico pasado, donde Elina pudo reencontrar a sus “polluelos” de entonces, entre ellos a José Fara.
Elina, muy movilizada recuerda el encuentro.
Algo en el silencio y recato de José le hizo presentir a Elina que él no estaba bien.
Hoy José no está.
Elina se estremece al sentir el misterio ce cada vida humana en la temporalidad terrena.
Es otoño.
La escuela Teresa O’Connor estalla en bullicio en un recreo más, lleno de niños nuevos.
La vieja magnolia permanece en el patio.
Elina recuerda…. cuánta riqueza, cuantos valores, cuántas finas, éticas personalidades han pasado y han sido formadas en ese espacio, como la de José.
Elina no tuvo hijos. Pero ha podido amar a los muchos que el magisterio le regaló.
Siente que un hijo muy querido y muy admirado ha partido.
Sus ojos se humedecn.
Aparecen las primeras estrellas en el cielo de la tarde que se despide lentamente.
Una de esas estrellas parece mirarla especialmente. Ella cree sentir los ojos de José posados en los suyos y sonríe.
El teléfono hoy le trajo la magia de encender una memoria muy querida.
Onelia Cobos