Adobe para el arte y para vivir
-y ahora del vino-
El disparador fue el ranchito de adobe donde Mema daba sus clases de inglés, el classroom. “Ahí arranca la historia”, cuenta y uno se pregunta si se refiere a su obra artística o a su amor por el barro. Amor que la llevó, junto con su marido Santiago Rocha, su compañero de toda la vida y con quien fundó el hogar y la familia, a crear su reino siempre con barro entre las manos.
Y es que el hogar de los Rocha, un gran predio en la bella calle Castro Barro, cerca de Terrada -uno de los últimos rincones telúricamente mendocinos de calles arboladas y acequias de tierra-, se compone de varias construcciones de adobe, cuya particularidad es que no son de antigua data luego remozadas, sino que así fueron construidas por esta familia en los finalísimos años del siglo XX, y las últimas, bien iniciado el XXI.
Allí pasa ahora Mema sus días, especialmente en aquel classroom devenido en taller, donde la artista alterna en crear cuadros a base de barro y óleos o acuarelas de borra de vino.
Pintando con vino
La idea se la dio una amiga, Lucia Cristensen, quien como organizadora de eventos de una bodega, le sugirió dar clases de wine painting –pintar con vino- a quienes concurrían a las degustaciones. Los requisitos eran saber inglés, saber de arte y saber de vino. “Así que como hablo bien el inglés, soy artista y buena tomadora de vino, me dirigí a la entrevista, me traje un montón de botellitas de distintos varietales…y esa noche me salió un paisaje infernal” cuenta Mema mientras nos muestra sus acuarelas hechas con distintas borras. Cada variedad y cada región vitivinícola aportan su tono, por lo cual las posibilidades de alcanzar distintas gamas son inmensas, como el extraño ocre que da la borra de un champagne muy añejo que alguien le regaló, porque ya no servía para beber.
Y es así que desde hace ocho meses, desde que incorporó esta nueva técnica a su arte, se la puede ver salir de las reuniones de amigos con varios frasquitos donde junta los culitos de vino que quedan en las botellas. Todo sea por el arte y su camino de experimentación.
Con una ayudita de mis amigas
Ellas fueron las que le dieron las técnicas para empezar un nuevo camino de expresión. La primera fue Miryam Cuevas, quien además de darle pinceles y papel le dio los lineamientos iniciales. “Cuando volví a casa me senté en la mesa y de un tirón me pinté creo que el paisaje más lindo de mi vida, que lo tengo en mi cuarto”, cuenta. “Después fue Diana Maure quien me explicó que al ser las acuarelas transparencias, se pinta de desde el fondo para adelante, porque nada tapa nada o sea las figuras en primer plano no tapan el fondo, se van agregando. Mi hermana Roxi, que es acuarelista, me dio la otra guía: “no uses anteojos, las acuarelas son manchas”.
Ahora se dedica a ambas técnicas porque, vaya uno a saber porque pasan estas cosas, a raíz del éxito de sus acuarelas mucha gente conoció sus obras en barro, y últimamente le llueven los encargos de éstas, con su técnica querida.
La Plaza de Chacras, el inicio
Su paso de profesora de inglés a artista llegó de la mano del barro. “Cuando terminamos el rancho de adobe donde daba clases, me compré un bastidor para pintar la pared de la ventana, que había quedado tan linda”. Tratando de imitar el adobe utilizó barro y así siguió experimentando, sumando óleo y semilla volcánica, que rescata en sus paseos por la montaña.
Sus primeras exposiciones fueron en la plaza de Chacras, en los tiempos de la esplendorosa Feria de la Cultura, allá por el año 1998. Por aquellos días había tomado unas clases de cerámica con Vivian Mayne y, como no estaba en su idea realizar piezas pequeñas, se orientó por el lado de los murales. El primero fue uno de gran tamaño, que representa el interior de un baño y que hoy luce, justamente, en la pared de su baño. Luego vinieron varios más pequeños, de los cuales muchos han encontrado nuevos destinos.
Con el tiempo, y varias obras para mostrar de variadas técnicas, llegaron las exposiciones en Buenos Aires y, aquí en Chacras, en el MUCHA, en La Piadina y en el I y II Encuentro de Artistas Visuales.
El Galpón de los Rocha
“Empezamos haciendo un galponcito para garage y taller, pero pronto nos dimos cuenta que si no nos veníamos a vivir acá, jamás construiríamos la casa”. Así que armaron los petates y se mudaron al galpón. Los niños eran pequeños y la vida sabía a aventura. Ya instalados comenzaron las ampliaciones, que no pararon hasta varios años después.
La construcción era de ladrillo. Antes del revoque hicieron el ranchito de barro para que Mema tuviera su classroom. “Y ahí arranca la historia” repite. “Descubrimos el placer de trabajar y construir con barro y sus inmensas posibilidades. Entonces decidimos revocar la casa, por dentro y por fuera, con ese material. Esto le dio una temperatura ideal: fresca en verano y cálida en invierno”.
Lo último que hicieron, en 2010 como certifica la fecha tallada en la entrada, fue el galpón-taller, tal vez en cumplimiento del emprendimiento original, aquél que empezó todo.
Contacto
Para los interesados en adquirir una obra de Mema: 496 2557 o 156 141762