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¿Plasticidad Neuronal?

La enorme capacidad del sistema nervioso para cambiar o transformarse ante variados estímulos fisiológicos o patalógicos.

Muchas veces nos hemos asombrado acerca de la enorme capacidad que posee el sistema nervioso para recuperarse ante algún déficit o deterioro de alguna de sus funciones. De la misma manera y en contraposición a lo anterior, es la forma en la que un sujeto luego de repetidos intentos, prácticas o entrenamientos es capaz de incrementar sus habilidades en alguna disciplina en particular.

Algunos ejemplos son las personas no videntes que poseen un déficit del sentido de la visión y en la que se observa un incremento de su sensibilidad para oir, tocar o sentir como así también, aquellas personas que luego de un accidente cerebrovascular que compromete seriamente algunas de sus funciones sensitivo-motoras, son capaces de recuperarlas casi por completo luego de un adecuado tratamiento de rehabilitación. Mientras que los sujetos que son hábiles para tocar el piano, las matemáticas o el canto, son menos competentes para otras destrezas.

Estos y muchos otros ejemplos reflejan la enorme capacidad del sistema nervioso para cambiar o transformarse ante variados estímulos fisiológicos o patalógicos. Son precisamente estas dos palabras remarcadas las que definen el concepto de plasticidad neuronal. La comunicacíon o interacción existente entre las neuronas es dinámica, es decir, cambian conforme a diversos y variados estímulos de naturaleza endógenos o exógenos. Si bien nacemos con un número determinado de neuronas y la capacidad de regeneración neuronal es muy limitada, es realmente asombrosa la habilidad de éstas para reacomodar, rehacer o cambiar su conectividad con otros grupos neuronales vecinos conforme a la circunstancia en particular. Es así, por ejemplo, en el caso experimental en el que se le amputaran ambas piernas a un mono, los grupos neuronales que se encontraban a cargo de la motilidad y sensibilidad de dichos miembros cambiarían y reharían nuevas comunicaciones con neuronas vecinas. Es de esta manera que si compararamos las habilidades sensitivo-motoras de ambos brazos de este sujeto con las de otros monos que posean sus piernas, se destacaría el primero respecto a los demás. Este concepto de cambios plásticos neuronales va de la mano de que la  corteza cerebral posee una representación sensitivo-motora de todo nuestro cuerpo. Esta expresión cortical del organismo, es directamente proporcional al grado de estimulación o uso del mismo. Es así, por ejemplo, el área cortical que representa los músculos de los brazos y piernas, será mayor en un boxeador comparado al de un pianista. En los últimos años numerosos trabajos científicos han demostrado que si bien la capacidad de regeneración y recuperación del sistema nervioso es muy limitada en comparación a otros sistemas, tales como el sanguíneo, muscular o gastrointestinal, la complejidad de las interacciones neuronales están siendo develadas gradualmente conforme a los avances científicos y tecnológicos.

Finalmente, en el Instituto de Investigaciones Biomédicas (INBIOMED) de la Universidad de Mendoza, experimento con un modelo animal de hemiparkinsonismo. Si bien el objetivo de mi tesis doctoral es avanzar en el conocimiento de nuevos mecanismos celulares que expliquen la neuroprotección celular específica por hormonas esteroideas sexuales y así, aportar nuevas propuestas terapéuticas susceptibles de ser empleadas en seres humanos, observo los diferentes cambios plásticos neuronales que ocurren en los sistemas de neurotransmisión de los diferentes grupos experimentales. Tales cambios son observables y demostrables tanto a corto plazo (horas) como a largo plazo (días, meses) y es a partir de estas nuevas interacciones neuronales que infiero acerca del efecto neuroprotector de la droga experimental.

Dr Sebastián Marcelo Casas.

Doctorando Instituto de Investigaciones Biomédicas

Universidad de Mendoza.


Neuroplasticidad-Adaptación-Flexibilidad

A modo ilustrativo, la neuroplasticidad colabora en la adaptación al medioambiente.

Adaptarnos significa “cambiar algo”, ser plásticos, flexibles frente a los cambio en el ambiente, en nuestro entorno.

Cambiar de tanto en tanto nuestras rutinas, cambiar la ruta para ir al trabajo, leer algo diferente, preparar un desayuno distinto al de todas las mañanas.

Cualquiera de estos son ejemplos de flexibilidad, que se traducen en el aumento de ciertas capacidades y nos aleja de la rigidez de las rutinas y nos flexibiliza, nos hace de algún modo más aptos a este medio tan cambiante. Adaptarnos a los cambios climáticos, a la vertiginosidad del crecimiento tecnológico, puede traducirse en calidad de vida.

Darwin decía en que no se adapta, pierde. Sin ser quizás tan extremistas, hoy podríamos decir y en términos más humanizantes “el que se adapta, vive mejor”.

Nuestro sistema nervioso cuenta con las capacidades necesarias para permitirnos cierto margen de flexiblidad. ¡Usemos entonces estas capacidades para vivir mejor!

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