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¡Gracias, Sergio…!


Hace unos días, más precisamente el 17 de febrero pasado, los mendocinos perdimos a Sergio Embrioni, una gran amigo y artista, pero por sobre todo una excelente persona.

Fue -y es- uno de los referentes del rock mendocino. Fue parte de Alcohol Etílico y de los Enanitos Verdes y amante del folklore cuyano.

Lideró la banda Mañol, desde la que creaba musicalmente con la idea de cambiar la realidad del mundo actual.

Su padre, Ricardo Embroni, fue un reconocido artista plástico. De allí la vinculación de Sergio con los trabajos de utilería que realizó en distintas Vendimias y obras de teatro.

En 2006 fue, más que el director musical, el alma musical de la Vendimia y quien se animó a hacer del Canto a Mendoza, un rock sinfónico que nadie olvidará.

Los cambios en este himno vendimial fueron realizados en el soporte musical –sin tocar la letra- en el que utilizó cuatro guitarras eléctricas, teclados y un bajo. El aporte de los cantantes para el resultado final “fue fundamental”, según Sergio nos contaba por aquél entonces, refiriéndose a Javier Segura, Vicky Di Raimondo, Negro Fiat, Fana y Daniela Martínez, Dadiván, Selmira y Bachi Becerra.

Ese año, junto a Mario Mátar –otro gran referente del rock mendocino, ex Altablanca y Zonda Proyect- ofreció un cierre magistral a nuestra Fiesta máxima con un tema compuesto especialmente para el espectáculo de fuegos artificiales.

Como director musical eligió un tema de León Gieco –sorprendiendo gratamente a los seguidores del popular cantautor- para tender la alfombra a las ocho Vírgenes de la Carrodilla que simbolizaron las múltiples creencias populares. Su aporte hizo de aquello una Fiesta de la Vendimia especial.

Por eso, desde todo aspecto, Sergio fue un lujo que nos enorgullece a los mendocinos de que haya sido nuestro.

Para-mar (Sergito song)

La canción que el Enanito Verde Marciano Cantero le escribió apenas supo de su partida. Marciano nos contó que “yo estaba trabajando en una canción nueva una hora antes de que me avisara Felipe. La primera estrofa tiene como rabia y nada …cuando Felipe me avisó, entendí el porque de la rola y la completé, llorando claro está …”.

Vociferar cuando al nacer la realidad ya no es igual

a la de ayer, la de recién, a esa que me acostumbré

todo a mi alrededor, todo aquí cambió

pero nosotros no

como me puedo conformar a que no estés

cuando las lluvias caen aquí, mojándome de humanidad

dándome cuenta que no sé cuando finalmente fue

que te perdí en el camino

y estas ganas de cantar esas cosas que cantabas

y recordarte con esa sonrisa clara

y esa luz en tu mirada para-mar

me regalaste armonías y tu palabra mordaz

me brindaste tu compañía, me diste tu libertad

y a veces no entendí, que algo pasaba en tí

y que decía plis, solo decía  plis

y estas ganas de cantar esas cosas que cantabas

y recordarte con esa sonrisa clara

y esa luz en tu mirada para-mar

tus pinceladas de color aun destellan en mi blanco y negro

como buen hombre vegetal, como buen loco natural

que se merece que alguien lo quiera

y estas ganas de cantar esas cosas que cantabas

y recordarte con esa sonrisa clara

y esa luz en tu mirada para-mar

Marciano Cantero

Qué tristeza tan grande estar escribiendo estas palabras, que inútilmente intentan expresar el dolor y la incredulidad de despedir a un amigo como Sergio Embrioni.

Fue un ser adorable en todos los sentidos, una bellísima persona que con sólo estar cerca te impregnaba de su dulzura, su chispa, su buena onda. Un músico brillante que, a quienes portamos ciertos años, marcó para siempre como nos marcó aquella época idealista en que empezábamos a construir nuestras vidas soñando con un mundo más humano, más libre y más natural. Paz y amor, y la música era nuestro código.

El Sergio formó parte de aquello, fue protagonista. Él hacía y escuchaba esa música que amábamos. Pero además, la hacía con talento, con pasión. Algo no muy común por estos tiempos. O mejor dicho, en estos tiempos en que la pasión está puesta casi solamente en cosas materiales.

No fue su caso. Fue un idealista hasta el final de sus días. Y tal vez por eso, estaba tan solo. No encajaba en estas vidas tan apuradas que nos hemos sabido construir, sin tiempo para disfrutar y gozar, de los amigos, de la música, de la alegría. Ni siquiera tenemos tiempo para compartir el dolor, ni el nuestro ni el de los amigos. ¿Dónde estábamos mientras armaba el cadalso desde el que saltó al cielo?

Seguramente, deberíamos escuchar estos palos que nos da la vida para cambiar de actitud, tratar de poner un poco más de atención en los afectos, en las personas que nos hacen bien, en las cosas que nos emocionan y nos apasionan. Pero hoy, no mañana. Mañana siempre es tarde. Como ahora, que perdimos al Sergio para siempre.

En estos momentos recién compartidos entre muchos que lo quisieron, escuchando a sus compañeros de ruta Dimi Bass –de Alcohol Etílico- y Felipe Staiti –de los Enanitos Verdes-, más Daniel Sissini, de Cris, tocar juntos al pie del cajón con sus restos, a modo de gran despedida, las canciones que en algún momento compartieron, se sintió en el aire esa pasión y amor por la música que los hace, nos hace y lo hizo vibrar.

Tal vez, me pareció sentirlo, el Sergio, les movía las manos a sus amigos como pidiéndoselas prestadas para sentir una vez más la emoción de la música en su alma.

Sé que estaba entre nosotros, con ellos, en cada nota que interpretaban.

Fue algo hermoso de su parte: ese pequeño recital que nos brindaron quedará por siempre en nuestros corazones, en nuestra memoria. –¡Gracias, chicos!-.

Ahora lentamente regresamos a nuestras vidas, tratando de salir del estupor y el dolor de su ausencia. Un triste camino.

Hemos perdido otra bella persona, otro amigo del alma, otro gran artista y brillante músico. Un ser de luz al que deberemos visitar en nuestros corazones y los recuerdos que sepamos atesorar. ¡Chau Sergio querido! Nos reencontraremos sonando en una noche de aquellas…/Adriana Sayavedra

Cuando Charly García dijo en Viernes 3AM, “Los que no pueden más, se van”, parecía escribir de algún personaje lejano, de novelas.

Pero cuando te enterás que Sergio nos dejó por su propia voluntad, la sangre se queda helada por un largo rato. El no era el tipo de persona que te imaginás que iba a dar ese paso. Sergio fue una luz, lleno de amor, de ética, de una pasión tan grande que no te cabe en la cabeza enterarte que se fue de esta forma.

Mendoza es un lugar lleno de gente querible, y él era uno de los más queridos por todos. Queda la reflexión de cómo puede ser que haya faltado tanta contención de todos nosotros. Debemos cambiar de una vez la forma de relacionarnos. Demasiado Facebook y pocos abrazos reales. Demasiado cariño disperso, demasiado tiempo que dejamos para vernos después.

Hubiera querido verlo antes a Sergio, pero ya vemos…dejamos mucho amor en el camino y no llega a tiempo para evitar estos baldes de agua fría.

Oscar Sayavedra

Alcohol Etilico en 1990. Gustavo Fish Fernandez, Sergio Embrioni, Horacio Gomez, Dimi Bass. Foto gentileza Fish Fernández

Se han dicho ya muchas palabras sobre Sergio, muchas de ellas tan verdaderas y sentidas, a las que adhiero absolutamente. A las descripciones de su alma pura y bondadosa, de su entrega plena a la vida, de su espíritu casi infantil de cristalino, agregaría también la de un notable sentido común, supe disfrutar de ese atributo, de su visión del mundo y de las cosas, de su observación del sentir y las miserias de la gente, porque todo lo anterior era, pero no era ingenuo, tenia el don de mirar  un poco  mas allá,  de percibir finamente y de concluir conceptos de no poca complejidad. Muchas palabras hemos dicho desde nuestras subjetividades, desde los que lo conocimos en mayor o menor medida, pero que nunca sabremos que oscurísimos laberintos transito. Tal vez solo una sola cosa puedo decir con total seguridad, lo extrañare, hace una semana hablamos por teléfono y quedamos en juntarnos para ir al estudio a escuchar los avances de una grabación, porque siempre queríamos verlo, que estuviese cerca, antes de tocar con quien fuere, a la hora de pensar en un invitado, siempre se pensaba en el, personalmente me alegraba el espíritu cuando pisaba el escenario, casi no importaba que tocara, porque su energía, presencia y carisma ganaban la escena. Claro que lo extrañaremos, extrañaremos lo que fue y en mi caso también y tal vez mucho mas, lo que no pudo, lo que dejo de hacer, los Riff y las canciones que se le quedaron adentro y que si existe un cielo, seguramente las estará desplegando infinitamente, ya sin dobleces, sin temores, en plenitud, para dejar de ser el y ser todos.

Gustavo “Fish” Fernandez

Fue un tipo generoso. Muchas canciones que dan vueltas por ahí tienen algún riff suyo. Otras, en tanto, salieron “muy parecidas” a alguna de sus creaciones. Pero nunca le importó demasiado si le copiaban o era factor de inspiración para alguien. El seguía en la suya.

Fue uno de los cuatro que puso la cara y la música en el primer disco de Los Enanitos Verdes. Aún hoy se recuerdan algunas de esas presentaciones, donde la Fender Telecaster sonaba estridente por detrás de todo.

Pero no le fue suficiente. Buscó otro rumbo, otra historia. Y pasó a ser parte de Alcohol Etílico, dueño de canciones que durarán por siempre, como “Una noche de aquellas”, que hizo junto a Dimi Bass.

Beatle y Rolling Stone a la vez en una provincia que amaba.

Pero se cansó y se fue a un paraíso brasileño que lo cobijó con ganas.

El tiempo lo fue ubicando en otros lugares, en otras responsabilidades.

Mañol pasó a ser su motor de vida y, en el medio, se hacía regalos de esos que sólo los músicos suelen ofrecerse: tocar con sus amigos de siempre, de esos que lo bancaron y lo disfrutaron.

En una de esas vueltas, Walter Neira lo entusiasmó para que hiciera algo en una Vendimia y se tiró nada menos que a ser el director musical de la misma. Y, como buen osado, se metió con algo grande, como crear una nueva versión de “Canto a Mendoza”, la histórica marcha que caracteriza a nuestra fiesta mayor.

Así, como generoso que era, nos regaló una versión estupenda, que sacude las tripas, que mueve los pies y que nos hace sentir bien mendocinos. Es la que desde 2006 se decidió usar, de manera oficial.

Hay momentos, flashes, que me obligarán a recordar a Sergio por siempre. Como cuando bajó del escenario del Bustelo después de cantar con Marciano Cantero, Felipe Staiti, Dimi Bass y Natalio Faingold el glorioso “Lamento boliviano” esa noche del 3 de setiembre del año pasado. Estaba feliz. Desde arriba de las tablas le explicó a la multitud que ahí  estaban los que le habían dado un nuevo sonido al rock latino.

Después, volvió a compartir con amigos un toque. Fue cuando Chris mostró su disco en el Teatro Plaza y cantó “Quiero creer”, junto a Daniel Carniello, Carlos Sisinni, Adrián Vinacour, Dimi Bass, Pierino Raguso y otros tantos legendarios.

O como cuando Ariel Roth, que pasaba con su gira “Dos Rodríguez” junto a Andrés Calamaro por Mendoza, se obsesionó por la Fender Telecaster -esa misma que estuvo al servicio de Los Enanitos y Los Alcoholes- que estaba viendo en las manos del talentoso Embrioni y terminó comprando.

Siempre fue generoso. Siempre me llamó después de alguna entrevista para agradecerme la atención. Pero nunca se dio cuenta que el agradecido era yo.

Hoy, “El hombre vegetal” decidió irse de nuevo, en busca de nuevos caminos.

Algún día nos volveremos a ver.

Walter Gazzo

Decidiste irte, ahora tu alma no sabrá que hacer sin tu guitarra y nosotros no sabremos que hacer sin tu alma.

Rodolfo Muratorio

Algunos beben cuando están muy tristes o cuando están muy felices…Yo, para ponerme a escribir, debo experimentar una bipolaridad semejante…Lo conocí en los ochenta, cuando rasgaba con audaces riffs los jóvenes temas de aquel entonces de los Enanitos, vivía cerca de Radio Nihuil, como el Negro Staiti, y nos hartábamos hablando de música en lugares insólitos como la panadería o el kiosco… Era un tipo tan simple…Después, no más Enanos, no más Etílicos, no más Mendoza, y dejamos de vernos, salvo el encuentro en alguno de sus melancólicos regresos. Y seguía siendo un tipo simple, siempre lo fue. Igual que nuestra relación, simple pero auténtica, era el roce de dos tipos que eligieron amar la música, pero de distinta manera. Y hoy decidió emprender el viaje más largo. Y saber que su viola ya no sonará por aquí cerca me pone triste. Muy triste. Como necesitaba estar para escribir después de conocer tu muerte, amigo.

Julio Alberto Fustet

Gracias Sergio por quedarte por siempre en Vendimia…

Gloria Palmero

Hay muchas palabras, recuerdos y buena onda para hablar de Sergio, pero pienso en este momento en que no hay que dejar solos a sus niños y pensar, reflexionar, meditar, rezar mucho para que pensamientos positivos y amorosos guíen su camino en la muerte, deseándole la iluminación o al menos un feliz renacimiento.

Luz Faingold

Hay otra soledad, soledad aun más terrible que la del insomne, la soledad del suicida.
Abre agujeros, pozos en el alma,
donde cae a las conversaciones con la muerte,
y son tan fríos, tan oscuros y profundos esos pozos,
que hasta sus propios fantasmas por miedo lo abandonan,
y no hay soledad más perfecta.
Escrito por el poeta Carlos Levy, a la memoria de Sergio.

¡Qué pena tan grande.. cuántos recuerdos…una época que nos marcó a varios de nosotros y lo pasábamos bárbaro!

Ariana Serpa

1 Comentar este artculo

  1. trinidad lucero tombesi Dijo:

    Gracias Sergio , te amamos … Oscar Sayavedra te describe tal cual !

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