A.G.
Aquí la languidez estilizada,
la tristeza en los ojos, la más pura
palidez de un rostro que a la noche
va ofreciéndole de a poco una locura.
Cambiar el mundo, dice su voz blanda
Cambiar el mundo… ¡quién pudiera!
Empuñando un beso, alguna rosa
y un compendio de palabras nuevas.
Aquí la delgadez y la frescura,
la débil mano conducida
a combatir un mundo que no entiende
la vida simple, la simple vida.
Aquí una voz tranquila, una elegancia antigua,
un lenguaje de secretos circundantes.
Y un recuerdo tal vez algo dolido
Y un silencio tal vez algo distante.