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Divagaciones sobre Correveidile 100

El desarrollo progresivo de éstas por el trabajo, y especialmente el logro del movimiento de pinzas entre pulgar e índice, inician la era de la utilización de herramientas y del ensayo y error, lo cual, a su vez, provoca la enorme expansión de los hemisferios cerebrales, fenómeno que terminó por separarnos definitivamente de los otros animales en la escala evolutiva. Por otra parte, su organización gregaria, cada vez más especializada hace necesaria  la aparición del fenómeno comunicacional.

Primero los gestos, luego sonidos guturales de alerta, hasta emitir la voz organizada en sílabas y luego frases. Desde ese momento hasta el dibujo primero y luego la aparición de la escritura, pasaron otros tantos milenios.

Se sabe de los papiros egipcios y sus escribas y también de los chinos. Allí se inventó el papel, la pólvora, la obtención de la seda y la imprenta. Sí, la imprenta. Gütemberg, en realidad, inventó los tipos o letras intercambiables. Todo lo escrito fue necesario para ahora poder entender el significado generalizador de la palabra.

Piense Ud. realizando una breve experiencia, en la palabra mar, por ejemplo. Eso hará que Ud. evoque recuerdos, vivencias y le vengan a la memoria palabras como arena, sol, calor, maremoto, inmensidad. Si repite la experiencia con otros, encontrará coincidencias y muchas diferencias. Ello depende de su cultura, de su historia, de su medio, de sus experiencias, de su observación del mundo natural, etc. De ahí la importancia de la generalización de la palabra. Sólo quien las haya utilizado comprenderá su verdadero papel humanizador.

Existe un abismo de contradicciones entre lo que se ha dado en llamar “globalización”, responsable del engaño de la información al instante sin esfuerzo, por un lado y, por el otro, el paciente, anónimo y esforzado trabajo del que realmente respeta y ama su idioma, que aprende diariamente y publica un periódico, no con mentalidad de “negocio”, sino con la honesta finalidad de información como solidaridad social, de informar verdaderamente y no desinformar intencionadamente.

Un periódico es cosa seria. Es un instrumento y vehículo de cultura que puede ser dulce como la miel, filosa como la espada, demoledora como una bomba. Tierna cual tallo de palmito, pero fundamentalmente, nutrición para nuestro cerebro, ya que para que el sistema nervioso funcione necesita de la palabra como estímulo fisiológico. Sin la palabra, especialmente la escrita, nunca podrá haber desarrollo y caerá irremisiblemente la cultura.

Sé que Ud. piensa como yo. No estamos solos. Por ello es que, aprovechando la aparición del número cien de Correveidile, hago votos para que la llama vocacional que los acompañó a la aventura, no deje de arder ni iluminar jamás.

¡Felicidades y Gracias!

José Enrique Marianetti

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