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Lugares de película: De viajes en el cine, en tiempos de pandemia

En este mundo que ha adoptado contornos propios de un ominoso serial de ciencia ficción, la sola idea de viajar parece remitir a un pasado lejano y, a la vez, a un utópico sueño afincado en el futuro.

Por Patricio Pina*

Movernos, desplazarnos de un lugar a otro y conocer lugares desconocidos, forma prácticamente parte esencial del ADN de la humanidad. Recorremos y transformamos el planeta desde que nos pusimos de pie en la sabana africana, hace más de tres millones de años. Nuestro ir y venir ha obedecido a multitud de causas, desde las placenteras hasta las dolorosas, todas ellas fuente de innumerables relatos míticos o de simples apuntes al pie de una agenda, cada uno modélico y trascendental a su modo, pues no hay viaje, no puede haberlo, que no nos modifique por dentro.

Para paliar de algún modo esta impensada inmovilidad, nada mejor que el cine para conocer nuevas geografías y darnos el momentáneo lujo de que, durante la duración de las películas, los problemas sean de otros. Paradójica y felizmente, no tenemos que ir demasiado lejos para hacerlo: Netflix, cuya omnívora voracidad intenta deglutir cuanto proyecto audiovisual ande por allí, guarda en su catálogo algunas pequeñas gemas ocultas, disponibles para cinéfilos inquietos, que nos recuerdan cuán influyentes son los viajes en nuestras vidas.

EL REY DEL ONCE (Daniel Burman): un economista regresa al barrio de su infancia y redescubre sus orígenes, esos que sin saberlo lleva tatuados en sus genes. Viaje sin escalas de Nueva York a Once: inmersión profunda, con ribetes cercanos al documental, por un barrio pintado en todo su pintoresco caos por Burman.

Y RESPIRA NORMALMENTE (Isold Uggadóttir): Dos mujeres cruzan sus destinos a partir de un incidente migratorio. La mirada inteligente de la directora demuestra que sus vidas tienen más de un punto en común, aunque una lidie con sus estrecheces económicas en una nublada y fría Islandia y la otra viva la valiente travesía de la migración forzada desde Guinea – Bissau. La película aprieta pero jamás ahorca. Sensatez y sentimientos.

ATLANTIQUE (Mati Diop): Un amor prohibido y una situación laboral precaria provocan un éxodo cuyo perfil trágico es recién el punto de partida de una película que une el policial y lo sobrenatural con la denuncia de las condiciones que impone el capitalismo más crudo en el castigado continente africano. Una mirada senegalesa sobre la migración.

YA NO ESTOY AQUÍ (Fernando Frías de la Parra): Lejos de la explotación miserabilista con que el cine europeo suele retratar las pobrezas emergentes, esta película es un viaje a un mundo que conocemos casi menos que la luna: vida, costumbres (léxico casi críptico para muchos hispanohablantes) y pesares de los jóvenes aglutinados obsesivamente alrededor de la cumbia “Kolombia” en la ciudad mexicana de Monterrey. Ulises sigue su propio “camino del (anti)héroe”, se exilia en Queens y regresa con la visión renovada ante una realidad insoslayable, confirmando aquello de que uno nunca se baña dos veces en el mismo río.

*Rector de la Escuela de Cine. Junto a Claudia Nazar llevan adelante un Taller de Cine, todos los sábados a las 16:30 hs. Obviamente, quedándose todos los asistentes en casa…


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