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Resiliencia: La capacidad de regenerarnos

María Belén Mulle Bernedo* escribe sobre este concepto que es parte de un proceso comunitario, cultural e individual para adaptarnos a situaciones adversas.

La resiliencia es la capacidad que tienen las personas y los sistemas para sobreponerse a situaciones adversas y crecer. Cuando revisaba material disponible sobre esta noción se hicieron evidentes las distintas concepciones que hay sobre qué debería ser entendido como resiliencia.

Muchos autores coinciden en la existencia de tres factores que se hacen presentes: un desequilibrio que eventualmente se convierte en equilibrio mental, el dinamismo y una situación de crisis o adversidad. Existe, además, una salvedad relacionada: las conductas resilientes son procesos y caminos que desarrollan todas las personas, salgan airosas o no de estas eventualidades.

Hay muchísimas situaciones sociales y contextuales que inciden en esto. De hecho, una de las imágenes que aparece asociada a la resiliencia es la de una planta que crece en la grieta de un ecosistema urbano y cómo puede hacerlo perfectamente y adaptarse a una situación que no es la natural para ella.

Al ver esta imagen pensaba: “Estamos viendo la finalización, el evento terminado de crecimiento de la planta pero qué tuvo que atravesar para alcanzar esas condiciones”. De esto se trata el proceso: de que cada una de las cosas que hacemos, que no siempre serán alegres y agradables, nos van a permitir avanzar y crecer utilizando estrategias: puede ser el humor, la indiferencia, meterse para adentro o entretenerse. Debe haber variedad de mecanismos para que el desarrollo no sea en una sola área.

Algo importante que plantean todos los autores es que las personas resilientes no se dan cuenta que lo son hasta que han atravesado la situación adversa o sea, hasta el momento en que pueden focalizar y visualizar el fondo y la figura de lo que vivieron durante el proceso y qué fue lo que aprendieron y adquirieron. Esta capacidad está relacionada al transitar la cuarentena: tal vez no podamos verlo aún pero eventualmente llegaremos a un equilibrio en el que hayamos desarrollado conductas que nos permitieron afrontar el proceso.

Al seguir indagando, lo que más me sorprendió fue que los investigadores destacan que quienes son más resilientes tienen un factor de crecimiento neuronal aumentado y han podido configurar una situación sobreponiéndose a ella. Sin embargo las personas que no han podido aprender de la adversidad tienen una menor cantidad de este factor, que facilita la conectividad entre las neuronas y la posibilidad de generar nuevas conexiones.

Cada una de las conductas y acciones que llevamos a cabo nos permiten aprender y adaptarnos para configurar nuestra comprensión y manera de mirar la vida. Cada uno de los eventos que nos estresan, que nos hacen sentir mal o perder el control, que generan miedo, ansiedad y angustia durante la cuarentena, los hemos afrontado de distintas maneras. Estas nuevas estrategias en algún momento deberán ser utilizadas aunque ahora veamos dificultades.

Piensen en cualquier situación de su vida en la cual tuvieron que enfrentarse a algo nuevo que resultaba molesto no de forma colectiva sino individualmente. ¿Siempre fue tan sencillo mirar el problema, la situación y plantear la resolución? En la mayoría de los casos lo que nos pasó fue que ese problema resultaba distante y difícil pero a medida que fuimos caminando y mirando hacia atrás, encontramos un montón de herramientas que adquirimos para poder utilizar en otras oportunidades.

*Psicóloga y estudiante del Posdotorado en Neurociencia. INBIOMED-IMBECU-CONICET.


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