Archivo | abril 23rd, 2020

Reflexiones: La lucha contra el olvido -->

Reflexiones: La lucha contra el olvido

Compartimos algunas palabras de la escritora e historiadora Norma Acordinaro Gil, autora entre otras obras, de “Del otro lado del río” y “La lucha contra el olvido”.

A continuación, una reflexión para exigir derechos igualitarios de acuerdo a la capacidad y no quedar en desventaja por el hecho de ser mujer. Tampoco se trata de una actitud de enfrentamiento: se puede cambiar lo que por costumbrismo se consintió. Para que esta lucha llegue a buen puerto, tengamos en cuenta reclamar derechos y no venganzas por un pasado que ya no se puede revertir. Inútil sería hoy malgastar energías. Nuestros pasos van hacia adelante, donde está el futuro y la esperanza, sosteniendo en alto el amor, la tolerancia y la mano tendida hacia todas y todos, sin discriminación.

Ya demasiadas víctimas han quedado en el camino desde las intrépidas que se animaron a exigir derechos y el primer golpe fue la calumnia y la discriminación. En el campo laboral despidos, hambre, maltrato, detencio- En el Mes de la Mujer compartimos algunas palabras de la escritora e historiadora Norma Acordinaro Gil, autora entre otras obras, de “Del otro lado del río” y “La lucha contra el olvido”. Reflexiones La lucha contra el olvido El efecto mariposa nes, cárcel y asesinatos. Leyes inconsultas regían los destinos de la mujer, derechos amordazados y aceptados como mandato divino. Lentos han sido los cambios, al paso de la tortuga; mucho se ha logrado en los aspectos legales, queda arrancar hábitos regidos por la tradición, lo que no significa dañar a la familia, sino darle a la mujer derechos que le fueron negados por falsos prejuicios insertados en la sociedad.

Dirigir empresas, ocupar cargos políticos y otros, eran espacios exclusivos de varones, los que también armaron la guerra y gravaron en las mentes que el mayor honor era aportar hijos a la patria. Hoy, que a las mujeres ya no nos venden “espejitos de colores”, respondemos. Desde 1810 los sistemas de gobierno fueron fracaso tras fracaso y las guerras civiles y otras, por incorporación forzosa, consumieron hombres a lo largo del siglo. Fueron las mujeres arrastrando su dolor las que desempeñaron los trabajos más rudos para mantener hijos y padres ancianos. En vano buscamos comentarios sobre el aporte de la mujer: no se la tuvo en cuenta. En el sistema educativo se tendió a elogiar las batallas, no nos dijeron “qué valientes las mujeres pacifistas”, que armaron movimientos para defender los derechos de los hijos que habían gestado en su vientre y otros decidían que fueran carne de cañón. Basta ya de aguantar y conformarse con la gastada frase: “Y… ¿qué se le va a hacer? Las mujeres nacimos para sufrir”. YA NO MÁS.

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Memorias del pueblo que fue -->

Memorias del pueblo que fue

Compartimos la primera parte de este relato que escribió Carlos Adduci sobre sus recuerdos de infancia en comunidad.

“Fui inmensamente feliz en Chacras”, fue mi respuesta cuando me preguntaron sobre mi infancia, y se me disparó la respuesta casi en forma inconsciente. Cierro los ojos y lo primero que llega en un tropel de recuerdos son risas, amigos, potrero, fútbol y cine. Puedo decir que conocí la felicidad. Cuando quiero ordenar en mi cabeza todo este caleidoscopio de imágenes, sensaciones y aromas, lo primero que aparece es la Plaza, que yo repetía -sin ponerme colorado-, que era una de las más lindas de Mendoza (a pesar de que casi no conocía ninguna otra).

Yo la veía como el patio grande de mi casa: estaba enfrente, cruzando la calle Italia, frente a la Iglesia, al oeste, el cine, el Memorias del pueblo que fue: “Fui inmensamente feliz” kiosco y la Telefónica. Hacia el sur la heladería y la Teresa O’Connor, mi escuela primaria; al este la policía, mi casa y el Registro Civil en la misma cuadra. Ahí en la Plaza ocurría casi todo: era el punto de llegada y partida para cualquier menester, ya fuera para ir de compras, al kiosco o encontrarse con un amigo. Desde allí chusmeábamos a los que iban a misa.

También desde la rotonda sabíamos qué chicas irían al cine. Mi plaza, también era el punto de concentración para ir al potrero, al partido o al lugar donde se juntaban los más grandes luego del trabajo. O para dar la vuelta del tonto al atardecer: a partir de las ocho había música (continuará)…

Carlos Adduci en primer plano en la puerta del cine Splendid (hoy salón Leonardo Favio) en el año 1971. También se puede ver a Miguel Agustín, Olaf Guldberg y al Cuni Giorlando, entre otros.

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