Actualidad: La crisis de las representatividades

El bolonqui que se armó con la derogación y posterior restablecimiento de la ley 7722, sumado a los procesos que están teniendo lugar en varios países, nos lleva recordar un par de cosas que venimos diciendo desde hace tiempo sin que, admitámoslo, nadie nos dé mucha  bola.

Por Dr. Alberto Montbrun – UNCuyo

1.- Legitimidad política versus licencia social

Rodolfo Suárez obtiene el 51 % de los votos y Anabel Fernández Sagasti, el 36 %. Si ambos se ponen de acuerdo en un tema crucial como la minería ¿cabe objetar la legitimidad de la decisión? La realidad muestra que sí.

Hay una concreta divergencia entre legitimidad política y licencia social. La gente (ese colectivo tan usado y clisheado) piensa por sí misma y se empina sobre el verticalismo de sus convicciones. Sale a la calle, se moviliza y obliga a recular. Se podrá argumentar que no hubo realmente un “debate” y que tanto la posición triunfante como la que busca facilitar la reapertura de la actividad minera cuentan con argumentos válidos a favor y en contra. Seguro, pero la militancia ambientalista jugó un papel catalizador muy importante porque hay elementos sencillos de visualizar y absorber por amplios sectores:

1) el agua es crucial para Mendoza;

2) la minería a cielo abierto contamina y consume mucha agua;

3) en los controles del Estado no cree nadie;

4) mientras no aparezca algo más seguro, mejor y confiable dejemos la 7722.

2.- Los representantes ya no representan

Hace décadas que las encuestas de opinión exhiben una constante y sistemática reducción del nivel de credibilidad, confianza e imagen positiva de los partidos políticos y las instituciones en general. En la actualidad menos del 80% del colectivo social se siente representado por algún partido concreto. Las opciones de voto se definen en cada elección en función de los candidatos y del nivel emocional de la gente. A ello se suma la desaparición –en términos prácticos, no de discurso y sanata– de los viejas ideologías rígidas, prescriptivas y programáticas. ¿Entonces? ¿Dejamos todo como está o empezamos a pensar algo distinto?

3.- La separación de poderes nunca fue real, pero ahora menos aún

Lo sabemos hace tiempo pero lo confirmamos ahora de nuevo: el congreso, las legislaturas y los concejos deliberantes están dibujados. Desde el surgimiento de la intermediación de los partidos políticos a principios del siglo pasado se generaron los roles de “mayoría oficialista” que vota todo por “lealtad” y no pregunta nada y “minoría opositora” que se opone y critica todo. Cualquier idea de debate o discusión en busca de síntesis superadoras ha desaparecido salvo excepciones (vg. juicio por jurados). Oficialismos y oposiciones son siempre iguales sea cual sea el nombre del partido. Cuando la UCR era oposición en Mendoza impedía el endeudamiento de la provincia que ahora como oficialismo quiere aprobar. El PJ se opuso a la fórmula de actualización de jubilaciones de Macri porque decía que perjudicaba a los jubilados…y ahora la deroga porque dice que es impagable. Patético.

4.- El pueblo delibera y gobierna cada vez más

Las representatividades están en crisis porque a lo largo de centurias hubo sectores sociales –élites, dirigencias, líderes, aristocracias, oligarquías– que tenían más acceso a la educación y al conocimiento que el resto. Ahora eso cambió y el conocimiento se democratizó absolutamente. Hoy hay mucha más sabiduría (y sentido común) en el colectivo social que en la legislatura o la casa de gobierno. Eso es nuevo y nos interpela. Los colectivos saben más que los líderes. Las preguntas que cabría formularse son:

1) ¿Puede haber democracia sin un parlamento representativo del colectivo social? Sin dudas que NO

2) ¿Puede haber democracia con una forma de mediación de la representación popular que supere el monopolio de los partidos y se abra hacia otros espacios sociales?

No apurarse a contestar. Mejor abrir la cabeza, ponerse creativos y mirar para adelante. Nuestra época es nueva y por lo tanto los anclajes en el pasado pueden ser inconvenientes para resolver los desafíos épicos que nos plantea la hora.

Imagen de los poderes de la Nación en la primera encuesta del año

Muy buena Buena Ni buena ni mala Mala Muy mala No sabe
Ejecutivo Nacional 16,4 19,8 26,7 14 15,4 7,7
Congreso de la Nación 4,9 15 35,4 20,8 17 6,9
Judicial de la Nación 2,6 5,7 21,4 27,9 36,9 5,5


Fuente: Inteligencia Analítica (Sebastián Galmarini) 2020


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