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Fútbol: Memorias con el “Gran Cachorro”

Hablamos con el lujanino Carlos Gil Aceituno, a cinco décadas del primer nacional de Gimnasia y Esgrima, torneo que se desarrolló en 1970 de acuerdo a la programación de la AFA.

Por José Félix Suárez – Especial para Correveidile

El relato de nuestro vecino Carlos “Cachorro” Gil Aceituno (77), que desde 1983 reside en Chacras de Coria, trae el emotivo recuerdo de aquellas dos finales frente al Atlético San Martín que se jugaron en el lapso de 24 horas. El conjunto del Este logró el derecho de enfrentar al Lobo del parque, que resultó campeón de la Liga Mendocina como ganador del “Torneo de Los Cuatro” que se jugaba en esa época y del que también tomaron parte Godoy Cruz, Independiente Rivadavia y Atlético Palmira.

Cero a cero fue el resultado del primer partido el 18 de julio en el estadio de Independiente Rivadavia y 1 a 0 el segundo el 19 de julio a favor de Gimnasia en la cancha de Godoy Cruz. Conquista justamente del popular Cachorro, así apodado desde su joven debut en primera división en la última fecha de 1960 con apenas 18 años. Desde entonces resultó un referente en aquel equipo del toque y del juego bonito que enamoró a Mendoza en una década plena de éxitos y logros significativos.

Con figuras del prestigio del popular Víctor Antonio Legrotaglie, “el bolita” Alfredo Ángel Sosa, “el polaco” Alfredo Victorino Torres, “el incansable” Documento Ibáñez, Juan de Dios González, Luis Esteban Castellanos y Alberto Cayetano Guayama, entre otros.

Aceituno fue un centro delantero de área, codicioso y goleador, además de un excelente cabeceador. Por esa vía marcó el gol que lo marcó para siempre en su carrera cuando con un impecable salto y un perfecto cabezazo en la entrada del área derrotó al arquero albirrojo Enrique Juan Reggi. Aceituno fue también el preparador físico de aquel vistoso y elegante Lobo formado en la escuela del profesor Luis Rodríguez, el gran maestro de esos tiempos. Se recuerda que después de su retiro administró con su hijo Marcos, la posada Villa Los Sauces en Chacras de Coria, una empresa familiar. De su núcleo íntimido y amado son parte su mujer, Norma Amelia Pacheco, sus cuatro hijos, María Fernanda, María Gabriela, Marcos Gastón y Daniela, y sus nietos.

Trayectoria

“Me inicié en los nobles potreros de Dorrego, infancia y juventud que compartí con mis tres hermanos: Rodolfo (fallecido), Alberto y Carlos. Llegué al Lobo gracias al Mona García, que me pagaba el ómnibus para que pudiera ir a entrenar. Con 18 años, en la última fecha de 1960 debuté en la primera en un encuentro contra Maipú y ese día cobré mi primer premio importante en el fútbol: 250 pesos. Cuando entregué el dinero, mi mamá no salía de su asombro porque esa suma era la que mi papá ganaba mensualmente como empleado de la antigua estación de colectivos en el centro de la ciudad. En el título de 1969 marqué el gol de la victoria en el segundo partido frente al Atlético San Martín que definió la clasificación para el Nacional de 1970. En esa misma época ya me había recibido de profesor de educación física,  alentado por mi maestro don Luis Rodríguez. En los tres nacionales consecutivos -1970, 71 y 72-, con hazañas inolvidables, Gimnasia se ganó el respeto de toda Mendoza. Me retiré joven, en 1972, para dedicarme a mi profesión de preparador físico”.

La entrañable relación que a lo largo de su carrera mantuvo con Legrotaglie, Sosa y Torres los llevó a ser conocidos como Los Compadres: “Nos pusieron así porque andábamos siempre juntos, éramos inseparables. Compartíamos todo: los asados, las picadas, el vermú, el truco, el billar, las guitarreadas y alguna serenata. Hacíamos un culto de la amistad, en las buenas y en las malas, dentro y fuera de la cancha”.

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