Escribe Gabriel Gallar

Esta semana caímos en la cuenta que CORREVEIDILE cumple 20 años. Las cifras ‘redondas’ parecen merecer más importancia que las otras. Costumbre no más de festejar décadas. Así, por ejemplo, recuerdo bien cuando el Corre publicó en Nº 100 (este es el 209), entonces escribí una extensa nota que dediqué a Alberto Cabanillas y a Adriana Sayavedra. En ella rememoraba la historia del persistente sueño (ya casi obsesión) del Beto. Las interminables charlas que giraban en torno al ‘diario’ de Chacras que, por entonces, se me figuraba más una quimera, una utopía, que una realidad posible. En verdad, yo no atinaba nunca a frenar el entusiasmo decidido del Compadre Cabanillas.

Una vez, me mostró feliz, unas hojas arrancadas de algún cuaderno tapadura, y con los ojos brillantes de dicha me dijo que esos dibujitos y otros garabatos serían el comienzo del Corre. Asentí con gestos indecisos, tratando de involucrarme en la ilusión.

Eso fue hace 20 años. El primer Nº, creo recordar, tenía 4 carillas. Parecía, más bien un folletito, que un periódico. Eso ocurrió en diciembre de 1999. No sólo pasó mucho tiempo, aunque ‘veinte años no es nada’. Pasaron muchas personas, amigos, vecinos…

Sería difícil recordar a todos y cada uno de los colaboradores que pasaron por el Corre. Algunos en la ‘cocina’ del periódico, como diseñadores, armadores, publicistas, etc. y otros como colaboradores externos y a veces espontáneos.

El Corre siempre estuvo atento a las necesidades vecinales, a los reclamos y a los logros. A ningún lector se le negó su derecho a opinar.

Mantuvimos con firmeza el derecho a vivir en un ambiente cuidado. Por eso nunca cesamos en el cuidado del arbolado, del agua y del paisaje en general.

También se debe destacar la fidelidad de los anunciantes, sin ellos no hubiera sido posible perdurar.

Felices veinte y que sean muchos más.

¡Gracias totales!