Salarios: Una salida para el mercado interno

Argentina es normalmente mal administrada y por lo tanto, deficitaria. Ese déficit siempre se ha cubierto con emisión monetaria o toma de deuda, lo que ha dado lugar a un proceso inflacionario que ha degradado los salarios, y desequilibrado los costos y precios.

Por Cont. Roberto Luis Villalon

La desvalorización constante de nuestra moneda ha elevado los costos internos en términos de nuestra moneda de referencia (dólar), disminuyendo nuestra competitividad para exportar (perdiendo trabajo interno), incentivando importaciones innecesarias (perdiendo trabajo interno), alentando el turismo que sale y desalentando el turismo que entra (perdiendo trabajo interno).

El dólar alto aumenta los precios del consumo interno y empobrece a la población, que deja de comprar y reciente al mercado interno, generando crisis productiva y laboral, además de recesión interna.

Lo erróneo es echarle la culpa al dólar alto como causante de la recesión.

El culpable es el sistema salarial con su estructura de funcionamiento a “salario fijo”, que no reacciona ante el cambio de los precios. No es culpable el dólar por subir, que nos beneficia productiva y laboralmente hablando, sino el salario que no sigue a los precios y que debe esperar a su renegociación, mientras la población pierde poder de compra y el mercado se detiene.

Una vez renegociados los salarios, el efecto de su aumento no logra la restitución total del poder adquisitivo. Al subir los salarios, suben los costos, y estos provocan el aumento de los precios: nuevamente el salario se devalúa y pierde poder de compra. Como verán, es una rueda de nunca acabar, que siempre vuelve a la situación original que causó el problema.

Haremos entonces una propuesta por fuera del sistema salarial, para mejorar el ingreso de los trabajadores sin aumentar los costos, mediante un ingreso extra/no salarial, que vuelve al mercado a través de sus compras.

El mecanismo consiste en tomar un porcentaje como valor agregado sobre los precios, que se agregue al final de la factura, lo recaude mensualmente la empresa con la cobranza de su facturación, lo separe y lo reparta igualitariamente entre sus trabajadores.

Para que sea uniforme y lógico este porcentaje, cada empresa debe tomar como base, el importe de su nivel promedio de ventas mensuales y relacionarlo con el costo promedio mensual de su plantilla de personal.

Esto da un número que indica el porcentaje que el costo de dicha plantilla representa sobre el nivel promedio de ventas mensuales de la empresa.

Si tomamos el 50% de dicho porcentaje y lo aplicamos como aumento sobre los precios, nos ofrece una suma superior al 60% del salario neto que perciben los trabajadores de cada empresa. Esto da un aumento real y contundente en los ingresos de los trabajadores, que por “no” provenir del sistema salarial y “no” ser pagado por la empresa, no aumenta los costos ni los precios y por lo tanto no genera inflación, pero sí, mayor actividad económica, con todo lo que ello significa.

Esta herramienta ofrece un incentivo a la productividad, mejora la estabilización de los precios y supone un importante aumento del ingreso real. Aumenta la rentabilidad de las empresas, los ingresos del Estado y la economía en general. Es fenomenal para contrarrestar el perjuicio que causa la inflación, dando además, una gran oportunidad de cambio en la actitud como en la manera de pensar, tanto de los trabajadores como de los empresarios.

Normalmente, el porcentaje de aumento de precios generado por esta propuesta, es significativamente menor al porcentaje de aumento de los ingresos del trabajador, compensando y neutralizando dicho aumento de precios. Sin duda, el tema es mucho más amplio y tiene otras aristas que han sido analizadas, pero esta es la idea general o la regla que sugerimos adoptar.

Por supuesto que toda regla tiene su excepción, pero si resolvemos la regla, será más fácil tratar cada excepción.

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