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Oscar: Hollywood cruje y se dobla, pero no se rompe

Repasamos los resultados de la edición número 91 celebrada recientemente en el Dolby Theatre de Los Ángeles.

Por Patricio Pina

En 1927, 36 directores, actores, productores, guionistas y técnicos se reunieron en Los Ángeles para pensar “cómo incentivar la excelencia” en el cine norteamericano, y concluyeron que la entrega de una estatuilla dorada que represente “el Premio al Mérito” sería una buena solución.

Más de 90 años después, la Academia cuenta con 8.000 miembros (incorpora entre 500 y 900 nuevos integrantes por año) y, si bien la cuestión del mérito artístico siempre fue y será materia muy opinable (y aquí en los Oscar, mucho más), no se puede negar el impacto cultural y económico global de la premiación. Siempre conviene echarle una ojeada a los galardonados, pensando los resultados como un síntoma de un estado de situación en la industria cinematográfica estadounidense, un modo de pensar y pensarse. Veamos brevemente:

  • El triunfo de Green Book legitima una mirada simple y tranquilizadora acerca de la resolución de los ancestrales conflictos raciales en los EEUU. El film de Peter Farrelly es ameno y las actuaciones lo elevan de la medianía previsible que lo acecha durante el metraje. Inevitable pensar el premio como un guiño a la buena conciencia racial activada tras el #Oscarssowhite.
  • En la línea del creciente empoderamiento de la población afroamericana pueden leerse los premios a Black Panther, donde la Academia aprovecha el envión para premiar al cine de entretenimiento, habitualmente ninguneado en las premiaciones “serias”. Por cierto, la película se lleva premios que no lucen injustos, aunque esté claramente por debajo de los niveles elevados de calidad que tienden a mostrar las producciones de Marvel.
  • Hasta Spike Lee, históricamente el más beligerante y mordaz de los directores de color, se llevó su estatuilla. Pero la Academia le marcó su límite y sólo premió su película en Guión. Aunque su Black KkKlansman está por debajo de sus mejores títulos, es infinitamente más compleja y sagaz que el film del otrora desenfadado humorista escatológico Farrelly.
  • Netflix se incrustó definitivamente en el Planeta Hollywood. Aquí también rigen restricciones: una película en blanco y negro, con tiempos morosos, hablada en español y mixteco, no puede ser la Mejor Película. Pero Roma confirma la preponderancia de los cineastas mexicanos en EEUU (en los últimos seis años, cinco veces fueron premiados en Dirección) y la insoslayable presencia de Netflix en la industria audiovisual. Streaming que me hiciste mal y sin embargo te quiero…
  • Bohemian Rhapsody se llevó lo suyo. Rami Malek coronó su actuación mimética (e hiperbolizada de tics), lo que queda de Queen tocó en la apertura y todos los que amamos a Freddie jugamos a verlo resucitar en un film eficiente en sus objetivos emotivos pero llamativamente conservador en sus desarrollos ideológicos.
  • Finalmente, lo mejor de la noche: Lady Gaga (con Bradley Cooper como discreto acompañante) cantando Shallow, de A Star is Born. Interpretación poderosa y sentida, perfectamente filmada.

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