Javier Gallar (53) hizo realidad su octava experiencia de cruzar a pie a Chile luego de una marcha de seis días en la Cordillera de Los Andes.
Por José Félix Suárez – Especial para Correveidile
Este desafío lo repite cada año desde el 2012, cuando por primera vez le puso alas a su sueño de sentirse inmensamente libre en la infinita soledad de la montaña, para descubrir un paisaje y una geografía incomparable, quieta y silenciosa.
Al igual que el año pasado, Javier Gallar portó una bandera argentina que volvió a flamear en el Paso Piuquenes, justo en el límite con el vecino país, después de un recorrido de 72 kilómetros desde el Manzano Histórico, punto de partida de la etapa inicial de esta aventura.
Sebastián Sosa (45, quinto cruce) y Sebastián García (37, séptimo cruce) fueron los acompañantes de Javier en un equipo solidario que caminó hasta 10 horas diarias y llevó sobre sus espaldas mochilas de hasta 25 kilos con alimentos (un calentador, sobres de café, leche en polvo, fiambres, sopas instantáneas, milanesas, membrillo), ropa de abrigo y frazadas, teniendo que cuenta que durmieron a la intemperie, salvo cuando recibieron la hospitalidad del refugio Real de la Cruz. El Río Tunuyán lo cruzaron a caballo.
El relato de Javier, agente de seguros y fotógrafo profesional, además de habitual colaborador de nuestro periódico, permitió reconstruir parte de las vivencias de esta nuevo desafío.
El grupo partió al amanecer del 3 de enero desde el Manzano y a los 12 kilómetros y medio hizo los trámites de aduana en el control policial. Al principio se trata de un sendero agreste y pedregos que lleva primero a Yaretas, La Lagunita y el Refugio Scaravelli (3.100 metros). Muchos utilizan a los baqueanos para transportar los bultos y cargas de ropa y comida.
Cuenta Gallar que cuando se llega al Portillo hay que descender y ascender, con bajadas muy pronunciadas que constituyen la parte más difícil del itinerario. En este octavo cruce, sin lluvias ni mal tiempo, el trayecto del lado chileno resultó satisfactorio, sumado a que no tuvieron contratiempos, caídas o accidentes.
Las Termas del Yeso en San Gabriel y Puente Alto, en Santiago de Chile, donde se accede en colectivo y se deben cumplimentar los trámites de aduana, resultaron el punto final de la marcha.
Misión cumplida para Javier y “los dos Sebastiánes”, con un llamado de atención incluido: la suciedad y el abandono que rodea el Refugio Real de la Cruz, donde hicieron noche. Según nos explica, a su alrededor se ha formado un basural de escombros, botellas, vidrios y plásticos desparramados: una imagen que contrasta con su interior bien cuidado y conservado.