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El Cruce de los Andes: La gran hazaña de la historia

Hace 202 años, Mendoza vivió una de las mayores epopeyas que puede contar la historia mundial: el cruce de los Andes.

En enero de 1817, un ejército de 3.000 soldados cruzaron las cordilleras más altas de América para liberar a Chile. Fue la primera etapa de un plan que llevó la libertad a dos países y selló, después de unos años, la independencia de Sudamérica.

Por Carlos Campana

Una idea en marcha

Luego de proclamada la independencia, el 9  julio de 1816, el gobierno de Pueyrredón decidió organiza la campaña libertadora a Chile. En agosto de ese año, se creó el Ejército de los Andes y se lo nombró al entonces gobernador de Cuyo, José de San Martín como general en jefe.

A pesar del poco tiempo para la organización del ejército igualmente se puso en marcha. Buenos Aires apoyó con pertrechos de todo tipo: piezas de artillería, fusiles, pólvora, uniformes, hasta herraduras. Por otra parte, se inició la leva de hombres para completar los 3000 soldados, ya que las tropas en el territorio cuyano no llegaban ni a 1.300 efectivos.  Fue entonces que se echó mano a los negros esclavos para completar esa cantidad de hombres.

Razas de héroes

Las filas del Ejército de los Andes contaba con miles de soldados negros que provenían de países africanos como Angola, Congo y Guinea quienes integraron la infantería. Muchos mestizos formaron la caballería y artillería, por lo general eran de origen chileno, paraguayos y uruguayos.

Los blancos, eran por lo general,  oficiales y jefes de origen americanos y españoles. Además se unieron franceses, británicos e irlandeses que llegaron luego de las guerras napoleónicas.

San Martín, hombre precavido

Para planificar la campaña, San Martín y sus jefes tomaron todas precauciones necesarias para llevarlo a cabo.

Se dispuso que el ganado vacuno y mular se distribuyera y se llevara con antelación a las estancias por donde debían pasar las divisiones.

Se organizó un sistema de comunicaciones a través  postas y postillones para informar sobre los movimientos del ejército.

También la alimentación fue planificada y durante la marcha de las tropas, se les repartió 6 reses de carne vacuna para que comiera cada división. En los lugares más inhóspitos los soldados se alimentaron con harina de maíz y charque en rama. Entre otros alimentos se emplearon los fiambres, sin dejar de lado las aguardientes que se las utilizó para pasar las frías noches en la montaña. Además, se llevaron gran cantidad de ajos y cebollas para evitar las enfermedades de altura.

A pesar de todas estas precauciones, muchos soldados se enfermaron o murieron por las bajas temperaturas.

Hacia la liberación

La partida de la campaña se inició el día 9 de enero, – y no el 18 de enero  como siempre se dijo- con la primera columna que salió hacia San Juan, al mando del teniente coronel Cabot.

El 14 de enero marchó de la segunda columna en dirección al sur, al mando del teniente coronel Ramón Freire y pasó por la entonces posta de Luján – ubicada en donde hoy esta la plaza-  para seguir hacia el paso del Planchón.

Desde La Rioja, partió el comandante Zelada, hacia el paso de Come Caballos y en Guandacol, se unió a esta columna, el comandante Nicolás Dávila.

A los pocos días, el comandante Lemos emprendió desde San Carlos el viaje para cruzar el Portillo.

El día 18 partió la “primera división de vanguardia”, al mando de coronel Juan Gregorio de Las Heras con más de 600 hombres.

El 19, inició su marcha la primera columna hacia el camino de los Patos, a cargo de José Antonio Melián. También salió el capitán Luis Beltrán con algunas piezas de artillería rumbo al camino de Uspallata quien marchó por Villavicencio.

Al día siguiente otra división inició su marcha en dirección de Los Patos, a las órdenes del teniente coronel Rudecindo Alvarado. Así les siguieron en los días sucesivos las tropas el brigadier Bernardo O’Higgins, el teniente coronel Mariano Necochea, el coronel Zapiola y luego la artillería a las ordenes de Pedro Regalado de la Plaza.

El 25 de enero, el Capitán General San Martín y su Estado Mayor salieron con destino a su cuartel general, en la estancia Manantiales (provincia de San Juan). Desde allí, dirigió los movimientos del ejército desde el 29 de enero hasta los primeros días de febrero.

El 2 de febrero, el grueso de la tropa habían cruzado la cordillera y ya en Chile se sucedieron algunos combates con la victoria del Ejército Liberador.

La gran hazaña fue coronada el 12 de febrero, en el valle de Chacabuco, cuando el Ejército de los Andes venció a los realistas. Un hito en la historia que sólo se pudo lograr gracias al sacrificios de aquellos soldados anónimos.

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