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El doctor Enrique Marianetti: Vecino ilustre de Luján de Cuyo

Hijo del dirigente socialista de nombre Benito, es médico, docente, escritor, artista, hombre sensible y versátil. Atendió en zonas rurales, brindó asistencia gratuita y es un ejemplo de acciones positivas.

Por Onelia Cobos

¿Qué resaltar primero, su sapiencia y humor o sus orígenes brillantes, a los que ha respondido con creces?

La calle Cubillos es angosta. Se puede acceder a ella por Besares. Esta arteria guarda la casa que fuera del gran Benito Marianetti, su padre, “el señor de los cerezos en flor”, como lo llamó el poeta Nicolás Guillén.

Enrique vive en ese hogar diseñado por el arquitecto Aubone Videla desde 1940, en la que fue, para su familia, la casa de verano, la de las abejas, las uvas maduras, el viento meciendo las hojas de parra en las tardes frescas del microclima chacrense después de las siestas ardientes.

Fue comprada por Benito con una sola cosecha del viñedo circundante. Estuvo destinada a albergar la excelencia, los valores poderosos del ser humano.

Por allí pasaron Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda, la música y el canto de Mercedes Sosa, Daniel Talquenca, Tejada Gómez…

Enrique Marianetti sigue viviendo en ella sin haber modificado su estructura básica. La completísima biblioteca del altillo parece guardar la antigua atmósfera de luchas ideológicas y visitas ilustres.

Enrique suele subir para ser envuelto por una energía que no ha desparecido del espacio y en esa aparente soledad, vuelve a sentir el abrazo fraterno de los padres y a escuchar “el acorde y las melodías del piano de su madre y la nostálgica mandolina de su abuelo”.

Enrique, doctor en Medicina, legista, psiquiatra, máster en criminología, profesor secundario y universitario, es un espíritu conectado con el profundo significado de la vida, un buscador denodado del mejoramiento de la humanidad y el servicio destinado a los otros.

Poeta, pintor, escritor, su mente lúcida en la adultez mayor, le permite conservar la capacidad de soñar, que junto a su fino humor lo hacen un ser especialmente sensible.

Su preocupación sobre el tiempo presente es la muerte de la sensibilidad. Sigue pensando que en la educación está la esperanza  del futuro para derrotar el desastre de la deshumanización.

1 Comentar este artculo

  1. Mónica alsina Dijo:

    Lo admiro!!!!!!

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