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Editorial: El centenario de la Marchionatto

La calle Almirante Brown siempre fue de tierra, angosta, seca y pedregosa. Por épocas, estaba mal y otras peor. La Escuela Marchionatto siempre estuvo ahí, a pocos metros de Viamonte. Originalmente fue una casona señorial con dos galerías en “ele” y al centro un gran patio. De habitaciones altas, pisos y techo de pinotea y amplios ventanales.

Mucho tiempo careció del servicio de agua potable por red. Contaba, únicamente, con agua de riego que se almacenaba en una pileta. Tampoco tenía gas natural ni cloacas. No había servicio de transporte público y los alumnos que concurrían lo hacían caminando o en bicicleta. La población escolar provenía de familias de chacareros y muchos del pedemonte. Gente humilde, sencilla, honesta y trabajadora.

Hoy continúan asistiendo muchos descendientes de aquellos alumnos. Apellidos que se reiteran, ex alumnos orgullos de su escuela llevan a sus nietos.

Inicialmente fue conocida como la Escuela 63, pues carecía de nombre y dependía del Consejo Nacional de Educación. Luego la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNCuyo, vecina de la institución, propuso el nombre de Ingeniero Agrónomo Juan Bautista Machionatto y así se la bautizó. Desde entonces la Facultad es la madrina de la escuela y permanente colaboradora.

Siempre hubo una sola división de cada grado, siete en total, y el jardín de infantes, distribuidos en dos turnos.

En un pasado no hubo docentes especiales ni de Música, Plástica, Manualidades o Educación Física. En total ocho maestros y un directivo. Durante años, una sola persona fue celadora para ambos turnos. Esta circunstancia permitió que la escuela conformara una pequeña gran familia. Algunos docentes trabajaron más de 20 años, fueron alumnos, maestros y directivos. Siempre mostraron un profundo compromiso, no sólo con sus alumnos sino con toda la comunidad. Se preocuparon por la enseñanza y de igual modo por las condiciones de salud e higiene, intentando siempre servir a los demás más allá de su salario y obligaciones curriculares.

Con un Estado ausente o que poco servicio brindaba, los maestros siempre tuvieron que recurrir a diversas instituciones o a personas para solicitar ayuda. Fueron varias: el Rotary de Chacras, el Club de Leones, la estación de Servicio de Ramón Estela, en fin, panaderías, farmacias, bodegas, la Unión Vecinal de Chacras de Coria, el Centro se Salud, la Biblioteca Popular. Párrafo aparte merece la Comisión de Padres (Cooperadora) y la Comisión de Ex Alumnos por su ayuda permanente e indispensable.

El 1º de noviembre se realizó en el edificio escolar el acto por el centenario de la institución. La fecha fue fijada por las autoridades de acuerdo con su agenda. Los docentes y no docentes se esmeraron al máximo para que la fiesta del cumpleaños Nº 100 fuera un éxito. Trabajaron sábados por la mañana pintando, adornando, embelleciendo el lugar. Todo salió muy bien de acuerdo al protocolo oficial. Sólo pudieron hacer uso de la palabra las autoridades presentes, como el intendente de Luján y el director General de Escuelas. Un día jueves a las 10 de la mañana muchos no pudieron asistir por razones obvias.

A nuestro parecer eso fue lo que faltó: una fiesta con toda la gente que ama a la escuela y que luchó por ella. Una verdadera fiesta de cumpleaños. Aún estamos a tiempo. Mucha gente estaría feliz de concurrir.

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