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Cine: Un gran año de películas argentinas

La producción nacional del séptimo arte tuvo un desarrollo sobresaliente y aquí repasamos algunas de las joyitas que ocupan un lugar destacado.


Por Lic. Patricio Pina

Ya en el último trimestre del año tenemos margen suficiente para voltear la cabeza y mirar hacia atrás, iniciando un modesto repaso de lo que nos deja este 2018. Esta columna habla de cine, por lo que, a contramano de un sentir generalizado que amablemente llamaré “escéptico”, debemos concluir que este año será recordado por sus muy buenas películas argentinas. El espacio disponible nos obliga a circunscribirnos a unas pocas, pero un cinéfilo atento podrá ampliar fácilmente este somero listado según sus gustos e intereses.

“El ángel”: Luis Ortega es un cineasta notable que merece mucha mayor atención. Su habilidad para crear puentes entre una realidad áspera y dura y su visión artísticamente “extrañada”, encuentran en un psicópata con cara de serafín su mejor expresión. Ortega no es biógrafo: se apropia de Robledo Puch y lo transforma en una criatura cinematográfica, observando su amoralidad a través de un atrapante prisma estético. Imperdible.

“La quietud”: Pablo Trapero, figura esencial del nacimiento del Nuevo Cine Argentino, se aventura al melodrama familiar tenso, asumiendo los riesgos esperables en términos de desborde emocional y vueltas de tuerca temáticas. Aún con algunas escenas discutibles, Trapero experimenta y acierta la mayoría de las veces, mientras filma el erotismo como pocos en el cine argentino. Las tres protagonistas dan la talla con altura, pero hay que decir que Graciela Borges confirma que ya se merece una estatua.

“Casa propia”: Otro director que parece ampliar su espectro visual. Rosendo Ruiz es la figura más notable del cine cordobés actual, y aquí le agrega vuelo y complejidad a su reconocida mano para el realismo de lo cotidiano. Un docente que vive al día como todos, mientras mantiene a su madre enferma y busca una vivienda que le permita independizarse. Acá no hay costumbrismo a lo Suar: Ruiz conoce la calle y sabe describirla desde siempre.

“Teatro de guerra”: Veteranos de Malvinas, ingleses y argentinos, comparten una obra de teatro que expone sus dolorosas vivencias rompiendo con las reglas habituales de la representación. Lola Arias, factótum del proyecto, expande la propuesta hacia un registro audiovisual que excede en mucho lo teatral. Surge entonces un documental multiforme y siempre sorprendente. Algunas escenas nos acercan a esa película que el cine argentino aún le debe a la guerra de Malvinas.

Y no hay que olvidar, para orgullo de estas tierras, “La educación del rey”, sólido policial y película “de iniciación” del debutante mendocino Santiago Esteves, ganadora de varios premios internacionales. “La flor”, prometeica narración de ¡catorce! horas de Mariano Llinás, vista hace poco en nuestro Bafici y recientemente premiada en Biarritz. Y “Rojo”, la última obra de Benjamín Naishtat (de quien aún nos conmueve su film anterior, “El movimiento”). “Rojo” ganó tres premios en San Sebastián y se estrena este mes en las salas comerciales… El cine argentino, a pesar de los preocupantes pasos recientes del Incaa y los contextos recesivos, sigue dando batalla y brillando aquí, allá y en todas partes.

*Rector de la Escuela Regional Cuyo de Cine y Video. Junto a Claudia Nazar dan el Taller de Cine “Y algunos comieron perdices…”, en la Biblioteca Popular de Chacras de Coria, todos los sábados a las 18 hs.

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