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Cine: Los Premios Oscar y “El cuento del tío”

Por Patricio Pina* – Especial para CORREVEIDILE

El próximo 4 de marzo millones de personas en todo el mundo mirarán por televisión una de las transmisiones globales más aburridas del año: la ceremonia de entrega de los Premios Oscar.

Serán, como siempre, más de tres horas -y alguna más, si nos interesa el desfile por la Alfombra Roja- de monótonas rutinas que incluirán una presentación con humor endogámico norteamericano poco interesante, decenas de discursos, cientos de planos de celebridades de diverso tono y también de desconocidos: menú letárgico sazonado con el consabido recordatorio a los que ya no están, pinceladas a lo Broadway en los números musicales y visionado reiterado de los trailers de las películas en competencia. Y un año más, a pesar de la propuesta tan previsible como escasamente promisoria, allí estaremos.

¿Por qué?

Los Oscar, bautizados así, según narra la leyenda, por la bibliotecaria de la Academia Margaret Herrick, quien encontró en la famosa estatuilla del premio cierto parecido con su tío Oscar, marcan el pulso del gusto cinematográfico más globalizado, pues la penetración del cine estadounidense a nivel mundial es simplemente arrasadora.

Su preeminencia a través de la historia ha moldeado la educación cinematográfica de generaciones, dejando a las producciones de otras latitudes en roles marginales que precisan de regulaciones estatales para hacerse visibles. Hemos visto cine norteamericano desde que nacimos, en grandes salas o en la tele, y las carteleras comerciales nos lo ofrecen en cantidades literalmente industriales. Nos gusten o no, son las películas que más conocemos.

Y la ceremonia de la entrega de premios nos brinda anualmente la posibilidad de jugar en nuestras casas a ser miembros de la Academia (miles de técnicos de todos los rubros cinematográficos, que realizan sus elecciones en medio de lobbys intensos y variado desinterés: ¿acaso alguien ve todas las películas?) y así votar por nuestra película favorita o aquella actriz que tanto nos gusta, mientras desechamos a aquel actor que tanto odiamos. La omnipresencia mundial de la industria norteamericana nos hace a todos más o menos conocedores del asunto y las apuestas caseras están servidas.

Los Oscar son decisivos para la suerte comercial de muchos films, por lo que la Industria pone todas sus fichas en el premio (la distribución a escala planetaria puede depender de ellos). Nosotros, simples espectadores amantes del cine, podemos tomarnos el asunto con más calma. Y deberíamos también restarle importancia artística a los veredictos que se pronuncian tras el consabido “And the Oscar goes to…”

Los gustos de la Industria son volubles, poco afectos al riesgo estético y muy atentos a las corrientes políticas del momento: pueden premiar mastodontes soporíferos (“África mía”) o thrillers inolvidables (“El silencio de los inocentes”), mientras deja de lado clásicos inmortales de la historia del cine (“Citizen Kane”, “Psicosis”, entre muchos otros).

De modo que, si la noche de los Oscar es uno de nuestros placeres culposos, no debemos olvidar que, entrada la madrugada, seguramente terminaremos decepcionados, recordando una vez más que el prestigio de este premio es puro cuento.

*El autor es rector de la Escuela Regional Cuyo de Cine y Video.

CURSO TALLER DE CINE EN LA BIBLIOTECA

“Clásicos no tan clásicos” es el nombre de la serie de encuentros que se realiza en la Biblioteca Popular Chacras de Coria. A cargo del mismo está Patricio Pina y Claudia Nazar. El costo del curso-taller es de $400. Los sábados a las 19 hs. en Viamonte 5191. Tel. 4962985.

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