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Fútbol: Murió Héctor Osvaldo Pedone

¡Te recordaremos siempre, querido Chalo!

Por José Félix Suárez -  Especial para Correveidile

El pasado viernes 14 de julio el arco hizo un respetuoso silencio y hasta se le escapó una lágrima para despedir y honrar la memoria de uno de sus hijos  más queridos y dilectos. Es que ese día se conoció la triste noticia del fallecimiento de Héctor Osvaldo Pedone, uno de los arqueros más completos y notables de todas las épocas del medio local, que después de una prolongada y exitosa trayectoria que lo llevó a jugar en Godoy Cruz Antonio Tomba (Nacional 74), donde se inició y debutó en la primera para obtener en  1968 su primer título de campeón, Gimnasia y Esgrima (Nacionales 70, 71, 72 y 78) que lo adquirió de manera definitiva por gestión personal del entonces dirigente del Lobo Luis Menotti Pescarmona, Atlético San Martín (Nacional 76) y Los Andes de San Juan -hoy Trinidad- (Nacional 77), cerrando su campaña en nuestro Chacras de Coria allá por 1982, cuando había llegado a los 37 años y el retiro aparecía como una dura respuesta al paso del tiempo.

Carlos Secundino Benitez, Vergara, el Príncipe Raúl Amador González, Chalo Pedone y Hardan Curi.

El Chalo, como se lo conoció en las canchas mendocinas, tenía 71 años de edad, estaba casado con Dora -su eterna compañera- y era padre de cinco hijas mujeres: Viviana, Gabriela, Carina, Lorena y Carolina. Al respecto, Don Héctor, como en la actualidad lo identificaban los periodistas deportivos más  jóvenes, le comentó alguna vez a quien esto escribe luego de una de las tantas charlas mantenidas que forjaron una amistosa y respetuosa relación: “Siempre busqué el varón, pero el destino me regaló cinco hermosas niñas que disfruto a pleno cada día”. Hasta el año pasado trabajó en el Mercado Cooperativo de Guaymallén, donde administró un puesto de venta de frutas y verduras y ahora se había refugiado en su hogar, sus nietos y sus amigos del café.

“Elsito”

En sus comienzos en el Tomba de Godoy Cruz recibió el apodo de “Elsito” porque con su baja estatura y pequeño físico hizo recordar al inolvidable portero Jesús Nazareno Elso, que fuera campeón con el Expreso en las temporadas de 1947, 1950, 1951 y 1954. Tras el debut se ganó el lugar de titular tras una noble y leal competencia con otro legendario del arco como lo fue Eduardo Aníbal Tazare, que había llegado de Santa Fe y que luego se marchó a San Rafael donde jugó hasta pasados los 40 años.

Alguna vez estuvo en los planes de River Plate, que desistió de contratarlo porque el entrenador de los Millonarios le dijo después de un entrenamiento: “No lo puedo traer, no lo veo detrás de los zagueros”. Sin embargo, el Chalo impuso su estilo único e incomparable: dominio del área, rápidos reflejos, seguridad de manos, gran arrojo, elasticidad y agilidad en el salto y una enorme personalidad, por lo que siempre resultó un líder y un referente en todos los grupos que integró.

Así se convirtió en una leyenda del arco comparable a figuras del prestigio de Primo Palazzo, el Príncipe Raúl Amador González, el Granate Raúl Sacaba, el Gringo Luis Iaconetti, el Pelado Juan Carlos Moreno, el Cebolla Julio Marchena, el Puma Edgardo Fumagalli y el Gringo Enrique Juan Reggi, por citar solo a algunos de los más destacados.

“Los viejitos”

Cómo olvidar en este repaso a su ejemplar trayectoria su paso por nuestro Chacras de Coria, donde un viernes 9 de julio de 1982, cuando tenía 37 años de edad, se despidió definitivamente del fútbol en un partido contra el Deportivo Maipú. Lo que Correveidile reflejó en una nota publicada en noviembre de 2014 cuando el Chalo reconoció con palabras plenas de agradecimiento: “Tengo los mejores recuerdos de mi carrera porque viví momentos inolvidables gracias al fútbol que siempre resultó mi pasión. Lo que también puedo asegurar es que me di el gusto de jugar en Chacras de Coria en la que fue mi despedida de las canchas”.

Contaba entonces con un dejo de nostalgia: “Nos juntamos un grupo de veteranos que cada vez estábamos más cerca del adiós y decidimos darle una mano a Chacras que estaba en la Primera B. Nos bautizaron como “Los viejitos” porque ya éramos bastante  grandecitos: el Lalo Eduardo Bazán, Marito Suárez, el Gringo José Basilio Spitalieri, el Mono Jorge Pacheco, Daniel Aliberti y Raúl Legrotaglie, hermano del Víctor -que estuvo a punto de acompañarnos- y yo. Se armó un gran equipo y fue increíble porque compartimos el primer puesto con Gutiérrez Sport Club en la Zona “A”. Clasificamos al cuadrangular final donde nos eliminó Deportivo Maipú que nos ganó 2 a 0 en su cancha y con quien empatamos 0 a 0 en la nuestra. Además fue mi primera y única experiencia como DT porque compartí esa función con Felipe Rinaldi. Sabía que me retiraba por la puerta grande y por eso llevo siempre los colores de Chacras en mi corazón”.

Adiós al amigo

Así lo despiden algunos de sus viejos compañeros, eternos amigos del fútbol y la vida, con los que compartía amables encuentros entre vueltas de cafés en la céntrica confitería Vía Veneto de los hermanos Nicola y Jorge Conte.

Víctor Antonio Legrotaglie: “Lo amo. Un amigo fenomenal de toda la vida. Yo lo lleve a Gimnasia porque era una persona  extraordinaria. Vivimos cosas muy lindas en los Nacionales. Me siento muy mal. Futbolísticamente fue el mejor lejos, por algo todos los clubes lo buscaban cuando tenían que reforzarse. Ahora me siento desarmado”.

Carlos Secundino Benítez: “Lo tuve como compañero y también lo enfrenté  como adversario. Con el Lobo Jugamos juntos en el Nacional del 71 y luego nos reencontramos en el Expreso en 1976. Fue un gran arquero, uno de los mejores de la historia, buena gente, mejor persona, un referente. Noble, leal. Ahora integra el Seleccionado del Cielo. Hasta siempre amigo”.

Alfredo Victorino Torres: “En el 68 fuimos campeones con Godoy Cruz  y volvimos a reunirnos en el Nacional de 1970 con los colores de Gimnasia. Yo y el Chamaco Juan de Dios González podíamos salir jugando sin problemas  del fondo de nuestra defensa, porque sabíamos que si la perdíamos el Chalo estaba en el arco. También compartimos laboralmente porque fuimos socios en un puesto en la feria. Todos lo vamos a extrañar”.

Eduardo Miguel Méndez: “Lo siento como parte de mi familia. Era mi compadre, porque era el padrino de mi hija Melina. Forjamos una relación de amistad y respeto. Primero en Godoy Cruz en 1976, después en Los Andes de San Juan en 1977 y ese mismo año en Gimnasia y Esgrima. Siempre me decía: yo en el arco, vos Tucho y el Negro Camargo arriba, lo pongo a Lizzi de 5 y después que juegue cualquiera”.

1 Comentar este artculo

  1. Peláez Garrido José Dijo:

    Fue un grande. Yo que era muy malo jugando estuve en la tercera de Godoy Cruz en el ’72. La última vez que lo vi fue frente al Congreso en Bs. As, en los ’80. Y me contó que estaba de camionero y vivía en Florida Prov. de Bs. As.. Gran persona en serio.

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