Todos tenemos derecho
a guardar un secreto.
A defenderlo con dientes y uñas
de la ajena curiosidad,
de la debilidad propia,
de espías y delatores.
Todos tenemos derecho
a practicar un enigma.
A ser y no ser.
A caminar por el borde,
a probar el acantilado
con los brazos abiertos
mirando allá abajo
el seductor mar que nos llama.
Todos tenemos el deber de saber,
de asomarnos al misterio,
a esa boca de lobo de otra vida.
Zúñiga