Archivo | mayo 30th, 2017

Manuel Peña López a la conquista de Europa -->

Manuel Peña López a la conquista de Europa

Por José Félix Suárez

Por estos días, y después de un duro camino de aprendizaje, perfeccionamiento y superación, una nueva estrella alumbra el firmamento del tenis mendocino y argentino. Se trata del joven tenista nacido en Chacras, Manuel Peña López, de apenas 19 años de edad, que sigue los pasos de Panchito Bahamonde también de raíces chacrenses y de reconocida trayectoria en el ámbito local, nacional e internacional. Como para asegurar con legítimo orgullo que Chacras es la nueva capital del tenis en la provincia.

Incorporado a la Asociación de Tenis Profesional, Manu, debutó en el ranking de la ATP el 12 de agosto de 2015, cuando logró su primer punto en la categoría al derrotar al brasileño Felipe Brandao en el Future de Florida de los Estados Unidos. Ahora está realizando una extensa gira de cuatro meses por distintos paí- ses de Europa que lo llevó a participar en su etapa inicial en el Futures 4 de Croacia, donde recientemente tuvo un comienzo más que auspicioso por sus resonantes triunfos sobre el italiano Lorenzo Di Maro (6-0 y 6-1) y el checo Antonín Bolardt (6-2 y 6- 2). Así clasificó entre los ocho primeros del cuadro principal. Los comienzos Con solo siete años estuvo en el semillero de Marista Rugby Club, aunque nunca llegó a debutar oficialmente ya que a esa misma edad, entusiasmado por un tío que practicaba tenis, Manu se inscribió en el Mendoza Tenis Club, donde dio sus primeros pasos dirigido por su entrenador de entonces, Ivan Rudich.

En esos tiempos participó en los certámenes de menores de la Asociación Argentina de Tenis y a los 15 años completó su primera gira COSAT, donde obtuvo un meritorio undé- cimo puesto. Llegó la primera gira a Europa, donde resultó campeón en el torneo de Foligno y finalista en el certamen de Montecatini ambos en suelo italiano. Más tarde representó al país en el Mundial Sub-14 y en el Sudamericano 2014. En la división junior clasificó a cuartos de final en Roland Garros, realizó una gira por Africa del Norte, se presentó en Túnez y nuevamente en Europa y Sudamérica.

Entre otros se destacó en el Dusseldorf Open y el Abierto de Ginebra. La gira Manuel Peña López está radicado desde hace un tiempo en Buenos Aires, donde trabaja habitualmente en la parte física y técnica en el club Harrods, ahora bajo la dirección de Bernardo Carberol, su nuevo entrenador. Antes de iniciar su nueva gira a Europa regresó apenas una semana a Mendoza para reunirse con su familia y amigos. Actualmente, entrena en la academia del serbio Janko Tipsarevic en ese país, que es un ex número ocho del mundo y con quien ha forjado una excelente relación e integrado un partido de dobles. El joven de Chacras de Coria ocupa el puesto 1110 del ranking de la ATP, ha reunido ocho puntos como profesional y está siendo observado por Daniel Orsanic, que es el capitán del equipo argentino en la Copa Davis.

“Con Daniel nos relacionamos hace dos años en Paris cuando clasifiqué a cuartos en Roland Garros. Compartimos varias charlas y la verdad es que me ayudó con sus muy buenos consejos. Incluso me invitó a ser sparring del equipo de la Davis que luego perdió con Bélgica. El año pasado me volvió a llamar para entrenar con Juan Martín del Potro en Buenos Aires. Me ha dado mucha confianza y sé que me está siguiendo los pasos. Espero no defraudarlo y poder completar una gira que sea fundamental para el futuro de mi carrera deportiva”, sostiene el tenista mendocino.

Manu, fue sparring del equipo de la Copa Davis a instancias de Daniel Orsanic, el capitán, y entrenó con Juan Martín del Potro.

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A las cosas por su nombre: Bioética Cotidiana

Por Dr. Alejandro Juan Maresca, Abogado*

Días atrás, conversaban mis amigas Adriana y Marité y advertí que compartían vivencias de un allegado a quien, por pedido de un familiar, se le habría practicado una forma de muerte digna. Me llamó la atención su relato porque siendo mujeres cultas estaban confundiendo las cosas. Obviamente, no conocían nada acerca del decreto N° 1089/12 reglamentario de la Ley de Derechos de los Pacientes, con las modificaciones referidas a la posibilidad de dejar directivas anticipadas para esas situaciones en las que la vida transcurre un camino hacia la muerte inminente.

Afortunadamente y conforme lo prevé la ley, uno puede no dejar directiva alguna para ese momento y que las cosas sucedan, la ley no nos obliga a expresarnos, nos da la oportunidad de hacerlo. Tengo aceptado que el respeto por la vida humana y su esencial dignidad es el valor fundante de toda sociedad civilizada. Pero ésta, la vida, para mí no es un derecho de carácter absoluto. ¿Quién podría cuestionar a la madre que sacrifica su vida para asegurar el nacimiento de su hijo? Veo las cosas de este modo.

Ni bien aparecemos en este mundo, empezamos un derrotero plagado de experiencia de todo tipo pero que indefectiblemente llega a un fin: la muerte. Ella es una certeza. Hemos aprendido a ver miles de muertos en la televisión, nuestros niños pueden pensar que haciendo doble click se gana otra vida, pero tenemos recelo y una negación social a hablar de la muerte y más aún de la propia. No pienso así. Valoro, respeto y disfruto la vida. Pero también sé que en este vivir cada día, estoy cerca de la muerte como parte de ella. No me perturba su presencia sino la del innecesario sufrimiento que muchas veces le precede. Ahora la ley nos permite resolver anticipadamente algunos de los aspectos salientes de este tema. Por ello es que considero que deberíamos conocer que existen límites para todo, aún para el “esfuerzo terapéutico” sobre todo cuando de terapéutico nada tiene.

Ninguna curación se estaría logrando sino solamente la prolongación de una situación irreversible con un final inminente. Cuando científica y sensatamente se hace referencia a la limitación del esfuerzo terapéutico, se apunta a la posibilidad de evitar ciertas conductas médicas que sólo tienen por finalidad la prolongación de una situación que según la ciencia actual es irreversible y que solo genera situaciones de profunda afectación de la integridad, intimidad y plan personal de vida. Considero oportuno aclarar algunos conceptos que, cotidianos para el especialista, nos pueden dar tranquilidad a la hora de tomar decisiones.

Se habla de la Eutanasia o mal llamada buena muerte, poco de la Distanasia y menos de la Ortotanasia. La Eutanasia o suicidio asistido, consiste en que alguien aplique al paciente o colabore para que el mismo lo haga, ciertas drogas o procedimientos a fin de causar la muerte inmediata. Nada más alejado de la letra de nuestra legislación nacional. En el otro extremo encontramos la Distanasia o el frecuentemente denominado encarnizamiento terapéutico que se caracteriza por la falta total de límites a la aplicación de cuanto procedimiento técnico exista para mantener los signos vitales de un cuerpo. Tan así, signos vitales de un cuerpo sin importar el sufrimiento de la persona ni sus posibilidades reales de mejoría. Sólo importa la no claudicación de las funciones vitales. De esta manera ya no es el paciente quien decide sino el equipo asistencial que procura impedir por todos los medios a su alcance que el paciente se “le” muera.

Lejos de estas actitudes aparece la Ortotanasia que consiste en la aplicación de todos aquellos procedimientos que guarden una relación directa con el pronóstico del paciente. Así serán aplicables todas aquellas técnicas que sean terapéuticas o paliativas. No olvidemos que cada procedimiento de reanimación cardiopulmonar puede dejar severas secuelas, que los dolores de un paciente terminal son cada día más intensos. Actuar con proporcionalidad consiste en acompañar a morir, en brindar confort, contener al paciente y su grupo.

No todos moriremos de la misma forma, por eso es necesario procurar que cada uno pueda hacerlo apaciblemente. Nuestra Constitución Nacional nos brinda plena libertad a nuestros actos privados y la ley hace explícita en nuestras vidas la posibilidad de decidir cómo, no cuándo, podemos dejarla. Es frecuente en el lenguaje bioético actual encontrarse con serios dilemas vinculados al fin de la vida y al alcance que debe tener nuestra autonomía. Considero que en el momento final de nuestra existencia debe primar la dignidad de la persona y su plan de vida por sobre cualquier otra consideración. Ahora podemos aprovechar la posibilidad de hacer saber cuáles son nuestras directivas anticipadas para que los médicos no tengan la carga de decidir por nosotros o que nuestros seres amados se vean en situación de tomar decisiones vitales.

Vivir dignamente significa que esa dignidad llegue a cada instante de nuestra vida. A los médicos se les enseña que: “lo primero es no causar daño” y por ello siempre me he preguntado si mantener sin límite alguno y con obstinación los parámetros de funcionalidad orgánica sin esperanza científica alguna, no constituye una forma directa de dañar la dignidad del paciente, pretendiendo imponer por sobre su voluntad y de la naturaleza misma, la voluntad de otro. Es aconsejable pensar, en plena salud y sin la cercanía de la muerte, qué es lo que no queremos padecer cuando de tanto padecer ya no podamos decidir. Ahora la LDP nos permite expresar anticipadamente nuestras directivas respecto de cómo debemos ser tratados frente a situaciones especiales. Tales directivas anticipadas, no son una forma de eutanasia y ponen límite a la distanasia. Ellas nos permiten establecer criterios a respetar en ese momento. ¡Pero cuidado!! No por haber dejado nuestras expresas directivas anticipadas corremos el riesgo de morir anticipadamente o abandonados, puesto que existe la obligación de mantenernos con los cuidados paliativos que correspondan tendientes a evitar el sufrimiento.

Tengamos presente que podemos revocar nuestras directivas anticipadas aun en forma verbal. Alguien puede sentirse tentado a sostener que pensar en las directivas anticipadas es como anticipar la muerte. No pienso así. Estoy convencido de que las directivas anticipadas son un acto de ejercicio pleno y total de vida. De vida reflexiva, sana, que consagra un plan futuro. Un acto jurídico totalmente válido pero sobre todo de amor y justicia. La bioética puede ayudarnos a transitar estos nuevos caminos que abren las biotecnologías y es el debate social el que permitirá encontrar los caminos e instrumentos que permitan mejorar las condiciones de los momentos previos a nuestro inevitable fin.

*mail: maresca.aj@gmail.com

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