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Patricia Suárez Roggerone: Arte y cocina por igual

En su taller de Chacras de Coria, en el restaurante La Vid de Bodega Norton y en la vida, esta mujer multifacética, creativa y sensible aborda sus trabajos con la mirada puesta en los detalles. En cada plato, en cada obra y en cada pequeño gesto de amor, Patricia encuentra el motor para lo que hace.

Patricia Suárez Roggerone en su taller de Chacras de Coria.

Por Andrea Calderón

-¿Qué vino primero a tu vida, el arte o la cocina?

-Mis papás eran cocineros así es que me crié en una cocina y cocino desde muy chica. Cuando tuve que elegir una profesión me resistía a seguir con eso porque lo veía muy sacrificado. Toda la vida dibujé y cuando llegó el momento me inscribí en la Facultad de Artes, donde me formé. Haber pasado por ahí y aprender de los maestros de la plástica de Mendoza me dejó buena parte de lo que soy. La Universidad me dio el oficio, la responsabilidad y me ayudó a abrir la cabeza. Un artista, más allá de que pinte, dibuje o esculpa, es un ser social y el arte tiene que ver con eso. Después di clases un tiempo y no me gustó ser parte de la institución, porque sentía que moldeaba mucho la creatividad, y me metí a estudiar Cocina.

-¿Cómo experimentaste esa formación?

-Fue fácil la carrera para mí porque crecí en una cocina y porque había un montón de conceptos del arte que estaban dentro de un plato, como alturas, simetrías, colores, monocromos… Para mí eso era arte efímero porque lo que ponía en un plato era lo mismo que llevaba a un lienzo; con ese concepto cocino todos los días de mi vida en el restaurante. No sólo busco que sea rico sino agradable y bello. Trabajo mucho con las estaciones del año y en ocasiones, al momento de diseñar un menú, tomo artistas plásticos como fuente de inspiración. El cocinero tiene un manejo plástico y en mi caso está siempre presente lo conceptual.

-¿Qué buscás como artista visual?

-Expresar el mundo de la cocina que a mí me parece tan maravilloso, desde la naturaleza, el trabajo en la tierra o la reivindicación de lo que vemos a diario y que a veces se nos pasa. Por eso aparecen verduras, sartenes, cuchillos, cucharones, porque en los utensilios de cocina encuentro una expresión del arte, al igual que en la naturaleza. Todo el tiempo recibo información que llevo a la obra. El arte y la cocina están unidos para mí y no hay forma de que los pueda separar; busco la vida en un detalle: un árbol, una flor, una sonrisa, lo que alguien te dijo, un beso, dos personas de la mano…

-¿Y en la cocina qué te interesa transmitir?

-Rendirle honor a la naturaleza, porque tratamos muy bien el producto y cuando estoy armando la carta trato de darle a cada plato y a cada producto la menor manipulación posible para que se exprese en sí mismo. No es una tarea fácil pero a la larga la idea es cocinar cada vez más saludable. Hace tres años, por ejemplo, que erradiqué las salsas y cremas del menú, entonces hago muchas emulsiones, trato de equilibrar los platos para que la gente pueda comer sin sentirse pesada después. Busco que las personas que vienen al restaurante se vayan felices porque comieron rico: mi pretensión es chiquita en la cocina, sólo busco que vivan un momento especial. A veces la industria alimentaria es muy nociva, por eso es importante cocinarle a los hijos, hacer el yogur casero, el pan en la casa. Ojalá esto no representara un trabajo sino una forma de cuidado, sobre todo cuando son chiquitos.

-¿Cuál es tu relación con Luján y con Chacras?

-Me encantan. Luján de Cuyo, como primera zona vitivinícola, tiene una magia especial llevada a la naturaleza. Lo mismo pasa con Chacras, yo viví hace un tiempo acá y extraño mucho este lugar cuando no estoy en mi taller: los pájaros, el sonido del viento. Algunas calles ahora son masivas pero en un momento era muy agradable pasear por ellas. De cualquier manera existen rinconcitos de paz que son poesía.

-¿Cómo es un día de trabajo para vos?

-Me levanto muy temprano y voy a nadar, después desayuno y me voy a la bodega, donde trabajo desde las 10 y hasta las 18 o más tarde, de acuerdo a las tareas que haya que hacer en el restaurante. Después muchas veces me vengo al taller, sobre todo cuando estoy terminando algo, porque me encanta zambullirme en la obra; cada línea es una parte tuya que está ahí. Mi familia vive en Carrodilla así es que la paso a visitar y después me voy a casa, que es en Godoy Cruz, aunque mi intención es mudarme nuevamente a Chacras.

COME para todos

Patricia Suárez Roggerone es también miembro de la Asociación de Cocineros Mendocinos, una formación sin fines de lucro integrada por referentes de la gastronomía local que trabajan con el objetivo de desarrollar y difundir el conocimiento de la cocina regional, además de fomentar la innovación y brindar formación social y educativa a distintos sectores de la comunidad. Para estar al tanto de las actividades de la asociación, ingresar a www.come.com.ar

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