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Los eucaliptus de la Parroquia y la cultura del árbol

Por Lorenzo López Aragón

Hace unos días, Chachi Armani nos invitó a mi esposa Azucena y a mí a una exposición de cuadros que se realizaba en el salón de la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Chacras de Coria, con motivo de la celebración de sus 80 años.

Luego pasamos al patio, donde servían un vino de honor a los artistas expositores a los cuales se les entregaron premios. En ese momento fue que observé los cuatro o cinco eucaliptos de gran porte que se encuentran en la parte posterior de la Parroquia, lo que me hizo pensar que son árboles que tienen más de 60 años, es decir, que han crecido casi al unísono con el desarrollo de la vida parroquial.

Esto me trajo a la memoria un recuerdo familiar, y es  que mi padre Lorenzo López González, allá por 1953 por encargo del Directorio del entonces existente “Film Andes”, del cual papá era Director y además actuaba como coordinador de la producción de una película que se iba a filmar en esta provincia. El director de la misma, que era  Omero Cárpena, eligió como lugar para la filmación de los exteriores a Chacras de Coria, más precisamente la “Capilla, la casona colindante con calle Mitre, ya que su historia ocurría en un pueblo montañés, opción que tomó después de visitar varios lugares de nuestra provincia. El nombre de la película no lo recuerdo, pero sí que entre otros actores trabajaban Santiago Gómez Cout  y Aída Luz.

Simultáneamente en esa época, mi padre, que siendo abogado sentía una predilección enorme por nuevos emprendimientos, estaba abocado a la formación de una empresa que se denominaba “Silvicola Cuyana S.A”, en Palmira, lo que hizo que se dedicara a  la promoción del plantado de eucaliptos, no obstante que ya existían plantaciones menores.

Es por ello que en el baúl del auto, mi papá siempre llevaba muchos plantines de eucaliptus, lo que obsequiaba a las personas que querían. Así fue como le dio algunos al Cura Párroco, que en esa época vivía en la residencia de la Capilla, y con quien trabó una buena amistad, para que los plantara donde él estimare conveniente.

Esto me lo contó mi padre en aquella época, y a pesar de vivir aquí en Chacras, no había reparado en ellos, ya que no había estado en ese lugar en una noche tan diáfana, como esa, que fue el disparador de mi memoria, trayéndome recuerdos familiares tan bonitos, como fue compartir con mi padre aquellos tiempos de filmación de películas.

Vale la pena también tener en cuenta que Mendoza, en todo el siglo XX, contó con una cultura de defensa del árbol como un modo de combatir al desierto. Quizás dentro de esta historia se escriba un poco lo actuado por mi padre, como de tantos otros mendocinos, en defensa de la promoción de nuevas especies de árboles en esta provincia.

Me alegré mucho de verlos y sobre todo que estuvieran tan hermosos y cuidados no obstante el tiempo transcurrido, marcando una historia que revela que Chacras de Coria siempre fue un lugar elegido por su magia y enclavamiento, porque como es sabido también se filmaron otras películas.

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