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Román Andrés Salvalaggio: Granate de corazón

Personajes – Por amor a la vida y al fútbol

Por José Félix Suárez  – Especial para Correveidile

La de Román Andrés Salvalaggio es una conmovedora historia de vida y de amor al fútbol, porque después de una difícil enfermedad ha vuelto a ponerse nuevamente de pie. Hoy sueña con volver a jugar a la pelota en su querido Luján Sport Club, la institución que lo cobijó desde niño en sus divisiones inferiores y en la que actuó en la primera división allá por el 2006, cuando tenía apenas 20 años de edad, luego de un breve paso por Everton de Viña del Mar en el 2005.

Su relato fue una mezcla de distintas sensaciones cuando le contó a Correveidile sobre el cáncer de piel que padeció desde  febrero de este año. En ese momento, su situación parecía irreversible según el diagnóstico de los especialistas que lo atendieron. Se recuerda que la tarde en que el Granate goleó a Lavalle en la cancha del Bajo apareció una bandera con inscripción “Fuerza Román: Luján está con vos”.

Román fue internado primero en el Hospital Central, donde un virus intrahospitalario complicó aún más su quebrada salud, y más tarde en el Hospital Scaravelli de Tunuyán, porque ese nosocomio es el que se encuentra mejor equipado  para combatir su crítica dolencia.

Ante un cuadro clínico cada vez más complejo y desesperante solo un milagro, como realmente sucedió, podía salvar su vida que había entrado en un cono de sombras irreparable, al estar siete días en coma. Según su propia confesión, el día que  despertó había soñado que recorría un largo pasillo solo cubierto por una túnica blanca acompañado de varios ángeles que lo sostenían y le marcaban el camino que debía seguir. Román cuenta que por eso, cuando abrió los ojos y sonrió a los seres queridos que lo rodeaban, descubrió en la lejanía una luz muy fuerte que iluminó todo su cuerpo con una energía que le hizo recuperar las ganas de vivir.

“Cuando me reunía a jugar al fútbol con mis amigos y compañeros de trabajo terminaba muy mal, con una coloración rojiza en todo el cuerpo y un raro cosquilleo en piernas y brazos. Sentía una sensación de picazón que no sabía de dónde provenía y que tampoco desaparecía.  Cuando corría me mareaba con frecuencia, parecía que me desmayaba, me sentía muy débil y como no podía terminar los partidos tuve que dejar de jugar. Además me costaba digerir ciertos alimentos hasta que perdí el apetito por completo y me puse cada vez más delgado. Como había perdido varios kilos y la fiebre me subía de un modo permanente me di cuenta de que algo no funcionaba bien en mi interior, por lo que me hice los estudios. Tenía muy bajos los glóbulos blancos y al principio los doctores no sabían precisar el mal que tenía, hasta que descubrieron que se trataba de un cáncer de piel. Estuve siete días en estado de coma. Sin embargo, surgió esa luz increíble que percibí  en un sueño y que me dio fuerzas para seguir con vida y con la ilusión de volver a jugar al fútbol en el club que tanto quiero: Luján Sport Club”, cuenta este joven de 29 años, hoy chofer en la Línea 1 de Luján de Cuyo.

El fútbol

Román llegó a la primera de los Granates, donde había hecho todas las divisiones inferiores, en el 2006 con 20 años de edad, en la época que la entidad del Bajo respondía al nombre de Asociación Atlética Luján de Cuyo.

En el 2005 tuvo un breve paso por Everton de Viña del Mar en Chile. Siempre jugó como delantero y fue un goleador de buenas condiciones técnicas, muy veloz y potente,  gran definidor en el área. Luego pasó al Atlético San Martín (2007), más tarde lo hizo en Atlético de la Juventud Alianza de San Juan (2007-2008). Regresó a Mendoza para jugar en Gimnasia y Esgrima (2008-2009). Volvió al Bajo en el 2010, en  la temporada que el Granate perdió la categoría y ese mismo año se retiró de la actividad oficial. Sin embargo, ahora sueña con el regreso a su amado Luján Sport Club: “Quiero volver a jugar al fútbol y puedo hacerlo normalmente porque tengo el alta médica. Los médicos, a los que también les estoy muy agradecido, me han dicho que puedo llevar una vida normal. Por ahora lo hago semanalmente con mis amigos y compañeros de trabajo pero sueño con hacerlo en mi querido Luján. Voy a poner todo mi esfuerzo y voluntad para volver a lucir la camiseta que tanto quiero y que llevo muy adentro de mi corazón. Después de todo lo que me ha pasado es lo último y único que le pido a la vida, además del bienestar y felicitad de toda mi familia”.

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