Archivo | enero 13th, 2015

El fogón: El arriero -->

El fogón: El arriero

“Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas”,  decía Atahualpa…

Por Nicolás Sosa Baccarelli

Empinado oficio el del arriero… Sin ferrocarril, sin camión, los arreos por tierra eran, años atrás, la única forma de trasladar de un punto a otro, por muy distantes que estuviesen ambos, la hacienda.

Desde que el ganado sale de la estancia hasta que ingresa a la del comprador o bien al matadero, el trabajo del arriero (resero, o tropero, siendo términos aproximadamente equivalentes) exhibe un grado de dificultad único entre los trabajos de campo.  Entre los autores que se han dedicado al asunto, sugerimos la lectura del la obra “Trabajando de a caballo” de Roberto C. Dowdal, y, principalmente la “Instrucción del Estanciero” de José Hernández. Dice el autor del Martín Fierro: “Arreando hacienda es donde se prueba el conocimiento del hombre de campo (…) En este trabajo tiene el hombre que dar de sí todo lo que pueda dar…”  y termina ofreciendo una lujosa comparación: El arreo es al hombre de campo, lo que la tormenta al marinero.

En la obra citada el poeta y ensayista hace un minucioso estudio de este trabajo. Comienza con una clasificación básica del ganado: “de cría” y “tropa” (animales destinados al matadero), debiendo poner mayor delicadeza en la conducción del primero.  La hacienda de cría debe arriarse despacio, las jornadas deben ser cortas, y las paradas de descanso, muy seguidas “porque todo lo chico sufre mucho y extraña la marcha”. Previamente el arriero ha contratado peones de acreditada experiencia para la tarea, estos van a ponerse bajo sus órdenes durante la marcha. Su lugar en el arreo, es el más incómodo: debe ir atrás, vigilando el desarrollo completo, el trabajo de los peones que vienen por las orillas “conteniendo”, del que viene “haciendo punta” (hombre que debe conocer muy bien el terreno y conducir toda la animalada al ritmo correcto de acuerdo a las ordenes del capataz).

El arriero viene detrás, vigilando y alentando a los animales que van quedando rezagados y que siempre son los mismos: los más pesados, los más chiquitos o en peor estado, las vacas recién paridas. El instrumento para “castigar” se llama -precisamente- “arreador”, siendo el arriero el único autorizado a llevarlo; por eso será más allá de su utilidad práctica, un bastón de mando, un símbolo de su autoridad. En el arriero recaen todas las decisiones y responsabilidades: dónde hacer las paradas, a qué ritmo moverse, encerrar o no, dónde hacer que los animales coman y tomen agua. Maneja intereses ajenos y depende de su sabiduría y experiencia el éxito del arreo, es decir: que la hacienda llegue a destino, con la menor cantidad posible de pérdidas  y en buen estado.

Finalizo con esta belleza de Hernández: “El acarreador de ganado tiene la costumbre de usar un grito especial y una especie de canto monótono que entretiene al animal en el camino… los rondadores de hacienda prestan mucha atención a la clase de grito que ha de emplearse… Esos gritos son únicamente interjecciones en A-E-O y no emplean jamás las que suenan en I-U porque ellos dicen que inquietan y alborotan a los animales.

La verdad es que con sólo oír silbar o cantar a un hombre que lleva hacienda, se conoce en el acto si es práctico en su oficio.”

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Gente que festeja -->

Gente que festeja

El cumple de Sonia
Pasteles, empanadas y asado para festejar el cumple de la vecina del pedemonte, del Puesto González Gaviola.

Héctor Araujo, el Patón Díaz, Ramón Moya -más conocido como el Chinoto-, Cholo Díaz, el primer amigo del Patón cuando llegó a estos pagos en 1984, y Sonia. Sentados: Alejandro Leiva, Luis Homsi.

Gladys, Claudia, Marcela, Marina; la cumpleañera, torta en mano; Liliana, Raquel y Vanina. Se larga el brindis con champagne y enseguida las rondas de mate.

Los niños. Marina, Rodrigo, Carolina, Melina, Noelia. Eugenia, Kevin, Santiago, Juan, Santino y Darío.

El bautismo de Simón

El tío abuelo Flavio Arienzo,el abuelo Cacano con el primer nieto en brazos, el tío Facundo, la bisabuela Marina y el flamantepapá, Matías Cabanilllas.

Joven familia. Agustina López, Matías y el pequeño Simón Cabanillas.

En la pelu para festejar sus 100 años de vida.

Osvaldo César, o El Cumpita, y Rosa.

Los hermanosDiego y Francisco Casso festejan los 29 de Fran con su novia.

Los carpinteros de la Pancho

Los alumnos de la Pancho Correas mostraron sus primeras producciones del flamante taller de carpintería, todo reciclado. El proyecto articula el cuidado del medio ambiente y la salida laboral. ¡Felicitaciones a los futuros emprendedores!

Sergio Godoy, la regente Josefina Daract, Fabricio Aquistache, la directora Denise Cané y Cintia Bloise.

Festejo de los 38

Los compañeros de la Promoción 1976 del ICEI, festejaron su 38 aniversario, nuevamente en lo de Zanettini. El anfitrión, quien se encuentra de festejos corridos, ya que este año se cumplieron 43 de la increíble aventura que vivió como integrante de los Niños Cantores de Mendoza cuando viajaron a Tokio, de la mano de su director, Víctor Volpe, se portó de maravillas yresultó elegido “el anfitrión de la temporada”.

Patricia Palomo, Mónica Guerra, Herta Poquet, Claudia Yañez, Federico Zanettini, Estela Zogbe, Roxana Bertolo, Mónica Acosta y Adriana Sayavedra.

Bendita tú eres. Carlos Stipech -tranquilo-, Carlos Nazar, Ariel de la Torre, Sergio De Souza, Federico Zanettini, Roxana Bertolo y Juan “Negro” Bertone, quien se vino desde San Luis para estar presente en el evento.

Yago, Aisha, Eloy, Alma y la mamá Luisina, que ofrece canelones a quien se para a comprarlos.

Un nuevo sicólogo. Mariano Giaquinta ya está en funciones. Sus padres, Mónica Guerra y Jorge Giaquinta, orgullosos de su pollo.

Yago, Aisha, Eloy, Alma y la mamá Luisina, que ofrece canelones a quien se para a comprarlos.

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