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Celebrando a Juan Draghi Lucero

De inconmensurable valor literario y antropológico, la obra de Juan Draghi Lucero representa un altísimo honor para los mendocinos y para toda la literatura nacional. Aquí un repaso de ella a propósito de la reedición de dos de sus libros fundamentales

Por Nicolás Sosa Baccarelli


Pocos hombres hechos en esta tierra agreste y cargada de historias– porque don Juan eligió esta tierra entre todas las tierras- podrán jactarse de haber abarcado de un plumazo, de un solo golpe de tinta y de amor, el terruño de una punta a la otra en anverso y reverso.

Historiador, cuentista, novelista, poeta, erudito de la cultura popular cuyana, recopilador invaluable de piezas folclóricas, romances, coplas y narraciones tradicionales en un trabajo que dista mucho de ser meramente pasivo, tanto como dista de dicha actitud el laborioso oficio de quien puso por escrito los grandes mitos de la antigüedad greco-latina.

“Si la Historia es la relación documentada de los hechos del hombre sobre la tierra, ¿por qué no han de llenarse los huecos con tradiciones populares, para darle condición de intimidad humana?” Llenar los huecos de la historia del hombre sobre la tierra, con sus propias tradiciones populares, con “poemas de poetas iletrados”- tal como le gustaba decir a Don Juan- y devolverles de ese modo, su preciosa intimidad humana. Ésa era la propuesta.  Eso hizo Draghi Lucero.

La voz de los mayores y de los sin voz

Nació en Santa Fe en 1987 y, a los dos años,  su familia se mudó a Mendoza, provincia que adoptaría como propia para vivir y desarrollar su obra. Autodidacta en el sentido más sincero de la expresión, aprendió a escuchar a “los mayores”  (arrieros, peones, hombres de monte y de lagunas…) gracias a sus trabajos de campo, a las dolorosas labores de niño huérfano y pobre: hachando y vendiendo leña. Durante los altos en el camino, adorando las chispas de esos fogones sobrenaturales que suelen ocurrir en mitad de la noche y en medio del campo, Juan escuchaba, Juan memorizaba, para luego narrar esas historias, esas leyendas que luego asomaban de punta en su mente como astillas del asombro.

Como hijo de madre criolla y de padre inmigrante, Juan resumía la sangre, en su sangre: los que llegaron y los que ya estaban aquí desde siempre.  Draghi Lucero cantó a su Mendoza árida y dura: esa geografía que tanto lo cautivó, esa gente  que crece en las periferias del progreso de las ciudades y cuya sabiduría reclama de tanto en tanto un poeta ciego, un Homero criollo que eleve en su voz, la de todos. “Creo que el verdadero escritor debe condolerse de esa gran masa que está destinada al sufrimiento y a la procreación de otros seres destinados al sufrimiento. Es necesario que el autor y el literato revean su verdadera situación dentro de un mundo de sufridores, de sufridos y, en el otro extremo, de gente que puede ser hermosa en su forma, pero terriblemente cruel en sus procederes”, reflexiona.

“Traté de comprender a la gente pobre de Mendoza; con su lenguaje serrano y al mismo tiempo muy arraigado al huerto. Es extraordinario lo que ello influyó en el carácter mendocino y en mí mismo; el cultivo del pequeño predio que fija al individuo a un lugar determinado de la tierra.”

Su obra abarca desde la crónica histórica  -pasando por la recopilación de material poético y narrativo- hasta la expresión de la experiencia propia hecha verso, cuento o novela.

Crítico de la esclavitud y denunciante del abandono del campo, Draghi rescató numerosos episodios desconocidos del paso de San Martín por nuestra provincia, y salvó del olvido a otros destacados hombres que hoy viven en sus páginas: el Molinero Andrés Tejeda, el sabio francés Miguel Amado Pouget (precursor de la vitivinicultura moderna), el explorador y escritor Manuel José Olascoaga. Entre su obra vasta y diversa, destacamos el Cancionero popular cuyano (1938), Las mil y una noches argentinas (1942), El loro adivino (1963), Cuentos mendocinos (1964), El hachador de Altos Limpios (1966), El bailarín de la noche (1968),  El pájaro brujo (1972), La cabra de plata (1976), entre otros.

El autodidacta resultó fundador de la Junta de Estudios Históricos de Mendoza, profesor en varias cátedras de la Universidad Nacional de Cuyo – donde fue nombrado Doctor Honoris Causa-, miembro correspondiente del Instituto Nacional Sanmartiniano, y de la Academia Argentina de Letras. Recibió el Premio Konex de Platino en 1984 en la disciplina “Regional” y un sinfín de premios y distinciones académicas y honoríficas.

La buena nueva

Poco tiempo atrás, la prensa local reprochaba con razón el injusto paso de Draghi Lucero a la categoría de autores “inhallables” o difíciles de conseguir en las librerías. La importancia de su obra no ha tenido – hacen notar sus estudiosos- un correlato en el interés comercial de los editores. Recientemente Ediciones del Sol (del Grupo Colihue) ha llevado adelante una reedición de dos de sus obras fundamentales: el “Cancionero Popular Cuyano” y el “El hachador de los Altos Limpios”. Los mismos fueron presentados días atrás en Mendoza, en un acto organizado por el Ministerio de Cultura.

El “Cancionero…” vio la luz en 1938 y fue reeditado parcialmente mucho tiempo después, en 1992, por el gobierno de Mendoza y la Universidad Nacional de Cuyo, en dos volúmenes. No fueron reediciones completas, faltaba la música de las piezas folclóricas. La viuda de Draghi se encargó de hacer el tercer tomo ya con algunas líneas melódicas. La edición de reciente aparición reúne las mejores composiciones poéticas, así como algunas partituras de canciones. La obra tiene 208 páginas y se trata de una selección de textos, elegidos por Norma Acordinaro, estudiosa, asistente y amiga de Draghi Lucero, luchadora infatigable por la difusión de la obra de Don Juan. Entre las ilustraciones del libro se destaca otra figura insigne que pisó estos lares: Fidel Roig Matons. También hay fotos del archivo familiar.

Por su parte,  “El hachador… ” es la colección completa de cuentos, tal como la publicó Eudeba por primera vez en 1966. También está ilustrada y contiene un epílogo editorial orientado a estudiantes de nivel medio que accederán al libro. Se busca, principalmente, cautivar a jóvenes lectores.

Importante es destacar el compromiso que el Grupo Colihue ha contraído de reeditar la obra completa de Juan Draghi Lucero, una tarea que los argentinos seguramente sabremos agradecer. El próximo título será “Y los ríos se secaron”.

De inconmensurable valor literario y antropológico, la obra de Draghi Lucero cada vez se acerca más a nuestro sillón preferido,

para deslumbrarnos un día -de la raíz a la flor-

narrándonos a cielo abierto

nuestro costadito más noche,

nuestro pliegue más humilde,

nuestro territorio más pájaro.

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