Archivo | octubre 21st, 2014

A 50 años del Lobo Campeón, El “Cachorro” Aceituno -entre toques y goles- -->

A 50 años del Lobo Campeón, El “Cachorro” Aceituno -entre toques y goles-

Por José Félix Suárez, Especial para Correveidile

Casi  a los 72 años de edad, que cumplirá este 26 de octubre, después de haber recorrido un largo camino en la vida como futbolista del club Gimnasia y Esgrima y como  preparador físico de esa y otras importantes instituciones, este vecino de Chacras de Coria desde 1983, Carlos Gil Aceituno, puede sentirse muy orgulloso de la semilla que sembró a sus espaldas con su innata calidad, compañerismo, don de buena gente, profesionalismo y un permanente esfuerzo personal.

En la imagen, el gol de cabeza que el “Cachorro” Aceituno le hizo al Atlético San Martín en la segunda final para clasificar al equipo que representaría a Mendoza en el Nacional de 1970. Victoria del Lobo 1 a 0 con esa conquista.


Por un lado, su linda familia: su mujer Norma Amelia Pacheco -profesora de educación física, hija  del  recordado Quito Pacheco y hermana del Mono Pacheco, ambos con raíces futbolísticas Albicelestes-; sus cuatro hijos: María Fernanda (30, abogada), María Gabriela (29, profesora de inglés), Marcos Gastón (27, jugador de tenis del Mendoza Tenis Club y administrador de la posada  Villa Los Sauces, la empresa familiar) y Daniela (25, arquitecta), muy feliz abuelo de Indiana, de  apenas dos añitos, “la regalona que nos cambió la vida a mí y a mi mujer”.

Por otro lado, su exitosa trayectoria  como centro delantero primero y armador de juego después, con su buen juego, dominio de pelota, sello aristocrático y gran poder de definición, siempre con los colores de su amado Lobo del Parque, los únicos que lució durante su  rica y extensa campaña entre 1960-1972. En 1968 tuvo la posibilidad de jugar en Gimnasia y Esgrima de la Plata,  después de haber superado una exigente prueba, pero no llegó a concretarse porque no se logró un acuerdo económico, luego que los dos clubes habían acordado la transferencia de manera definitiva.

Aceituno se formó en los nobles potreros de Dorrego. Infancia y juventud  que compartió con sus tres hermanos: Rodolfo, Alberto -quien también jugó en Gimnasia y Esgrima y posteriormente en San Roque- y Carlos. El “Cachorro”, así llamado por su espíritu jovial y extrovertido, fue el apodo que lo acompañó para siempre en las canchas y en la vida. Llegó a los Blanquinegros de la mano del inolvidable Mona García, la persona que semanalmente martes y jueves le pagaba el pasaje para que pudiera ir a entrenar. Desde su debut en la primera división como visitante del Deportivo Maipú, con solo 16 años, en la última fecha de 1960, oportunidad en que marcó los primeros dos goles. Fue la tarde que  hizo realidad “el sueño del pibe”.

Ese día recibió $ 250 de premio, por decisión del dirigente Jaime Grau, para asombro de su mamá a quien Cachorro le llevó el dinero, la misma cantidad que ganaba mensualmente su papá Rodolfo como empleado de la CITA, la  antigua estación de ómnibus en el centro de la ciudad.

Desde entonces sumó los campeonatos de 1964 y de 1969 de la Liga Mendocina, el título de campeón de campeones de la Copa 60 Aniversario que organizó Boca Júniors en Buenos Aires y donde en la Bombonera derrotó sucesivamente a Pringles (San Luis, 4-0),  Pacífico (Neuquén, 4-0), General Paz (Córdoba, 1-0), Unión (Santa Fe, 3-1) y Talleres (Entre Ríos, 1-0). Además de los Nacionales de 1970, 1971 y 1972  en los que Gimnasia y Esgrima se convirtió en el mejor equipo mendocino de todos los tiempos, con un invicto como local de dos años y medio.

También logró una impecable tarea como preparador físico -estudios que realizó alentado por su maestro y amigo, el profesor Luis Rodríguez, del que fue un gran discípulo-, gestión que desarrolló durante cuatro años (1969-1972), en el mismo Lobo, con un gran compromiso y una enorme responsabilidad. “Para mí la función de ser  jugador y preparador físico de mis amigos y compañeros resultó una doble responsabilidad. Siempre me manejé con cuidado y con mucho equilibrio en una labor que por esa razón fue muy especial. Por suerte el trabajo fue satisfactorio y la relación  muy cordial y respetuosa, por lo que nunca se dañó el compañerismo”, reconoció en la reciente charla con este periodista.

Hace 50 años…

Cuando se están cumpliendo los 50 años de aquellas dos finales que se disputaron los domingos 11 y 18 de octubre de 1964, entre Gimnasia y Esgrima y Huracán Las Heras, para proclamar el campeón de esa temporada, el “Cachorro” evoca esos dos partidos que se desarrollaron bajo un clima y una fuerte presión en la cancha de Independiente Rivadavia. Cuenta por ejemplo que en los días previos aparecieron pintadas en todo Las Heras con leyendas intimidatorias y con tono de amenazas: “Victoria o muerte”, “Sangre en el césped”, “Globo campeón”.

Sin embargo, aquel Gimnasia y Esgrima de “Los Compadres” -Víctor  Legrotaglie, el “Bolita” Sosa, el “Polaco” Torres y el “Cachorro” Aceituno -, aquel Lobo de frac, galera y bastón, aquel equipo de la excelencia y el toque, se sobrepuso al ambiente hostil y cerró con dos merecidos triunfos su consagración como campeón. El primero 4 a 1 con goles de Sance en contra, dos de Aceituno y el restante del Víctor con un  impecable tiro libre -Lumbía descontó para el perdedor-  y el segundo 2 a 1, conquistas de Montes de Oca y el Cachorro y Labriola para el Globo. Comenta  Aceituno: “Huracán, al que le llevábamos dos puntos de ventaja nos alcanzó en la última fecha cuando nos ganó 2 a 1 en su cancha y forzó dos partidos de desempate. En uno de esos goles al sanjuanino Ramírez lo metieron con pelota y todo dentro del arco. En la  primera final fuimos muy superiores y tuve la suerte de señalar dos goles y en la segunda, donde también pude marcar un gol, el trámite resultó más parejo. En ese partido se lesionó el Panza Videla y como no había cambios, se tuvo que ir a jugar de puntero izquierdo. Huracán nos apretó pero no pudo  dar vuelta la historia”.

Aquel equipo del Lobo formó en esas finales con el sanjuanino Ramírez en el arco, el “Panza” Videla y el “Polaco” Torres en la extrema defensa, Silva, Bustos y el “Bolita” Sosa en el medio campo y Osvaldo Piantino, el Víctor, Aceituno, el “Negro” Montes de Oca y el “Geniol” Ledesma en la delantera. Plantel que se completó con el “Laucha” Ferreyra, “Chiquito” Bertolani, Di Stéfano, el “Negro” Castro, “Bebán” Guayama, Montenegro, Segundo Cortez, Sánchez y el “Documento” Ibáñez. Dirigidos por don Enrique Goldemberg durante el torneo y por el “Mona” García en las dos finales.

Equipo de Gimnasia y Esgrima que disputó las dos finales y se consagró campeón 1964. De izq. a der.: Alfredo Sosa, Carlos Aceituno, Alfredo Torres, Nicolás Bustos, Jorge Ferreyra, Domingo Ramírez, Mario Videla, Oscar Montes de Oca (capitán), Víctor Legrotaglie, Osvaldo Piantino y Héctor Ledesma. Aparece Al centro de la jugada Carlos Aceituno que parece empujar la pelota pese al esfuerzo del arquero Dieguez. Sin embargo es gol en contra del defensor Sance (camiseta oscura) de Huracán Las Heras. Fue el primer gol del Lobo en la primera final que ganó Gimnasia 4 a 1.

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La calidez del rústico sin concesiones -->

La calidez del rústico sin concesiones

Apapacho: arquitectura para una cocina autóctona

Por Adriana Sayavedra

Un lugar ecléctico, nacido en el año 2007, de impronta criolla pero con aires orientales y lineamientos del feng shuí. Asi es este restorán ubicado sobre la bella calle Guardia Vieja que prontamente reabrirá su puertas. Digna de mostrarse, hacemos en esta edición un paneo previo sobre su impactante arquitectura.

Ya sobre la vereda, antes de entrar, llama la atención el viejo álamo que, cual guardián del rancho, nos va adelantando en qué lugar estamos. Al cruzar la puerta de entrada, la atracción visual que se siente ante tantos materiales nobles invade y moviliza los sentidos. Al ser concebido como lugar de cocina criolla, la arquitectura debía ser coherente con esto. Se recurrió entonces a materiales rústicos: elementos recuperados de demolición, pisos con guardas de madera de pinotea recuperada y adoquines de piedra natural. Incluso una gran cantidad de palos de álamo hachuelado que el dueño acopió en un momento, encontró aquí su gran destino.

Maderas, ladrillo, revoques de barro, juntos confluyeron para recrear una atmósfera gauchesca, cálida y muy rústica, intervenida por elementos de diseño para suavizar. “Se introdujeron algunas mariconeaditas para suavizar un estilo muy macho”, explica claramente el arquitecto responsable de la obra, Guillermo Fara, para referirse a los muebles de líneas contemporáneas, a la iluminación de led -que recién comenzaba a utilizarse por aquellos años-, a los textiles y algunos detalles de la decoración que aportan cierta sutileza a un estilo “rústico muy agresivo, que a la gente no le gusta para vivir pero si para disfrutarlo en un restorán o en un bar”.

La zona de espera o relax, donde se sirve un vino al comensal mientras espera que se apronte su mesa. El arquitecto resalta aquí el "dramatismo que genera la luz rasante en el ladríllo vitrificado... muy ranchezco".

Las paredes son de ladrillos de boca de horno, esos que se descartan porque salieron mal, deformados y quemados. Al vitrificarse, son más fuertes y adquieren colores muy agradables, casi teatrales Con la luz adecuada se logra una ambientación muy especial. Marco ideal para las obras de arte en papel maché de la artista plástica Viviana Ordoñez, que reinan en todos los ambientes.

El Feng Shui presente

Según cuenta el arquitecto Fara, a pedido del propietario toda la construcción debió adecuarse a un pacuá (plano de distribución de espacios según el feng shui), que es el que dicta hacia dónde se deben orientar las aberturas, por ejemplo, e incluye zonas que representen a cada uno de los cuatro elementos. La arquitectura requerida debía entonces representarlas y el arquitecto resolvió que el fuego sería la zona de la chimenea, el agua estaría representada por una fuente con cascada y acequia; el aire en la zona suspendida en el entrepiso, y la tierra, con la cava subterránea.

En los baños se utilizaron unos comederos de cerdos sobre los que se instalaron bachas de venecitas con jarras de cerámica a modo de vertiente, reemplazando las canillas. “A pesar de ser muy rústico, le habíamos implementado un pedal tipo máquina de coser que hacía salir el agua del cántaro, para que la gente no toque nada por higiene”, detalla Fara.

Elemento Tierra

La cava subterránea fue realizada con pupitres recuperados de una champañera. Ideada en un principio como espacio privado para el propietario y sus amigos, con el tiempo se abrió al público. Es un espacio para ocho personas al que se accede por una escalera un tanto complicada para bajar, que nos va poniendo en clima. El quejido de la puerta al abrirse, el cordón que cuelga para encender la luz y el placer olfativo encendido al percibir el aroma de humedad que conserva el lugar, se suman para crear una atmósfera especial. Ya estamos listos y con el clima perfecto para disfrutar de un momento casi trascendental.

Apapacho. Arquitectura para una cocina autóctona

El techo es bajo, de correas de álamos hachuelados y bobedillas de ladrillos. Los muros son de ladrillo vitrificado. De características estéticas “muy pesadas” para generar una atmósfera “casi como de cueva”, relata y se explaya Fara: “Era el reducto del dueño… la puerta hacía ruido al abrir… se consiguió una atmósfera muy agradable para reuniones”. Contrastando con la rusticidad casi agresiva, muebles de líneas más femeninas, crean el contraste. La mesa fue diseñada por el mismo arquitecto Fara con materiales de demolición y vidrio, bajo el cual quedaron guardados como tesoros los corchos de las botellas que se tomaron en las reuniones previas, en las etapas de proyecto y de puesta a punto de la obra.

La puerta de la cava es una de las protagonistas del escenario montado por especial pedido del dueño. "Hicimos que hiciera ruido al abrir a propósito. Queríamos enfatizar la idea de entrar a un espacio absolutamente restringido, casi como un lugar olvidado, un sótano oculto".

Elemento Fuego

La chimenea de adoquines de piedra preside y convoca en la zona de fuegos, obviamente. A su alrededor la madera de demolición se convierte en bancas que invitan a los presentes a acercarse a disfrutar del fuego.

Los trabajos de madera realizados por Mario Alvaro, dueño y creativo de Antiguos Portales y las paredes de ladrillos de boca de horno se imponen en el lugar como un signo más de la fuerte personalidad del restorán.

Elemento Agua


En la sala que corresponde al agua, según el pacuá del feng shuí que guió la construcción desde el principio, una fuente recibe el agua y a modo de acequia recorre la sala, cubierta con un vidrio.

Elemento Aire

Elemento aire en otro de los iluminados espacios de este hermoso lugar.

La planta alta balconea al espacio central generando una agradable multiplicidad espacial entre planta alta y planta baja. Este primer piso suspendido representa el elemento aire.

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