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Volver al futuro

Visitamos Gran Jardín y dialogamos con uno de sus responsables, Jorge Geroli, sobre los comienzos del proyecto, la esencia de esta forma de vida y experiencias que marcan el camino de la autogestión en nuestra provincia.

Hace 21 años la vida de Jorge Geroli y su mujer, Claudia Noemí Sánchez era otra: él pensaba jubilarse en YPF, donde trabajaba desde hacía un buen tiempo, y ella se desempeñaba como asistente en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Vivían en Godoy Cruz. “En 1992 la política de Menem hizo que despidieran al 95% de los empleados y quedé en la calle con tres niños, y conocimientos en electricidad, higiene y seguridad”, dice una mañana de jueves en su casa de Vistalba. Resurgieron con un vivero que no funcionó y pensaron en un nuevo proyecto: “Ahí fue cuando buscamos una forma de vivir alternativa; ya veníamos hablando con el Padre Contreras acerca de un concepto distinto de consumo”, cuenta Geroli.

Durante tres años, la familia se organizó para capacitarse en áreas como granjas integrales autosuficientes en Chile y en el camino encontró la esencia: “Vivir como se hacía antes, tener lo básico para una alimentación sana, que nuestros hijos tuvieran un crecimiento sostenible y pasar a ser de una familia consumidora a una prosumidora, que es la que produce lo que consume mediante la autogestión, la granja y la permacultura, un modo de vivir alternativo al sistema”, comparte. “Sobre la multicrisis social, ambiental y económica nuestro proyecto flaqueaba y pensamos en bajarnos del caballo del sistema para ver qué había. Así fue como empezamos en Mendoza, un poco pioneros, con el desarrollo sostenible”, comenta Jorge.

En un terreno con el que disponían en Vistalba dieron los primeros pasos de lo que sería Gran Jardín: una granja, una huerta, un mercado consciente, pero sobre todo un refugio y un hogar. Con los meses crecieron los primeros frutales -duraznos, ciruelas, cerezos, almendros, damascos-, árboles para extraer leña, como álamos, una huerta que ganó variedad con el tiempo y la incorporación de animales de granja. También se las ingeniaron para la autosuficiencia energética y la dendroenergía, obtenida a partir de biocombustibles. Hace 21 años, Jorge Geroli es además de responsable del lugar junto a su mujer, docente de chicos con capacidades diferentes a los que les ha enseñado el sentido de esta forma alternativa de concebir el mundo. “La permacultura es un poco volver al futuro: aprender cosas que han pasado, recuperarlas y adaptarlas a una nueva situación”, explica.

El espacio cuenta con la vivienda de sus mentores, una zona recreativa con un quincho-aula en el que se realizan los cursos, el predio donde se encuentra la fauna -conejos, ovejas, cabras y aves de corral-, un vivero en el que se producen plantines ornamentales y aromáticas, un acumulador de agua, baños y parque solar. Las huertas están divididas por colores, hay un lombricario y dos composteras que reciben los desechos y restos de vegetales y animales, lo que supone la elaboración de un fertilizante natural. “Hemos hecho de un lugar semiárido un espacio de producción natural con el simple manejo ecológico de los residuos”, se enorgullece Geroli.

Este disfrute de la vida, como lo llama Geroli, se completa con nuevos proyectos en beneficio de la comunidad. Muy pronto Gran Jardín contará con clases de una escuela alternativa enfocada en la permacultura que serán dadas en un domo construido con barro y botellas para la incorporación de saberes amigables con el medio ambiente y en el que entre otras personas, están involucradas sus hijas.

Jorge Geroli en su espacio de Vistalba

La hermosa huerta de Gran Jardín

Días de feria

El segundo domingo de cada mes, Gran Jardín se prepara para el encuentro con vecinos, amigos y personas que se suman al cambio. La granja de una hectárea de Vistalba es entonces acondicionada para recibir al visitante en el espacio verde en el que a lo recreativo y las actividades para compartir, se prepara un mercado que cuenta con los puestos de productores de comercio justo y elaboraciones orgánicas de Mendoza. Esta feria alternativa, en la que no falta la música en vivo, talleres y manifestaciones artísticas, ofrece alimentos saludables, cosmética natural, vestimenta consciente y en muchos casos, la visita de voluntarios de distintos países que quieran aprender esta manera de integrar lo espiritual, lo físico y lo psíquico.

Otro de los espacios destinados al autosustento

Otros buenos ejemplos

Existen iniciativas a lo ancho de nuestra provincia que trabajan por el bienestar común y el cuidado de los recursos. Es el caso de Regreso a las Fuentes, en Junín, donde se ubica una granja en la que se cultivan flores y frutales, existe una huerta orgánica y cuenta con energías alternativas como cocina solar y caja térmica. El lugar dispone de un baño seco con lombrices, sistema de iluminación de bajo consumo, ducha caracol para el verano, una gran variedad de animales y experiencias para compartir los saberes de la naturaleza.

Otro buen ejemplo es la Finca El Peregrino Orgánico, en Tunuyán, un proyecto familiar de producción de alimentos en el que se practica la construcción natural, el cultivo de hortalizas y frutales para el autoconsumo, el desarrollo de mercados florales, la difusión de la agroecología y la aplicación de medicina natural. El Pulpo Rojo en Rivadavia es también una finca biodinámica y orgánica con cultivos, actividades sustentables y elaboración de productos para su consumo.

Para realizar las compras, recomendamos considerar a la Bioferia del Barrio Cano, que tiene lugar todos los sábados en la plaza de Bolougne Sur Mer y Jorge A. Calle, de Ciudad, con productores de distintas latitudes que comercializan alimentos y productos saludables. Otra excelente iniciativa es la de nuestros vecinos del taller permacultural El Tilo, que busca y logra ser un ámbito de aprendizaje comunitario y transmisión de experiencias para contagiar las buenas prácticas.

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