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Capilla de la Merced: Tres buenas vecinas y un cura emprendedor

Por Adriana Sayavedra

Esta bella capilla, ubicada al final de la pintoresca calle Piedras, fue remodelada gracias al apoyo de los vecinos y al accionar de tres mujeres guiadas por un párroco, que emprendieron un trabajo de varios años, volcado a la comunidad.

El frente de la hermosa capilla

Fue a principios de este siglo, gracias a la determinación de Chani Conalbi, de la arquitecta Silvia Sayavedra y de la conocida artista plástica Silvia Hoffman, impulsadas por el padre Juan Carlos Vignoli, por aquél entonces párroco de nuestro pueblo, que la antigua capilla cobró vida y belleza.

Había sido reconstruida -según parece por segunda vez- luego del aluvión de 1970. Algunos años después, el padre Aldo Godino la remozó un poco, también con la colaboración de los vecinos. Cuando Juan Carlos llegó a hacerse cargo de la feligresía de Chacras y La Puntilla, comenzó a darle forma -con su conocida energía- a la idea de remozarla por completo. Para ello convocó a Chani Conalbi, quien a su vez invitó a las dos Silvias a que se sumaran a la empresa.

Silvia Hoffman, Chani Conalbi y Silvia Sayavedra frente al altar.

Tamaño desafío cuando sólo contaban con $50 iniciales. A pesar de las ganas, no eramuy promisorio el proyecto. Pero nada amilanó a estas tres generosas mujeres, que de inmediato se pusieron manos a la obra y comenzaron la tarea que se habían propuesto, cada una con su función. Chani fue la imagen de la Virgen que le da el nombre a la capilla en el sitio elegido, para lo cual la intercambiamos por la cruz de madera que estaba en el medio del altar. Luego seguimos cambiando puertas, ventanas, pisos e instalación eléctrica. Así logramos la ejecución del atrio, con el que tanto habíamos soñado”, explica la arquitecta.

Pero lo que más felices las puso en el proceso de remodelación fue cuando Silvia encontró en una compraventa la bellísima puerta de ingreso que, según cuentan, había pertenecido a la escuela San Pedro Nolasco, de las monjas mercedarias de nuestra provincia. A pesar de la férrea voluntad de estas damas, nada se podría haber logrado sin la colaboración de otras personas. Como, por ejemplo, Lila Gabrielli de García, quien donó unas sábanas que habían pertenecido a su padre, el gran gobernador mendocino Don Pancho Gabrielli, para convertirlas en los manteles del altar.

Las vecinas estuvieron en todos los detalles para la recuperación de este espacio sagrado.

O la vecina que talló la pequeña cruz de madera de la puerta de entrada. También la artista Eli Heffuer restauró los ángeles de la base del altar o Jorge Climent, que donó las champas de pasto. “El regalo que colmó nuestros anhelos son los murales que decoran el interior de la capilla pintados por Silvia Hoffman”, explica la arquitecta Sayavedra al hablar de los falsos frescos que cubren casi la totalidad de las paredes y sectores del techo, creando una atmósfera fresca y exquisita que evoca las capillas de la campiña italiana.

La puerta de entrada encontrada en una compraventa tiene tallados, casualmente, el escudo y los atributos de la Virgen de la Merced.

La obra de Silvia

Los murales presentan un aspecto acuarelado, propio del estilo tan personal de la artista. La luminosidad natural de la capilla acentúa la transparencia que ella logra en sus trabajos. La sugerencia característica del pincel de la autora está también presente en esta obra, haciendo hincapié en crear una atmósfera clara, espaciosa y sin barroquismos. Las pátinas de zócalos y molduras armonizan con el conjunto.

Los murales de Silvia, una belleza en las paredes de la capilla.

La totalidad de los arcos, así como el altar, están cubiertos de estarcidos pintados al agua, que le otorgan un aspecto lavado y añejo. Las pinturas sobre las puertas tienen el mismo formato geométrico para imprimir un cierto orden y lograr un equilibrio armónico. “La temática de los murales evoca la magnificencia de la creación, alude a la opulencia de la naturaleza cuyo espíritu nos abraza y nutre las cosas.

Revelan la inmensidad de la fuerza de la vida, que todo lo penetra, desde el espacio inconmensurable hasta la más pequeña planta o animal”, explica Silvia Hoffmann quien expresa su dicha al rememorar sus horas de trabajo en la capilla y concluye: “Hasta la belleza causa, cuando se vuelve rutina, la caricia más divina”.

Otra vista de los murales.

1 Comentar este artculo

  1. Ignacio Dijo:

    Gracias a Dios y a la obra del Padre Vignoli y las señoras que ayudaron a la recuperacion del templo, porque es una forma importante para que los feligreses encontremos la presencia de Dios Padre.

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