Categoría | Cultura, Destacados

Juego nacional: El Pato

El fogón: El rincón donde conversamos sobre palabras, expresiones y refranes muy nuestros.

Por Nicolás Sosa Baccarelli

Suele señalarse como primer testimonio de este juego una crónica de Felix de Azara en la que relata una “corrida” realizada en Buenos Aires en el año1610 con motivo de las fiestas de beatificación de San Ignacio de Loyola: “se juntan para esto dos cuadrillas de hombres de a caballo y se señalan dos sitios apartados como de una legua (cinco kilómetros aproximadamente). Luego cosen un cuero en el que se ha introducido un pato vivo que deja la cabeza afuera, teniendo el referido cuero dos o más asas o manijas, de las que se toman los dos más fuertes de cada cuadrilla en la mitad de la distancia de los puntos asignados y, metiendo espuelas, tiran fuertemente hasta que el más poderoso se lleva el pato, cayendo su rival al suelo si no lo abandona. El vencedor echa a correr y los del bando contrario lo siguen y lo rodean hasta tomarlo de alguna de las manijas, tiran del mismo modo, quedando al fin vencedora la cuadrilla que llegó con el pato al punto señalado”.

Así era el juego que tras un largo camino  -que incluyó peleas, muertes, y prohibiciones del gobierno- terminó siendo declarado “Juego nacional”, durante la presidencia de Perón.

El jesuita Diego de Torres Bello S.J. escribía en una carta a sus Superiores en  abril de 1611, asombrado porque los participantes del “Pato” fueron dos tribus indígenas y porque los españoles no les facilitaban caballos ni les permitían montar, dado que eran algunas de sus principales armas de conquista y guerra.

Al parecer este juego criollo fue inventado por los propios conquistadores, o por algunos de sus descendientes directos, toda vez que mal podrían  haberlo pensado los españoles pues era un deporte desconocido entonces, y aún ahora, en España.  Tampoco pudo tratarse de un juego de nativos  porque éstos no conocieron el caballo  (fue importado por los españoles en la primera mitad del siglo XVI). Una digresión ecuestre: Pedro de Mendoza fue el introductor del caballo en el año 1536 por estas tierras, aunque su descendencia (las manadas) fueron producto de los pocos que abandonó (se habla de cinco yeguas y siete padrillos) en 1541, Don Irala, al abandonar Buenos Aires. La historia cuenta que estos se reprodujeron junto con los que trajo Cabeza de Vaca en su marcha desde la costa brasileña hasta el Paraguay, entre otras excursiones.

Existe una descripción del Pato, de Amadeo Frezier (1682 – 1773), militar e ingeniero. La misma data de 1716: “Fui testigo de una fiesta que los encomenderos de dos españoles se dieron, el día del santo de sus amos, en una aldea de Talcahuano, cerca de la cual estábamos anclados. Después de oír misa montaron a caballo para correr la gallina, como se corre la oca en Francia, con unas diferencias: que todos se arrojaban sobre el que ha obtenido la cabeza para quitársela y llevársela ante aquel en honor del cual hacen la fiesta; corriendo a todo galope se topaban para quitársela y a la carrera recogían del suelo todo lo que derribaban por tierra. Después de esta carrera se apearon para la comida”.

El novelista argentino William Henry Hudson (1841 – 1922) en su difundido libro “El Ombú” expresa que “El Pato era el entretenimiento más popular practicado al aire libre en la Argentina”.

Con el transcurso de los años, “El Pato”, fue practicado y también prohibido por las autoridades religiosas y civiles por el alto nivel de peligrosidad y las consecuencias fatales que traía aparejado el hecho de querer llegar a cualquier precio con el pato al punto señalado.

La primera prohibición al juego de que se tiene noticia es del 23 de febrero de 1739, cuando así se dispuso en Santiago del Estero con el siguiente texto: “pues es demasía y atropello jugar pato en medio de la ciudad”.

Pero su prohibición real y concreta fue por el decreto del 21 de junio de 1822 del gobernador de Buenos Aires,  Martín Rodríguez, el cual expresaba: “Todo el que se encuentre en este juego, por la primera vez será destinado por un mes a los trabajos públicos; por dos meses en la segunda, y por seis en la tercera”. Además, “quedaran sujetos a la indemnización de los daños que causaren”. La policía, los alcaldes y los jueces de campaña eran los encargados de hacer cumplir la prohibición.

También tenemos una composición poética de Mitre aparecida en 1854. En una nota a la misma, dice: “El juego del pato no existe ya en nuestras costumbres, es ya una reminiscencia lejana. Prohibido severamente por las desgracias personales a que daba motivo, el pueblo lo ha dejado poco a poco, sin olvidarlo del todo”.

Así expresaban sus versos:

¡El pato! juego fuerte

del hombre de la pampa

que marca las costumbres

de un pueblo varonil!

Para avispar los nervios

para tender los músculos

como el convulso joven

en el dolor febril.

Durante las primeras cuatro décadas del siglo pasado, el Pato se siguió practicando, fue reglamentado y tuvo un mayor desarrollo a partir de la creación de la Federación Argentina de Pato, en 1941.

En 1953, por decreto nacional del presidente Perón, el Pato fue declarado “juego nacional”.

Deje su comentario