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El pueblo en falta: Sin veredas no hay paraíso

Los vecinos debemos tomar conciencia de lo que significa un espacio como la vereda, aunque el principal responsable de su revalorización es el Municipio. Existen vecinos que avanzan sobre el espacio que se tendría que destinar a la vereda. Ese espacio, intermedio entre lo público y lo privado, debe revalorizarse social y culturalmente.

Por Oscar Giammatteo, arquitecto

La vereda, como dice el politólogo Mauricio García Villegas, ofrece claves importantes sobre el tipo de ciudadano que habita un lugar, pueblo o ciudad. Habla de nosotros, de cómo nos relacionamos y qué visión tenemos de la autoridad pública. Las veredas pueden ser en sí mismas un signo de pauperización cuando no están construidas o no hay una necesidad de encuentro exterior entre vecinos y eventuales visitantes.

Por el contrario, la intención de instalar en la agenda de discusión la revalorización de la vereda supone invitar a ese encuentro. Hay que citar a Enrique Peñaloza, Alcalde de Bogotá, Colombia, entre los años 1998 y 2000, porque uno de los caballitos de batalla por los cuales ganó la elección fue su reivindicación de la vereda, en dos sentidos: como motor de la vida turística y como motor de los principios democráticos. “Muchas ciudades buscan atraer turistas a sus carnavales y fiestas, otras a sus playas, casi todas olvidan que lo que más atrae a turistas en todo el mundo son lugares agradables para caminar”, dijo.

En este sentido, no es que a Chacras de Coria la queramos convertir en un destino turístico, pero sí mejorar la vida de quienes la transitamos a diario, sobre todo cuando no hay nada más simple, económico, sano, placentero que una persona, amigo/a pareja, o familia, inclusive la gente que va a trabajar, sin distinción de edad ni condición social, si es mendocino o extranjero, tenga la posibilidad de caminar por estos lugares que son hermosos a pesar del impacto inmobiliario que trajo aparejado un impresionante crecimiento del tránsito vehicular.

Besares sin espacio para caminar.

Soluciones creativas

Vienen bien los ejemplos de las soluciones urbanísticas que se han dado en las ciudades de Colombia, con mucha marginalidad y presas del narcotráfico. Han sido soluciones creativas y simples que en esas sociedades impactaron en todas las áreas de salud, educación, cultura, pero fundamentalmente, la seguridad. Con lo cual, si en ese país lo lograron partiendo de un más que negativo estado de situación, cómo no podemos revertir la ausencia de estas obras en los distritos de La Puntilla, Chacras de Coria y Vistalba.

En verdad, nunca es tarde para planificar y dar una solución que nos convenga a todos. La falta de veredas en los distritos mencionados nos está llevando a los vecinos a vivir en un caos muy peligroso. En muchos casos, los peatones, al no tener veredas para transitar, tenemos que compartir el asfalto con los autos, con el agravante de que las calles son muy angostas, y nunca, o casi nunca, estuvieron diseñadas para la gran cantidad de vehículos que hoy transitan por ellas.

Por eso, si hay una primera política pública que se debería llevar a cabo, es la construcción masiva de veredas. Partiendo de un diagnóstico muy crítico, pero con el  convencimiento de que quedarnos en señalar lo que está mal, no soluciona nada. Sabemos que hay vecinos que avanzan sobre el espacio que se tendría que destinar a la misma, pues bien, ese espacio que podríamos definir como el espacio intermedio entre lo público y lo privado, entre el vecino y el municipio, ha de ser revalorizado social y culturalmente. Primero, para que exista, y luego para que esté en condiciones -ambas son responsabilidad del Municipio-, es la gestión pública la que debe plantear un pacto y en función de eso, una convivencia, una política en común.

La calle Liniers, cuya reciente reparación quedara inconclusa, obliga a los peatones a caminar por la calle.

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