Archivo | febrero 6th, 2014

Pablo, el vecino que pide ayuda -->

Pablo, el vecino que pide ayuda

Para los vecinos de Chacras y aunque muchos no sepan su nombre, Pablo Daniel Rosalez es el hombre que espera lo que parece no llegar: una mano solidaria que lo ayude a salir del abandono en que se encuentra. Esta mañana de febrero, caminando por Viamonte, volvimos a encontrarlo sentado en una casa antigua con su caja de vino como aliada. Entonces nos contó que desde que se separó, hace ocho años, vive en la calle, que tiene dos hijos muertos y otros cuatro que repasa sus nombres en voz alta: María Macarena, Elizabeth Abigaíl, Pablo Daniel y Alan Cristian. También unas sobrinas que residen en Chacras y unos primos que de tanto beber se quedaron sin presente. “Me enseñaron a tomar a los 18 años”, dice.

Pablo quiere ayuda para internarse en “El Sauce” y asegura que sin medicina difícil será recuperarse de su adicción: “Soy alcohólico”, sostiene. Duerme frente a la estación de servicio de los Caracoles, su baño es un zanjón y se alimenta de lo que los vecinos le dan. “Si no tomo me duele el estómago. Estoy perdido por la bebida”. En la ripiera del “finado Moreno”, en Godoy Cruz, trabajó varios años. Un accidente laboral, una descarga de corriente dejó huellas imborrables en su brazo izquierdo. Pablo quiere una nueva oportunidad y espera sentado la llegada de una mano amiga que lo ayude a empezar de nuevo.

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Rincón del poeta: escribe Nicolás Sosa Baccarelli -->

Rincón del poeta: escribe Nicolás Sosa Baccarelli

Elegía al árbol seco

He gritado en claro y luna

mi susurro vegetal de rama seca,

de sabia perdidosa.

He entregado sólo sombra y sueño verde:

mi hojarasca necia que se pierde.

Mis retoños blandos, obstinados.

He pedido, exigido y suplicado

un manojo  justo de caricias,

de besos… de agua esquiva.

Ahora ya no estoy y nadie advierte

el dolor de mi raíz a la deriva.


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La odisea de vivir sin agua -->

La odisea de vivir sin agua

Los vecinos del loteo La Aurelia ya no saben a quién reclamarle. Los últimos días de diciembre y las primeras semanas de enero fueron, para muchos de ellos, un calvario sin agua. Es que como expresan, desde hace años la situación se repite cuando suben las temperaturas, y no hay queja posible que invite a las autoridades a presentarse en el lugar para, al menos, conocer la situación.

Consultado por Correveidile, un vecino que hace cinco años vive allí aclara que por el momento cuentan con el servicio, aunque en cuanto sobreviene el calor extremo el recurso desaparece. “Hace tres o cuatro años que nos quejamos por el mismo problema y siempre tienen excusas para darnos”, dice del otro lado del teléfono, agobiado de que el reclamo no llegue a ninguna parte. Los vecinos con cisterna acumularon algo de agua durante la noche pero quienes no tienen esa posibilidad, vivieron situaciones complicadas, como la señora que alquila al lado de su casa, madre de tres hijos. Durante 15 días, esta mujer se vio forzada a enviar a los niños a la vivienda del padre para que pudieran al menos pudieran bañarse.

A esta problemática se suma una cloaca abierta en la calle Bulnes, que desde hace cinco meses permanece abierta con oleadas muy desagradables. “Nos preocupa el tema sanitario y el olor que deben padecer quienes viven cerca”, agrega el hombre. Por su parte, otro vecino del lugar dice que se trata de un foco infeccioso que pone en peligro a las personas del lugar y a los perros y animales que se sirven de este cóctel.

Este residente de La Aurelia coincide en que la situación con respecto al agua mejoró un poco y que con la llegada del verano sabido es que les faltará. A pesar de haber realizado entre los propietarios la red que va desde la calle Castro Barros hasta el loteo y de no disponer del servicio, pagan sus facturas por algo básico que no se les brinda correctamente. “Le dan prioridad a otras zonas, Drummond no existe para ellos”, sostiene respecto a las autoridades que hacen oídos sordos.

Falta de mantenimiento de la calle, de un camión regador, de asfalto y de señalización son a esta altura “detalles menores” que completan el triste panorama de quienes padecen del olvido municipal.

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