Archivo | enero 9th, 2014

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Casas con Historia: El Chalet de Piedra de Chacras de Coria

Cada casa tiene una historia vinculada a la familia que la construyó, al contexto en el que vivió esa familia y a sus proyectos de vida.

Por Aurora Fernández

En el número 140 de Correveidile mencionamos una casa construida en pleno pedemonte en 1914, a metros de lo que hoy es la Ruta Panamericana, justo donde se reúnen los ciclistas.  Fue construida por don Antonio Simón, de origen francés y tonelero de profesión. Su un tanto alicaída fachada puede aún verse desde el camino de Los Pozos.

Su nieto, Enrique Roig, nos cuenta la historia detrás de la innovadora forma en que se construyó esa casa, que tiene intención de reciclar, y que está muy ligada a la historia de Mendoza, a antiguas ordenanzas municipales, carretas, ruedas de madera cubiertas de hierro y al terremoto de 1861.

“Mi abuelo  -comenta Enrique- habitaba con su familia la amplia casa construida por su suegro, el constructor italiano Andrés Petazzi, sobre la actual calle José Federico Moreno -entonces llamada Bolivia – en la misma manzana que perteneció toda a la iglesia y convento de Santo Domingo. Don Andrés Petazzi había recibido el predio de los dominicos, a cuenta de pago por la construcción del nuevo templo que levantó en sustitución del destruido por el terremoto de 1861. La casa que levantó don Andrés Petazzi en calle Bolivia también fue de adobe”.

“Mendoza  -incluido el nuevo templo de Santo Domingo- luego del terremoto, se reconstruyó toda de adobe, porque se advirtió que el desastre había sido mucho mayor en las construcciones de ladrillo”.

El Chalet de Piedra de Chacras de Coria


“En realidad, todas las construcciones de la época carecían de armaduras de hierro y cálculo antisísmico. Sin embargo, las de ladrillo y sobre todo los templos, que eran los más importantes, habían cobrado más víctimas por ser mucho más altas y pesadas.  Además, por la hora del terremoto, que fue el 20 de marzo de 1861 a las 20.36 hs., la cantidad de víctimas se incrementó. Era la hora del rosario y había muchas personas en las iglesias.”

“Sin embargo -continúa Enrique-,  para mi abuelo las construcciones de adobe, sin ninguna elasticidad estructural, eran una trampa mortal. Pensando en su hija María Elizabeth y en su posible descendencia, en los primeros años del siglo XX, ideó e instaló en la casa construida por su suegro, un sistema de trabas que encadenaban todas las paredes mediante barras de hierro, que corrían próximas al cielo raso y abrazaban los muros, ajustadas con grandes planchas tomadas con tuercas. Con este sistema de vincular los muros entre sí, la casa absorbería los movimientos sísmicos en conjunto. Concluida la tarea, don Antonio Simón le dijo a su hija, mi madre, que estas trabas le darían tiempo para salir a los patios o a la calle”.

“Con este antecedente, cuando en 1913  mi abuelo decidió construir aquella casa de veraneo en Chacras de Coria -el después llamado por la gente Chalet de piedra- puso en práctica radicalmente sus ideas”, afirma con orgullo Enrique.

“En el predio comprado en pleno campo, cerca de la estación de trenes Paso de los Andes, había una humilde pieza levantada con adobes sobre un alto cimiento de canto rodado y una cocina de rústico fogón. Sobre ese mismo cimiento construyó una casa toda de hormigón armado, desde sus cimientos hasta la parte más alta -la cumbrera-. La casa tenía dos habitaciones con galería en forma de L y un pequeño baño para ducha. Seguramente es la primera casa de Mendoza construida con lo que hoy podría llamarse “paneles de hormigón armado”.

“Pero lo inédito y asombroso es cómo armó la estructura con la que vinculó estos paneles de hormigón armado”, casi declama el orgulloso nieto. “En aquellos años, todas las calles de la ciudad de Mendoza eran de tierra o adoquinadas, como las tres cuadras de calle Patricias Mendocinas que van desde calles Coronel Plaza a Godoy Cruz, que pueden verse aún hoy, -y que bien podrían conservarse como reliquia y recuerdo”.

“Sobre tales adoquinados, los carros con sus ruedas de madera revestidas con sobrellantas de hierro, producían estrépito constante. Por este motivo, la Municipalidad de Mendoza dispuso que los propietarios debían cambiar las sobrellantas de hierro por sobrellantas de goma”.

“Como resultado de esta ordenanza se acumularon en las chacaritas grandes cantidades de aros de hierro, de distintos anchos, espesores y diámetros que Don Antonio Simón concibió utilizar como estructura para la casa de hormigón que estaba proyectando en Chacras de Coria.”

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“De esta forma compró, cortó y enderezó los aros de hierro con la fragua, el yunque y el martillo, en su casa de calle Bolivia, hoy José F. Moreno. Diseñó la estructura, estimó la medida de su resistencia, con el solo auxilio de su experiencia e intuición. Hizo las perforaciones necesarias y la armó con bulones para verificarla. Es decir armó un “borrador” de la estructura completa en su casa de la ciudad. Luego la desarmó por completo, la trasladó en carro hasta el ferrocarril  trasandino y allí la cargó hasta la estación Paso de los Andes, desde donde la trasladó nuevamente en carro hasta el lugar de la construcción”.

“Allí volvió a armarla, sobre el cimiento de canto rodado existente, la  colocó –suponemos abulonada- y llenó los encofrados para armar las paredes de hormigón. También los marcos de las puertas,  de las ventanas, los umbrales y las rejas fueron hechos con estos hierros enderezados. Los tirantes del techo, como una avanzada de las modernas construcciones actuales, también fueron de llantas enderezadas y colocadas de canto, sobre las que se colocaron las chapas galvanizadas que aún hoy pueden verse”.

“Don Antonio Simón dejó el hormigón visto en exterior de la pared sur de la construcción. El piso de la galería fue de piedras elegidas de canto rodado, los escalones hacia el exterior, también de rocas elegidas, sin cantear. De allí que los lugareños le dieron a esa casa el nombre de “el chalet de piedra”. Y así ha quedado la casa. En pie y sólida hasta hoy, luego de 99 años”.

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