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Chicha Franco, la costurerita que dio el buen paso

Hoy en Buenos vecinos una de las queridas vecinas del viejo Chacras, que cumplió 65 años dedicados a la costura. Compañera del viejo relojero del pueblo, Aníbal Franco, lejos de jubilarse, a los 93 años, sigue dale que te dale a la máquina de coser. Un canto a la vida.

Por Adriana Sayavedra

De sus manos salen arreglos, zurcidos o nuevas prendas que los vecinos de Chacras después lucen por las calles del pueblo. Tampoco le huye a obras mayores como la confección de cortinas o fundas de sillones. No hay costura a la que ella tema enfrentarse. Cuenta que hasta una vez una clienta un poco estrafalaria le llevó para que le armara y cosiera casi veinte almohadones, a lo que ella supo responder en tiempo y en forma. Aún hoy, esa clienta vuelve una y otra vez, muy satisfecha por los trabajos recibidos, pero más que nada, atraída por la calidez y sencillez de “la Chicha” y de toda su familia.

Chicha Canalis llegó a Chacras desde la provincia de Buenos Aires, desde Junín más precisamente, junto con su marido Aníbal Franco, quien venía contratado para trabajar en una gran envasadora que funcionaba por entonces en calle Darragueira –donde hoy se ubica un proyecto de barrio privado-. Corría el año 1946. La familia se instaló en calle Italia, frente a donde hoy se encuentra la Panadería Don Luis. Al año nació la primogénita, Gladys. Luego llegaron Beatriz y Susana, hoy orgullosa abuela y, a veces, profesora particular de inglés.

Años más tarde se trasladaron a una linda casa con buen terreno –como eran las casas en aquellas épocas en que nuestro pueblo era casi un paraje rural- también en calle Italia, hacia el sur, donde ahora funciona un negocio de bicicletas. Aníbal había abandonado el trabajo en la fábrica para dedicarse a lo que realmente le gustaba: arreglar relojes. Él fue el joyero-relojero de Chacras durante mucho tiempo.

Por su parte, Chicha, acostumbrada a pasar horas frente a la máquina de coser creando la ropa de la familia, comenzó con su propio proyecto productivo. Había que ayudar a mantener la casa y la familia. “Fue como en el ’48 cuando empecé a coser para afuera. Primero como ayudante de la señora Ana María Ochoa”, que era LA modista del lugar. “Vivía a dos casas, así es que me quedaba cerquita”, recuerda Chicha, “y en el ’50 me largué sola, en mi casa”.

Con el tiempo y el fruto del trabajo del matrimonio lograron comprar el terreno de calle Delhez y la cabaña de madera, donde hoy atiende a su numerosa clientela. Allí Chicha pasa sus días, cosiendo y dando forma a cualquier ocurrencia de los habitantes de Chacras, en el resguardo de su hogar de madera y rodeada por el amor y alegría de su familia.

Una tarea que comparte con otra colega, Noemí Arenas, la otra modista del pueblo, quien también tiene muchas historias para contar y que en una próxima edición socializaremos con nuestros lectores.

Esta es la historia de la Chicha, una mujer sencilla y laboriosa, sin ambiciones desmedidas y agradecida de la vida. Tal vez allí radique el secreto de la plenitud y la armonía que esta bella persona –y la familia que supo formar- irradian a quien llegue hasta su casa de madera.

1 Comentar este artculo

  1. Cecilia Andaluz Dijo:

    Grande chicha, sos una genia!!

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  1. Las Franco de visita por sus pagos | CORREVEIDILE Dijo:

    [...] la nota que hace un tiempo atrás hicimos sobre el trabajo y vida de nuestra queridísima vecina: Chicha Franco, la costurerita que dio el buen paso « ¿Qué pasa con los árboles del Barrio [...]

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