Riesgo aluvional: la respuesta de un vecino de Chacras

A raíz de la nota publicada el 29 de abril de este año en nuestro periódico, titulada “Pedemonte y riesgo aluvional: Por ahora no habrá obra hidraúlica en Chacras“, Sergio de la Torre dio su parecer y nos envió la siguiente nota.

Por Sergio de la Torre

He leído un artículo en Correveidile en el que se entrevista al director de Hidráulica, ingeniero Toledo, en el cual se explaya respecto a los peligros aluvionales actuales que considera que afectan al pedemonte.

Por eso recuerdo que el 4 de enero del 1970 cayeron 105 mm de lluvia en una hora, provocando que el Dique Frías, que se encontraba en muy malas condiciones de mantenimiento, se rompiera y Mendoza fuera víctima de un aluvión que costó la vida a 21 personas.

Pero desde entonces, no han vuelto a padecerse episodios similares.

Ni siquiera el 14 de febrero de 2007, cuando cayeron 85 mm de lluvia en el Dique Cipolletti (74 mm en una hora), 51 mm en Chacras de Coria (Facultad de Cs. Agrarias, dato de la estación del SMN), 31 mm en La Crucesita y 34 mm en el puesto El Peral.

¿Por qué durante 40 años no se ha repetido el fenómeno aluvional a pesar de las fortísimas lluvias que se producen casi todos los veranos?

La respuesta surge simple y clara: porque las obras de hidráulica y sus desagües están bien planificadas y bien ejecutadas.

Haciendo un poco de historia, podemos recordar que la primera obra antiluvional fue el pozo que existía hasta principio de siglo en la plaza Independencia -fosa de contención, donde  ahora está la fuente- que cada verano frenaba las grandes lluvias que bajaban por el entonces río seco que hoy es la calle Emilio Civit.

Otra gran obra antialuvional fue el parque Gral. San Martín, creado en forma de escudo mediante la inserción de miles de árboles y de otro gran pozo -otra gran fosa de retención- que recibía el agua de las lluvias de verano. Hoy es el lago del Parque.

Estas dos obras primigenias permitieron que el agua que bajaba de la montaña cada verano pudiese contenerse en grado suficiente como para urbanizar desde el ferrocarril hasta el parque sin mayores riesgos.

Más adelante se llevaron a cabo otras grandes obras de ingeniería, tales como los desagües que rodean al barrio Bombal, el gran desagüe que bordea la Universidad Nacional de Cuyo, y muchos otros desagües que se proyectaron y llevaron a cabo  después del gran aluvión del 4 de enero de 1970.

Más acá en el tiempo, en 1997, se construyó el “colector antialuvional escudo”, bajo la dirección del Ing. Vera. Esta fantástica obra de ingeniería desvía casi toda el agua de lluvia torrencial que baja del pedemonte de Las Heras hacia el río Mendoza, y trabajando en consonancia con el dique de Potrerillos, permite que Luján, Chacras y parte de Godoy Cruz estén bien protegidos de eventuales aluviones.

Esta obra monumental que es el colector escudo no fue tenida en cuenta, ni siquiera mencionada, en el artículo que comento.

¿Por qué se ignora semejante obra?

Tal vez porque quien escribió el artículo en cuestión no la conoce personalmente, no ha caminado por ella y advertido su verdadera magnitud. O se ha limitado a verla a través de internet sin captar sus virtudes -es más ancho y profundo que el cacique Guaymallén.

Ni siquiera intento sembrar suspicacias que relacionen el color político del gobierno que construyó el colector escudo -hecho en la época de Menem-, pero en mi condición de habitante del pedemonte por más de veinte años, puedo asegurar que Mendoza está bien defendida hidráulicamente gracias a las gestiones anteriores.

En cada tormenta de los últimos veinte años he salido a buscar su epicentro en El Challao o La Crucesita o el lugar donde éste se produzca, para seguir el curso de agua hasta su desembocadura en el canal cacique Guaymallén,  por lo que conozco detalladamente su comportamiento. Camino esta tierra de día y de noche, he subido varios cerros, he trotado por ella entrenándome y también la he recorrido a caballo, y siempre, siempre, he visto bajar el agua de las grandes tormentas por las acequias naturales.

Por eso la actitud de quien augura inundaciones, aluviones y otras apocalípticas  desgracias, permite inferir que nunca se ha alejado mucho de su escritorio para recorrer las obras hidráulicas que protegen la ciudad y sus alrededores.

Si se desea protección adicional, bastará que se hagan nuevos fosos de contención, mucho más eficientes, económicos y fáciles de construir que los diques que el ingeniero propone, como que también las defensas aluvionales impuestas a Palmares Valley carecen lisa y llanamente de sentido común.

Invito al ingeniero Toledo  a que recorramos juntos las obras que menciono, y debatir con honestidad intelectual al respecto, de manera que se convenza que los más de 40 años sin aluviones evidencian una realidad totalmente ajena al “calendario Maya” que expuso.

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