*Por Verónica Álvarez Puente (periodista y consultora en comunicación empresaria y responsabilidad social)
Basada en una estructura de parentesco flexible que ayuda mucho a la responsabilidad compartida con el hombre, la mujer en la sociedad actual está decidida a navegar el mar del mercado laboral más allá del núcleo familiar del cual constituye la piedra angular. Las razones son diversas: libertad, independencia económica, valorización individual, motivación o recupero de una carrera o actividad postergada, por citar algunas.
Para llevar adelante un trinomio formado por la actividad laboral, la de pareja y la maternidad, la mujer cuenta con una intuición, una inteligencia práctica y una sensibilidad exquisitas que le permiten responder a las necesidades planteadas en cada caso. Y es justamente dicha sensibilidad el don más preciado de la mujer en todos sus ámbitos, el don que complementa las virtudes del hombre.
El primer rol de la mujer en la sociedad es, entonces, ser ella misma, con su identidad, con su femineidad, no adoptar características masculinas para ser más aceptada, especialmente en el mundo laboral, un mundo en el que todavía existen desigualdades de oportunidades.
Ser mujer no significa ser el sexo débil, implica una gran responsabilidad social desde el momento mismo en el que la mujer es quien da vida, y esa vida formará la sociedad futura.
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