Nicolás Sosa Baccarelli, Carlos Dante Mendoza y José Enrique Marianetti comparten sus poesías en esta nota.
Pampa (A Juan Manuel)
Muñiz
Allí donde van a morir los caballos / con el sigilo oloroso del cardo en la tarde. / Allí donde vierten su agua última, / rojizas lagunas, charcos de sangre.
Libres los potros a la pampa oscura… / Gobierna la noche entre los chañares.
Ya esquiva la luz y en un grito / ha rayado la muerte el silencio. / Un espacio de sombra y de hombres / en la nada de un cielo desierto.
De pronto la noche.
La sombra brusca y creciente del fuego arde en el aire.
Silencio.
La noche agolpa sus miembros sobre aperos y puñales.
Silencio.
Un tordo vuela aguerrido atravesando la tarde / y una llanura inmensa corcovea sin alambres.
Silencio. Silencio.
Sin prisa entre los estribos, tardan su tranco los alazanes / y cien jinetes de sombra avanzando por el valle.
Silencio. Silencio.
Se oye un chiflido. Una arenga!
Los cascos que se apresuran al pedregal, regulares; / y un “indio” que desparrama / un grito a la noche y cae.
Silencio. Silencio.
Nicolás Sosa Baccarelli
Lamentos tardíos
Los poemas elegíacos son bálsamos / Que la muerte nos recita dulcemente / Para purificarnos de las cosas que al olvido / Le hemos entregado para siempre.
Hubo un desierto que se vistió de verde, / Hubo un río que se mezcló con la ciudad / Hasta que nos dormimos como duermen los que mueren / Y hoy corazón y desierto suenan igual.
El árbol de mi esquina yace muerto, / Los que siguen calle abajo morirían. / No por designio del destino o de los vientos. / Indiferencia, nada más.
Por salvarte la vida hice muy poco. / Solo proferí unas palabras vanas, / Que no detuvieron el vuelo curvo, / Horizontal y perfecto de las hachas.
Pobres los pájaros de otoño / Cuando en el frío de la tarde no te encuentren / Primavera triste la de un sol / Que ya no dibuje tus sombras en mi frente.
Cada rama que te falta es un delirio, / Cada acequia seca es una muerte. / Y yo busco la textura de tus tallos / Desesperando, pero inútilmente.
Carlos Dante Mendoza
Otra vez
Otra vez la lluvia y el hastío / otra vez a gris melancolía / otra vez la soledad, / invaden mi agonía.
Otra vez solo, sin tu compañía / que de gozo y amor, llenan / el alma mía.
Otra vez enfrentándome al silencio, / sin tu voz cantarina… / mientras los pájaros / buscan a su refugio / en la copa amarilla.
Otra vez, el paso de las horas / se verá retrasado / como un largo intervalo, / hasta que tú regreses, / haciéndome un regalo.
José E. Marianetti