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El monumento al Amor: El Taj Mahal

Casi llegando al final del Mes de la Mujer compartimos esta nota con la experiencia en la pluma de Carlos Carrión.

Texto y fotos: Carlos Carrión

La maravilla arquitectónica que es el Táj Mahál fue erigida en el siglo XVII por el emperador mogol Sháh Jahán para que sirviera de sepulcro a su bien amada esposa, la reina Muntaz Mahal, fallecida en el parto de decimocuarta hija, en el 1631. Ella fue la “elegida del palacio” desde que se casó con el soberano en 1612. A pesar de haber sido un matrimonio pactado, como se estilaba, los reyes se amaron profundamente.

Fue seguramente el mismo Sháh Jahán quien concibió inicialmente los planos del edificio pero, según la tradición mogol, varios arquitectos colaboraron en su trazado definitivo. El principal fue muy probablemente Ustad Ahumad Lahori, matemático y astrólogo famoso por su talento para trazar planos de edificios de grandes dimensiones y de perfecta simetría.

De la construcción del edifico -iniciada en 1632 y concluida unos veinte años después- se encargó un equipo de varios millares de obreros y artesanos renombrados –se estima que 20.000-, entre albañiles, marmolistas, fabricantes de mosaicos, orfebres, calígrafos y decoradores que acudieron a la inmensa obra desde diversas regiones de la India y de Asia central.

El edificio fue erigido cerca de Agra, estado de Uttar Pradesh, India, en la ribera izquierda del rio Yamuna, cuyo curso fue desviado para que pasara junto al Táj Mahal, realzando así a modo de espejo su belleza. El extraordinario mausoleo de mármol luminosamente blanco, con su geométrico jardín de casi 17 hectáreas, sirvió de inspiración a poetas y escritores durante más de trescientos años y aún hoy son innumerables los peregrinos que a él acuden.

“En esta tierra de polvo -escribe Rabindranath Tagore, Premio Nobel de Literatura 1913, primer laureado no europeo – el Táj Mahál es el guardián de la muerte tiernamente cubierta con el sudario del recuerdo”.

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