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Las guitarras de Andrés Laprida

Nuevo vecino

Aunque es de Buenos Aires y vive desde hace casi tres décadas en Nueva York, el músico que impresionó a Toquinho siendo un adolescente, elige ahora la provincia para encarar algunos de sus proyectos musicales, que oscilan entre sus composiciones personales y las que realiza para cine, teatro, publicidad o televisión.

Por esas cosas de la vida Andrés Laprida llegó a Mendoza hace cuatro años. Tentado por el relato de otros hombres que hablaron de un bello refugio al oeste de su país, viajó a sacarse las dudas. Un par de días más tarde, ¡literalmente!, encontraba una casa en Chacras de Coria apropiada para desarrollar su actividad de siempre: la música.

Poco sabrán de este hombre nacido en Buenos Aires que a los seis años halló en su guitarra el sonido perfecto para sus horas de juego. Guitarrista, productor y compositor, ha compartido escenarios con artistas como Antonio Carlos Jobim, Toquinho o Vinicius de Moraes, que lo presentaron públicamente cuando era un adolescente poseído por las cuerdas.

En su familia materna, reconoce, yace la explicación. Sus abuelos maternos -él compositor de tangos, ella guitarrista- y su madre, pianista y profesora de danzas clásicas, despertaron en él un amor temprano por la composición. Más tarde creó la primera banda junto a sus hermanos, grabó con ellos en el estudio de Buenos Aires del productor Jorge Parera y cuando pensó que la abogacía era el camino a seguir, dejó todo para dedicarse de lleno a la música.

Andrés Laprida siente un amor inocultable por la bossa nova. Del mismo modo, se emociona frente a la maestría de Piazzola y a la buena música en general, amiga inseparable desde que tiene memoria. El andar lo llevó a vivir en Nueva York los últimos 26 años y a encontrar inspiración en los barrios que abrazaron sus pasos. “Es fascinante hablar con personas de todo el mundo en un solo idioma”, dice. En la ciudad poblada por rostros de toda la geografía, Laprida creó música para televisión, cine, publicidad y teatro.

“El ritmo es inherente al funcionamiento del mundo”, piensa, y en sus manos se dibujan movimientos en el aire sobre el humo del café. Entre los trabajos que sobresalen de su recorrido por distintos proyectos, colaboró en la serie Highlander (2000), el documental premiado In the absence of peace (1998) o la música para películas como One time (Estados Unidos) o Minas de Ouro Preto (Brasil). En teatro se dio el gusto de trabajar en al Actor´s Studio de Lee Strasberg, delante de celebridades como Al Pacino y Paul Newman, y en La MaMa Theatre de Nueva York junto a Norma Aleandro.

Laprida ha participado en proyectos junto a músicos de la talla de Don Alias, Gato Barbieri, Michael Brecker, Chango Farías Gómez, Agustín Pereyra Lucena o Jaime Torres, entre otros. En sus discos Latin Heart, Sortilegio y Songs of the Moon suenan composiciones originales y un repertorio de clásicos de la música argentina, brasileña y el jazz.

A los ocho años, su primer profesor de guitarra, recuerda, fue quien lo acercó al dominio del instrumento con dos o tres temas  que quería aprender. “Deseaba ser músico para poder viajar”, reflexiona acerca de sus inicios. Pero esta primera lectura fue apenas el comienzo de un amor al que no tuvo razón ni mucho menos motivos por los cuales renunciar. Así, anduvo por el mundo consciente de que descuidaba proyectos personales por esta pasión que orientaba sus instintos. “El trabajo del artista es un viaje unipersonal. La guitarra es una continuación de mi persona y de alguna forma soy esclavo de mi propio arte”, resume en metáfora este hombre que vio en Mendoza el sitio ideal para afrontar nuevas experiencias.

Desde hace una década, Andrés combina sus múltiples proyectos de composición en París con los de producción en Nueva York y los de su banda en Italia, con la que gira todos los veranos europeos por festivales internacionales y lugares tan increíbles como históricos. “Vivo pensando en ideas musicales. Desde chico me imagino temas, los orquesto en la cabeza aunque no lo diga y son pocos los que puedo plasmar en la realidad”, dice sobre la magia de tocar, componer y arreglar. “La música es un código de expresión que saltea la parte intelectual y apunta a la emoción. Si antes me daba miedo tocar en público, hoy lo siento como una necesidad personal de intercambio que se ve siempre enriquecida por la energía del público”, afirma.

CUÁNDO Y DÓNDE
Encuentros cercanos es el nombre del ciclo que comparte con Walter Anselmi (bandoneón) y Enzo de Lucca (voz) en el Teatro Plaza Paradiso de Chacras de Coria. Tango, bossa nova y algo más son los sonidos de Andrés Laprida y compañía los sábados, a las 22.

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