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El Grito en la tormenta

El “Grito de Independencia” es uno de los festejos más importantes y multitudinarios de México. Recientemente se acaba de celebrar el último “Grito” del presidente Calderón, en un contexto nacional crítico y signado por el miedo y las aberraciones del narcotráfico y del propio gobierno. Nuestro columnista, residente temporario en México, nos cuenta cómo se vive la celebración, en medio del tumulto de la ciudad y a pasos del balcón presidencial.

Por Nicolás Sosa Baccarelli

Desde México

T

ardecita de septiembre. México celebra los 202 años de su primer paso hacia la independencia, “el Grito”, uno de los mayores festejos del país azteca. En el cielo acecha un nubarrón negro que presagia con certeza una tormenta, pero los millares de personas que avanzan sobre la ciudad no disminuyen su paso. Nos atropellamos como hormigas ciegas en el centro histórico de un DF vestido de rojo, verde y blanco.

La plancha del Zócalo nos espera, enmarcada por la centenaria Catedral y el Palacio de Gobierno. No hay lugar para todos, los que no consigan ingresar deberán presenciar los festejos mediante las pantallas gigantes que el gobierno ha dispuesto al efecto, junto con un impactante operativo de seguridad que involucra a más de 23 mil efectivos, 13 mil cámaras de vigilancia, perros adiestrados y francotiradores apostados en los techos de algunos edificios de gobierno. Durante toda la semana han circulado rumores de posibles – y probables- desmanes y protestas, a tal punto que los festejos se han suspendido en varios lugares del país.

Luego de dar el “Grito alterno” en el Monumento a la Revolución, la agrupación universitaria “Yo soy 132” ha ingresado al Zócalo en pequeños grupos que corean las mismas consignas: “Fraude”, “Fuera Nieto” y “México sin PRI”. Vocean contra lo que han denominado el “PRIAN”, “porque el PRI (Partido Revolucionario Institucional) y el PAN (Partido Acción Nacional), son una misma cosa” dicen algunos.

“¿Qué independencia festejamos si nuestra nación está supeditada a los intereses de unos cuantos y no del pueblo?” se preguntan algunos jóvenes. “¿Cómo festejar la independencia si nuestro sistema electoral está cooptado por los intereses de empresas transnacionales que impiden que el pueblo elija a sus gobernantes libremente?” exclaman refiriéndose al reciente fallo del Tribunal Electoral que ratificó a Enrique Peña Nieto como presidente electo y desestimó las denuncias de fraude.

Una niña festeja con una sonrisa en el rostro y una banderita. Viva a los “Insurgentes” de 1810, con alegría.  Mi daltonismo no me impide advertir que sostiene una bandera mexicana, pero de color negro. Una bandera que con el transcurso de la tarde se hace muchas.  “Es la democracia la que ha muerto… México grita, pero de dolor” dice su padre haciendo con el puño un gesto de rebeldía, pero con los ojos entrecerrados, una mueca de resignación. Una bandera negra para la democracia, pienso, y otras 80.000 más para los muertos en la famosa “Guerra contra el narcotráfico” que emprendió el presidente Calderón. Sí, leyó bien, ochenta mil muertos.

Sobre el enorme escenario montado en el centro del Zócalo, algunos artistas amenizan la espera. Pasados diez minutos de las once de la noche, ocurre lo que todos estábamos esperando.

Desde una de las ventanas del Palacio de Gobierno aparece un hombre pequeño, “chaparrito”, vestido de traje, con una bandera en la mano. Es el Presidente. Es Felipe Calderón que da su último grito, el sexto de su sexenio.

Ha aparecido apuntado por un láser que luego se multiplica en cuatro o cinco y darán que hablar en los periódicos del día siguiente.

De pronto el Presidente hace sonar una campana, la misma con la que el cura Miguel Hidalgo, en 1810, llamó desde Dolores, a la independencia. La misma campana con cuyo sonido heroico, los mexicanos anunciaron una  lucha contra España y sus fieles, que tardaría once años para ganarse.   Calderón sacude el badajo con timidez, un par de veces, arrancándole ahora un sonido opaco, sin estridencias… apenas una añoranza. “Gracias México” es la consigna del primer mandatario y al sonar, el aire huele a lluvia, a asfalto mojado, y a despedida. Resignación e incertidumbre hay en este México que grita una vez más su independencia.

El Presidente pronuncia la fórmula de rigor: “Mexicanos, vivan los héroes que nos dieron patria, ¡Viva Hidalgo! ¡Viva Morelos! – “Viva!… y chiga tu madre!” grita una viejita que está a mi costado- ¡Viva Josefa Ortiz de Domínguez! ¡Viva Allende! ¡Viva Galeana y los Bravo! ¡Vivan Aldama y Matamoros! ¡Viva la independencia nacional!” Y somos miles los que nos unimos en un solo grito, bajo una lluvia que no cesa. “¡Viva México!¡Viva México! ¡Viva México!” dice por última vez Calderón, y como si hubiese recitado una frase mágica, se descarga inmediatamente un aguacero que nos obliga a todos a abandonar el lugar y a dejar el Zócalo, otra vez en silencio.

1 Comentar este artculo

  1. Soraaya Dijo:

    Despertar Espiritual – Prepe1rate! El despertar eraisitupl comienza con una inquietud, un presentimiento extendido y generalizado de que estamos en los tiempos del fin de un ciclo .

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