A fines de octubre y principios de noviembre del año pasado se llevó a cabo el 1° Encuentro Internacional de Curanderismo en Trujillo, Perú. Un acontecimiento tan interesante como sorprendente.

Se dio en las tierras de la Señora de Cao, gobernanta y sanadora muy reconocida por su pueblo, los mochicas, que vivieron casi 800 años antes que los incas, en lo que hoy es el departamento La Libertad, en las costas del Pacífico al norte de Lima.

El cuerpo conservado de la Señora de Cao fue hallado en el 2008, en el Complejo Arqueológico de El Brujo, por el arqueólogo Regulo Franco, director de la Fundación Wiese y su equipo de científicos.

El impresionante ajuar funerario de esta momia está constituido de piezas de oro, plata, cobre y vestidos de finísimo algodón pintado o bordado. Las dos porras –especie de cetros de mando- indican su poder y las pequeñas cerámicas muestran escenas de curanderos.

Si bien los mochicas no embalsamaban a sus muertos, el cuerpo de la Señora de Cao permaneció muy bien conservado porque fue bañada en cinabrio, lo que permitió que perduraran los tatuajes de sus brazos y tobillos a lo largo del tiempo. Éstos representan serpientes –símbolo de la sabiduría- y arañas, que refieren al arte del tejido, pues se encontraron agujas y algodones despepitados entre su ajuar.

Este 1° Encuentro Internacional se realizó reconociendo a la Señora de Cao como la gran maestra y protectora de todos los curanderos. Los rituales se realizaron en torno de la huaca -templo ceremonial sagrado y de sacrificios donde se realizaban rituales y se sepultaban gobernantes y personajes de alta jerarquía-. Allí, el maestro Mosquera, después de invocar su permiso, preparó con toda dedicación su mesada para el ritual, que comenzó pasadas las diez de la noche. Convidó con su preparado de wachuma para la limpieza del cuerpo y el alma y todos fueron invitados al singado -brebaje muy fuerte de tabaco que se vierte por las fosas nasales con un pequeño caracol- para apartar las mala suerte, la envidia, enfermedades y para solicitar los beneficios de la Señora de Cao. Los acordes de su guitarra acompañaron la ceremonia que duró siete horas bajo la luz de la luna llena.

En las charlas y “mesadas” -reuniones rituales a cargo del curandero-, se puso de manifiesto el extenso y profundo universo del curanderismo apegado a las plantas sagradas como la ayahuasca, wuachuma -san pedro- y la coca, como así también su rol fundamental en el desarrollo de la medicina tradicional. Se mostraron prácticas, tradiciones y ceremonias en las que se vio el manejo de las energías, la adivinación, la colocación de ofrendas, rituales para la sanación de enfermedades y la salida de las “trancas” -resentimientos, odios y envidias-.

El curanderismo americano podría derivar del chamanismo asiático, ya que tiene muchos aspectos semejantes. Aún así, los curanderos peruanos no aceptan la denominación de chamanes por ser este vocablo perteneciente a otras culturas.

Por otro lado, el curanderismo busca la conservación y la revalorización de su identidad andina y amazónica, a través de la aceptación y respeto por parte de toda la sociedad actual, en el marco de una cosmovisión enraizada en los ancestros.

Hay que destacar que ellos sufren persecuciones y matanzas producto de la intolerancia religiosa y de leyes que se interponen para impedir estas prácticas milenarias de la medicina que ellos llaman “tradicional”.

Los arqueólogos Daniel Castillo y Susana Barrau, en su charla durante el Encuentro, demostraron cómo están vinculados estos rituales y el arte rupestre en la Cuenca Baja del Chicama (en el mismo Perú), dejando en claro que estas manifestaciones gráficas también pueden representar las antiguas ceremonias chamánicas de la prehistoria. ¿Podríamos suponer, entonces, que el arte rupestre cuyano, también incluye representaciones vinculadas al antiguo chamanismo o curanderismo sudamericano? El profesor Juan Schobinger (UNCuyo), que mucho estudió sobre el tema, aseguraba que esto sería altamente probable.

Mientras que en Perú existe una continuidad en las tradiciones orales de los pueblos originarios que permite vincular el pasado con el ahora como una continuidad o como legado, en nuestra región es mucho lo que se ha perdido o se silencia y no alcanzamos a asociar los sucesos de la prehistoria con las representaciones rupestres. Será labor de los arqueólogos poder aproximarse a la interpretación de esos dibujos y revelarnos los aspectos de esas prácticas chamánicas, si es que las hay.

Por Laura Hart

Artista visual, dedicada actualmente a la pintura y producciones documentales, investigadora del arte rupestre andino, ex directora del Museo de Arte Moderno de Mendoza (2007-2008), presidenta de Territorium, ONG dedicada a temas culturales latinoamericanos.