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Amigos para siempre, de la vida y del fútbol

Personajes del deporte mendocino

Carlos BenÍtez y Edgardo Fumagalli, dos singulares personajes de la vida y el fútbol, hicieron un culto a la amistad cuando se encontraron como compañeros en aquel Luján Sport Club que armó Pastor Acosta Barreiro y que consolidó el Mago Carlos Jorge Tito Ortíz, desde fines de los ’60.

La de Benítez y Fumagalli es una relación que aun hoy se mantiene intacta a través del tiempo y la distancia.

Fumagalli, Benítez, Félix Suárez y el Luichi Cabrera.

Se conocen desde su Santa Fe natal, aunque solo a medias porque se habían enfrentado en aquellos viejos campeonatos federativos que en la década del ‘60 se desarrollaban con enorme suceso en las ciudades más importantes de esa provincia. Pero se hicieron amigos al encontrarse como compañeros en el viejo Luján Sport Club, el de los llamados “Alegres Granates del Bajo”, aquel equipo de “bolsillos flacos” pero del juego bonito que hacia muy feliz a su tribuna. Un grupo humano que se forjó en la amistad y el compañerismo, en la bohemia, el romanticismo, la alegría y una sana y permanente picardía. Una filosofía de vida, dentro y fuera de la cancha. Con la viola de Tito Ortíz, la música en el vestuario, los partidos de truco, las bromas a toda hora y el perro de Fumagalli.

El Señor del Area

Benítez y Fumagalli: Luján 1968

El Negro Benítez, un mendocino más, porque se quedó para siempre en Mendoza, donde desarrolló distintas tareas cuando dejó de jugar: agente de seguros, comisionista de vinos, publicista y hasta recitador cuando incursionó en la faz artística con exitosas presentaciones en noches de boleros en la confitería Vía Veneto de nuestra ciudad.

“El Señor del Area”, como lo identificó alguna vez este periodista en el diario Los Andes, talentoso jugador de toda la cancha, de medio campo y ataque, como asistidor y definidor, gran cabezazo y formidable disparo de media distancia, que se había iniciado en Gimnasia y Esgrima de Ciudadela y que había tenido un breve paso por Unión en Santa Fe, el club de sus amores, además de Racing Club en Buenos Aires. Muy recordado por su posterior paso por Independiente Rivadavia, Gimnasia y Esgrima, Godoy Cruz y una corta etapa en el fútbol colombiano, siempre con el sello inconfundible de sus goles de excelente factura.

Un Arquero Feliz

Benítez, Fumagalli, Mantovani con Alberto Noli y Félix Suárez.

El Chuchi Fumagalli, con sus raíces futbolísticas en Libertad de Sunchales y el eterno sueño de atajar en su querido Colón de Santa Fe. En su juventud, estudiante de ingeniería en San Juan; más tarde, técnico químico -actividad que actualmente ejerce en Carlos Paz, Córdoba, donde reside con su familia-. Dueño de un particular y colorido estilo en el arco: sus pintorescas remeras como si fuera jugador de rugby, sus largas bermudas y su crecida barba, ingresaba a la cancha con su perro Jackie, el collie que vestido con una casaca granate posaba con los jugadores como mascota y prenda de buena suerte. “Cuando el Arco y la Vida es Alegría” fue el llamativo título de una nota exclusiva del diario Los Andes cuando reunió a Edgardo Fumagalli y Hugo Orlando Gatti a comienzos de los ‘70 en Mendoza. Eterno viajero del país y del mundo que siempre está regresando a la provincia para reencontrarse con sus viejos afectos y su gran amigo Benítez.

El Reencuentro

“Me llamó el Chuchi para avisarme que ya está viajando” es el habitual comentario del Negro Benítez con una amplia sonrisa ante su círculo de amigos de la confitería Vía Veneto – entre otros Jorge Conte, Jorge Cattáneo, Carlos Vilchez, Tata Weinert – cada vez que Fumagalli le anuncia que está en camino desde Carlos Paz, donde dirige su empresa de productos químicos. Estas visitas se repiten de un modo permanente y en varias oportunidades ha llegado acompañado de otro entrañable amigo: el recordado ex-campeón del mundo Santos Benigno Falucho Laciar, actual comentarista de boxeo por la televisión. “Lo quiero como a un hijo” reconoce Edgardo con paternal acento, que como arquero también dejó un excelente recuerdo en Independiente Rivadavia y Gimnasia y Esgrima.

A la rueda para compartir un café o un asado se suma normalmente el Luichi Cabrera, un hincha de Luján de aquellos lejanos tiempos que siempre los apoyó con su fervor y con su aliento desde un rincón de la tribuna. Ambos coinciden cuando afirman: “¡Que fenómeno el Luichi, como nos defendía!”.

Los Recuerdos

La agradecida memoria trae nombres, fechas y eternos recuerdos de aquel pasado Granate. Hay entonces una mención especial para el Chowa Roberto Juan Mantovani a quién protegían como “el hermano menor”, según confiesan con una expresión de profunda nostalgia, fallecido hace algunos años en Santa Fe, con quien formaban un trío  inseparable. “Lo vimos crecer como futbolista y como persona de bien, era un chico excelente que impuso sus condiciones, casi un niño al que cuidábamos de un modo permanente”. Nombran después a viejos compañeros de aquel Luján Sport Club sensación de fines de los 60 y comienzos de los 70, en el Campeonato Mendocino y en el llamado Torneo de “Los Cuatro”: el Cabezón  Roberto Osvaldo Viegas Bordeira, el Negro Luis Alberto Carrasco, el Bibi Ricardo Pedro Barreto,  el Negro Hugo Mario Oro, el Pepa José Luis Falcioni, la Araña Agustín Paulino Merlos, Juan Carlos Hernández, Armando Amaral, el Pipa José Demesio Lahoz, Humberto Tito Mattioli, el Turco Eleazar Tercilla, el Laucha Jorge Alberto Pardo, el Pascuita Pascual Díaz y tantos más. Además de Juan Pacheco –Pachequito– que desde su función de masajista se había ganado el aprecio y el respeto del grupo, más allá de sus bromas y ocurrencias. Ni hablar de los respetados entrenadores: el exitoso Pastor Acosta Barrreiro y el Mago Carlos Jorge Tito Ortiz.

Por José Félix Suárez. Especial para Correveidile.

1 Comentar este artculo

  1. Alejandro Cobelas Dijo:

    Que épocas aquellas, sin olvidarse de Pizzolatto y Guzmán a quien luego se traspaso a Lanús. Hoy vivo en Europa, pero no olvidó las raíces. Me gustaría saber si el Mantovani del Leganés de Madrid es familia del Chowa o no es nada.Un fuerte abrazo a todos

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