Por Carlos Campana.
Sobre el gobierno de San Martín en las provincias de Cuyo, es mucha la bibliografía que existe. Todas hablan de su buena gestión en bien de los ciudadanos, dictando y ejecutando órdenes. Rara vez se comentó sobre el respeto y la prudencia que tenía San Martín ante la autoridad del Ilustre Cabildo. Aquella institución era realmente la que aprobaba estos decretos.
El poder del Cabildo
El Cabildo contenía una parte importante del poder político; representaba al pueblo, conservaba la economía, la vida social en todo su entorno y custodiaba la memoria cívica.
Cuando a juicio de los capitulares algún asunto importante requería la consulta u opinión de todos los vecinos o de una parte de ellos, se convocaba a cabildo abierto, en el cual podían participar, según el caso a tratarse, ministros, militares o prelados.
Los temas a plantearse eran de diversas índole; algunos, relativos a la defensa de la población contra los ataques de los aborígenes. Otros, referido a las contribuciones para costear obras públicas como el arreglo edilicio, el abastecimiento del agua y el cuidado de las acequias o la edificación de un templo.
Llegó el nuevo gobernador
Ante una supuesta invasión realista por la parte occidental del territorio, el Director Supremo, Gervasio Posadas, lo separó del mando del Ejército del Norte y destinó a San Martín a las provincias de Cuyo, para impedir el avance realista y la pérdida del incipiente gobierno de las Provincias Unidas.
El 8 de setiembre de 1814 San Martín llegó a la provincia de Mendoza para ocupar el cargo de gobernador intendente de las provincias de Cuyo.
Una de las primeras atenciones que tuvo el Cabildo de Mendoza con el nuevo gobernador, fue alojarlo en una casa ubicada en las casa ubicada en las inmediaciones del templo de la Merced, actual calle Corrientes 343. A pesar de la negativa de San Martín, los cabildantes se impusieron para que se hospedara en la citada vivienda.
A los pocos días de desempeñar el mando político y militar de la provincia, se enteró que los realistas habían vencido en Chile a las fuerzas patriotas en Rancagua, y que una columna de aquel derrotado ejército se dirigía hacia Mendoza. Entonces se preparó un improvisado ejército ejército para defenderse del inminente ataque realista. Se tomaron urgentes medidas preventivas de defensa. Una de ellas fue la construcción de fortificaciones y destacamentos en los pasos principales.
El gobernador intendente informó al Cabildo de estos acontecimientos y solicitó a éste que los vecinos colaboraran con materiales para la construcción de estos puestos de guardia, en especial el de Uspallata.
El mando político
Inmediatamente San Martín nombró asesor político al doctor José María García quien, días después, asumió interinamente la gobernación, a causa del viaje de inspección realizado por San Martín a Uspallata. Durante el éxodo chileno, el alcalde de 1º voto fue agredido por un oficial trasandino e inmediatamente el Cabildo expuso las quejas al gobernador. Tanto San Martín como el representante del mismo, tomaron algunas
medidas para reprenderle.
Un hecho interesante fue la prohibición que se hizo de extraer harinas. El gobernador consultó al Cabildo si se podía levantar esa orden y los cabildantes, después de discutir el tema, aceptaron su propuesta. Los bandos y las proclamas dictados por San Martín en la mayoría de los casos, eran tratados e informados a dicho ayuntamiento.
En diciembre de 1814, el gobernador, gobernador, emitió un bando comunicando a la población la obligatoriedad de vacunarse. Se convocó a los facultativos Anacleto
García e Isidro Zapata para que prestaran este servicio. La medida ya era cumplida por el Cabildo desde la asunción del primer gobernador intendente de Cuyo, Florencio Terrada. Otra de las tantas disposiciones que se ejecutaron fue la de erradicar la rabia de la ciudad, matando los perros salvajes que se encontraban en las calles.
Es cierto que San Martín tomó la iniciativa de mejorar la Alameda, ampliarla y darle un nuevo paseo a los vecinos de Mendoza. Desde 1808 se habían plantado las estacas de álamos traídas por un respetable vecino español, Juan Francisco Cobos. Siempre con la decisión del Ilustre Cabildo.
El apoyo del ayuntamiento
Desde enero de 1815, el Director Alvear decretó la remoción de San Martín como gobernador y nombró a Perdriel. Con gran resistencia el Cabildo y pueblo de Mendoza, se negaron a aquel decreto y desconocieron la autoridad del sucesor y la de Alvear.
Este hecho, tiempo después, contribuyó al derrocamiento de aquel Director, luego de los acontecimientos de Fontezuela. Tampoco se reconoció a la figura de Álvarez Thomas. El 21 de abril el Ayuntamiento convocó a una asamblea extraordinaria y el 1 de mayo, José de San Martín fue reelecto Gobernador de Cuyo por la aprobación de los Capitulares José Clemente Benegas, Juan de Dios Correa, Antonio Villegas, Manuel Lemos, José Cabero, Juan Jurado y Narciso Segura.
Otra vez el pueblo, a través de sus representantes en el Cabildo, restableció el poder de San Martín. Éste nombró a Pedro N. Ortiz como secretario político. Fue desde las filas del Cabildo donde se eligió a Tomás Godoy Cruz y Juan Agustín Maza para representar a Mendoza en el Congreso de Tucumán. A fines de julio de 1816, el coronel mayor José de San Martín viajó a Córdoba para entrevistarse con Pueyrredón y dejó en manos del Cabildo el mando político.
El 1 de agosto se creó el Ejército de los Andes y San Martín fue nombrado general en jefe. Días después fue reemplazado por Toribio de Luzuriaga.