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Editorial

                Doscientos años   

  Sólo se trata de “no robar, no mentir, no ser flojo”

La Nación es necesariamente anterior al Estado. No puede haber un Estado sin Nación, puesto que el primero sólo  ordena jurídica y políticamente a la segunda.

Cuando los españoles arriban a estas tierras, hace poco más de 500 años, encontraron naciones organizadas. Los pueblos originarios constituían diversas naciones con sus respectivas organizaciones políticas. Estas fueron sometidas por los conquistadores quienes impusieron su propia forma de organización jurídico-política. Se repartieron a las Américas en Virreinatos dependientes del poder monárquico español.

Transcurrieron treinta y cuatro años desde la creación del Virreinato del Río de la Plata -1776- hasta la Revolución de Mayo en 1810. En ese lapso nacieron y se educaron la mayoría de nuestros próceres que fueron artífices de la gesta de mayo.

El 25 de Mayo es el primer brote, casi tímido, de una semilla que se había sembrado antes del encarcelamiento de rey Fernando VII y que venía asomando a la luz paulatina y silenciosamente. No era fácil brindar batalla al imperio pero el clamor del pueblo que reclamaba la independencia se hacía sentir cada vez con mayor persistencia.

La Primera Junta de Gobierno que presidió Cornelio Saavedra, tuvo en Mariano Moreno como a uno de sus principales ideólogos. “Ánimo pues, respetables individuos de nuestro Congreso; dedicad vuestras meditaciones al conocimiento de nuestras necesidades; medid por ellas la importancia de nuestras relaciones…” “Es justo que los pueblos esperen todo bueno de sus dignos representantes; pero también es conveniente que aprendan por sí mismos lo que es debido a sus intereses y derechos. Felizmente, se observa en nuestras gentes, que sacudido el antiguo adormecimiento, manifiestan un espíritu noble, dispuesto para grandes cosas y capaz de cualesquier sacrificios que conduzcan a la consolidación del bien general” (Mariano Moreno en: ‘Sobre las miras del Congreso que acaba de convocarse y Constitución del Estado’; 1810)

                     ¡Cuánta vigencia tienen hoy, luego de doscientos años, estas palabras!

Desde aquel primer gesto institucional libertario, nuestra Patria siguió transitando el difícil camino hacia la Independencia, fueron seis años hasta que por fin en 1816 rompimos definitivamente los lazos que nos ataban a España.

Este festejo Bicentenario debe convocarnos a todos los ciudadanos, cada uno desde su sitio, a reflexionar sobre el aporte que podemos realizar para fortalecer a la República y a la democracia. Los funcionarios públicos, los jueces, los obreros, los médicos, los maestros, los campesinos, los empresarios, en fin, todos y cada uno de nosotros tiene un compromiso con la Patria para mantenerla libre y soberana.

No es tan difícil. Recordemos la enseñanza del pueblo quechua: no robes, no mientas, no seas flojo.

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