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La memoria es necesariamente selectiva; resguardamos inconscientemente sólo una mínima porción de todos los acontecimientos vividos. Pobre de “Funes el memorioso” al que Borges lo condenó a no olvidarse de nada. Extrañas razones, de las que viven los Sicólogos, permiten congelar ciertos momentos como imprescindibles.

Hacia el anochecer yo estaba con el tipo desmenuzando cuestiones serias que requerían de nuestra opinión para que el mundo fuera definitivamente mejor. Esta tarea, la de componer al mundo, para hacerlo bueno y digno, nos llevaba su tiempo. Y nosotros se lo dedicábamos, como corresponde.

Entonces el tipo, con los ojos casi alegres pero indecisos, me dice: “Yo tengo dos sueños que realizar: tener un hijo varón y editar un diario del pueblo”.

No pude sonreir porque el tipo se había puesto serio, como conminándome a que asintiera, aunque sea con un gesto mínimo, de que esos sueños se iban a cumplir.

Nos recuerdo en la semipenumbra de la casita del Bosque. Cuando la charla se interrumpía el silencio era audible. Tal vez por eso, por ese silencio que prolongado se hacía incómodo, le dije: “Está bueno”. Pero, en verdad, sospechaba que seguíamos alimentando utopías.

La casita del Bosque tenía algún encanto. Era melancólica y acogedora. No estaba llena de nada pero nada faltaba. Y el tipo me dice: “Hay que pensar en un buen nombre para el diario, algo que nos identifique” Poner el carro delante de los caballos, pensé. Y propuso varios entre cursis y remanidos. A todos dijimos que no. Pero era un ejercicio de entusiasmo que acercaba los límites del sueño.

Yo me decía o me murmuraba, para que él no lo escuchase, este tipo no sabe nada de periodismo y no tiene la mínima idea de lo que significa editar un diario. Y para peor, no tenía un peso. Después de todo, los incrédulos tenemos más chances de ganar que los que se arriesgan en pos de un ideal.

Transcurrió un tiempo sin hablar del tema. Yo sospechaba que el tipo andaba noviando (se lo notaba más guapo y hasta lo pillé echándose perfume en las mejillas). Me lo encuentro frente a la Plaza y me muestra un papel con garabatos y trata de traducirlos: “este es el boceto del diario; estuve charlando con una diseñadora…” Y lo decía con tanta alegría y convicción que yo terminé imaginando que algo saldría de tanto entusiasmo.

Aún no acontecía el cambio de milenio, pero ya se palpitaba la experiencia de comenzar a escribir un año con tres ceros y que no comenzara con el uno.

Hasta que un buen día el sueño del tipo se desperezó definitivamente y acometió con la fantástica aventura de existir. Al comienzo, como todo recién nacido, dio sus pasitos titubeantes, con algo de temor a lo desconocido. Pero pronto se hizo querer. La gente del pueblo, en poco tiempo, lo adoptó como un hijo dilecto.

Travieso y curioso se metió por los hermosos laberintos de la historia del lugar, divulgando circunstancias poco conocidas, relatando anécdotas y acercando a la gente datos de interés.

Generoso, abrió sus puertas a toda persona que sintiera la necesidad de expresarse. Artistas, políticos, comerciantes, niños, profesionales, desocupados…

Solidario, se comprometió con los árboles, con los espacios verdes, con los animales abandonados, con las instituciones, con la calidad de vida del pueblo, con los que por alguna circunstancia necesitaban una mano amiga…

Simpático, anda visitando a los cumpleañeros, a los que se casan, a los recién nacidos, a los que emprenden buenos proyectos, a los que ofrecen alternativas superadoras y a los que simplemente se consideran fotogénicos…

Independiente, nunca se casó con nadie, claro todavía no cumple los diez, pero ha juramentado votos de soltería de por vida. Y como es joven y soltero no tiene tapujos en decir lo que piensa. Esto a veces inquieta a algunos funcionarios de turno, pero como dice el poeta: “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”.

En fin, el sueño del tipo creció con el aporte de todos los que amablemente lo cobijaron para darle aliento.

Casi simultáneamente, meses más meses menos, el tipo, que a esta altura ya estaba casamentado con la comadre de ojos bonitos, concretó aquel otro sueño: el hijo varón. Y bueno, tal vez le falta plantar algún árbol para sentirse completo.

A aquel sueño primero, utópico, hermoso, lo bautizó un amigo que ya no está: CORREVEIDILE.

El otro sueño se llama TOMÁS. El origen de este nombre es hebreo y significa “hermano”. Curiosamente, o no, las características de este nombre son: “Es noble, directo, intuitivo y muy humano. Tiene una fuerte personalidad que disimula gracias a su agradable forma de dirigirse a los demás. Sabe escuchar y es perseverante cuando se propone algo.”

El CORRE edita un sueño centenario. Pronto festejará una década.

Gracias Alberto y Adriana por darnos la palabra a la gente de Chacras.

Para culminar, me parece oportuno transcribir algunos párrafos de la editorial del CORRE  Nº 22 que se publicó en Febrero del 2002, cuando el país vivía momentos difíciles. Ahí se anunciaba el cambio de frecuencia en la publicación. En lugar de ser quincenal sería mensual.

“…lo que no nos han devaluado son las ganas de seguir adelante, por el mismo camino que ideamos al nacer: el de convertirnos en “la voz de Chacras de Coria”, de su gente, de sus demandas, reclamos y alegrías. Mantenemos este compromiso, que en la adversidad se fortalece y profundiza. Aunque sea más lentamente, seguimos adelante ya que la luz que nos guía sigue brillando del otro lado del camino.”

GABRIEL

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